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miércoles, 7 de diciembre de 2016

✩✥ LA SANGRE DE MEDUSA ✥✩ CAP 1º

Pareja: MinKey [Minho + Key]
Género: Fantasía / Aventura
EEL: TP


Resumen: Año 1423, la dinastía Joseon gobierna Corea. Han levantado los cinco grandes palacios y la familia real reside en el Gyeongbok y se ve amenazada por la maldición de un enemigo contra el que llevan luchando desde el año 1395 cuando se hicieron con el poder. Cuando el monarca caer gravemente enfermo,sólo su hijo menor, Minho, tiene el corazón lo suficientemente puro como para emprender un peligroso camino que le llevará en busca de un brebaje que se esconde en el corazón del bosque de Gotjawal en la isla de Jeju.



























 Official trailer : https://youtu.be/wVOKkfGqvVY




Año 1423, la dinastía Joseon gobernaba Corea desde hacía poco tiempo, pero el suficiente como para haber instaurado ya muchas mejoras con respecto a los gobernantes pasados. Habían instaurado al fin una escritura alfabética coreana, el hangul y establecido un nuevo tipo de aristocracia , la yangban. 
El rey en aquellos tiempos y desde 1418 había sido Sejong el Grande, un monarca que ya era conocido por su pueblo por su incansable refuerzo de la cultura coreana. Sejong el Grande, no sólo había dispuesto una escritura alfabética correcta para instruir al pueblo, sino que potenció una filosofía basada en el neoconfusionismo, la música, las leyes, el desarrollo de la agricultura, la medicina y las ciencias, haciendo de su nación un lugar más prospero y fuerte con unos cimientos bien asentados. Un gobernante compasivo que prohibió algunas de las torturas que en aquellos tiempos se propiciaban a los malechores e indeseables,como podía ser la "pena del azote".

Tenía cinco hijos, todos ellos varones, cultivados en la filosofía, las ciencias, las letras y la astrología desde su más tierna infancia. Entre ellos se encontraba el próximo heredero al trono, su primogénito, el Príncipe Munjong de Joseon, que rara vez tenía la suerte de compartir momentos con sus hermanos, pues siempre estaba con su padre aprendiendo cómo debía funcionar el reino y más aún, cómo debía comportarse un monarca.
También estaba el más pequeño de los hermanos, Minho de Joseon, quien no tenía ninguna clase de interés o preocupación en llegar a gobernar algún día. 
Según su madre, era el más virtuoso de sus hijos, claro que... ¿Qué no diría una madre de su propia prole? Sin embargo en el caso del joven Minho, era bien sabido por toda la corte, que realmente era un muchacho amable, compasivo y de buen corazón. Ni siquiera en su infancia llegó a participar en alguna travesura junto a sus hermanos mayores por estar muy ocupado jugando a corretear los pájaros en los jardines del palacio. Había demostrado ser el más brillante en cuanto a intelecto se refería a pesar de que en el manejo de armas, no había logrado brillar tanto como sus otros hermanos, pero no por ello dejó de practicar hasta ser lo suficientemente bueno como para que su padre, el rey, le diera una palmadita de satisfacción en el hombro.
Por suerte vivían un hermoso periodo de paz y abundancia y era motivo de que todos los príncipes, salvando a Munjong pasaran el tiempo con juegos, fiestas o paseos a caballo e incluso llegaron a marcharse una semana completa para visitar la ciudad y los pueblos colindantes.
A Minho le encantaba aquella libertad que se respiraba una vez abandonaban los muros  del palacio Gyeongbok, pero dentro era como vivir en otra realidad, era una calma y un sosiego cuanto menos extraño para alguien como él, no porque siempre tuviera la imperante necesidad de moverse,sino porque además de ser un soñador a casi todas horas, también era un aventurero, aunque rara vez había vivido una aventura propiamente dicha... Lo más parecido había sucedido 15 años atrás, cuando sólo con cuatro años, salió por primera vez de palacio junto a sus padres y su abuelo, quien aún gobernaba y por ir jugando y alejándose del séquito real, acabó perdido y llorando en medio del mercado. Por suerte para él, las buenas gentes supieron reconocer sus vestimentas reales y lo llevaron de regreso al palacio. Fue tal la sorpresa para sus padres de que no lo hubieran secuestrado, que la familia que lo llevó recibió una bolsa llena de monedas de oro en agradecimiento. Quizás aquella experiencia le había hecho más calmado y aún a sus 19 años de vida, le costaba decidir si salía o no solo del palacio para ir a pasear por el pueblo.


Todo era casi perfecto en aquellos años, el reino prosperaba y sus gentes también, no solo los monarcas se enriquecían, ya que por su parte al pueblo se le instruía al menos en la lectura y escritura del nuevo alfabeto.


Aquel día, Minho estaba fuera del palacio, disfrutando de un día soleado en las praderas colindantes a la ciudad por las que en muchas ocasiones se veía correr a los niños cuando habían salido del colegio o de ayudar a sus padres. Resultaba encantador y reconfortante cuando a lo lejos veías las montañas de un tono azulado confundiéndose con el cielo... Para alguien soñador como él, resultaba hermoso de ver. Algunas veces había pensado en qué sucedería o qué le aguardaría si decidiera atravesar los campos de cultivo, las praderas y continuar hacia aquellas montañas... Era difícil saberlo, ya que mentalmente se atrevía a ir a cualquier parte, pero físicamente siempre sentía que había algo que le impedía ir y era el miedo que tenía de perderse como le había sucedido de pequeño. Un trauma que llevaba cargando desde hacía muchos años y al que nunca estaba dispuesto del todo a hacerle frente.
Cuando volvió en sí tras varios minutos de ensoñación, se dibujó una sonrisa en sus labios y decidió que era momento de regresar al palacio, debía de estar cerca la hora de comer y ciertamente, le apetecía una charla distendida con su familia. Reunirse en la mesa era el único momento en el que toda su familia se juntaba. Su padre y su hermano mayor, siempre estaban ausentes tratando temas de política, su madre pasaba mucho tiempo con sus damas de compañía en sus habitaciones y sus otros hermanos dedicaban mucho más a pelearse entre sí y mejorar con las armas. Mientras regresaba al palacio, observó correr a los niños de un lado para otro y echó de menos los tiempos en los que él también podía correr sin que le dijeran que no era decoroso que alguien de la realeza lo hiciera. Todo el mundo conocía a la familia real no solo por el emblema bordado en hilo de oro en sus ropas, sino por los colores que utilizaban en sus vestimentas. De modo que si quisiera pasar desapercibido sin que todas las miradas de los campesinos se clavaran en él, lo ideal sería ponerse ropa más discreta, pues los colores reales eran muy vivos y la gente del pueblo no se los podía permitir. A veces, por no decir siempre, le daba vergüenza que todas las miradas se clavaran en su persona, pero era imposible no fijarse en él; su madre decía que de entre toda la familia real, Minho era el más guapo... Cosas de madres que casi siempre adoran a su hijo más pequeño.
De regreso al palacio se encontró con las puertas abiertas de par en par y se preguntó a qué se debería, pero no había nadie allí, los guardias se encontraban aglomerados en la puerta interior que daba paso a los jardines del palacio, con lo cual se acercó hasta allí y de no haber sido porque el capitán ordenó que se apartaran para dejarlo pasar no habría tenido modo de hacerlo. No preguntó qué causaba tanta expectación pero al entrar se hizo evidente que había una visita, pues allí en el suelo de roca del jardín había un carruaje que evidentemente pertenecía a alguien pudiente, de modo que una visita importante debía estar en el palacio pero... ¿quién?¿Había llegado sin avisar? Al caminar hacía la entrada principal escuchó algo de jaleo en la zona en la que él y sus hermanos solían entrenar con las armas y con curiosidad se acercó a ver de qué se trataba. Al abrir la puerta para pasar al patio de entrenamiento, se dio cuenta de que en apariencia,allí no había nadie y giró la cabeza al escuchar a criados llamando a uno de sus hermanos mayores y se quedó sorprendido, pero una voz le ordenó que cerrara la puerta. Miró perplejo a uno de sus hermanos escondido en las cuadras y acabó entrando y cerrando la puerta tras de sí:



- ¿Te ha visto alguien,Minho? -comentó su hermano.
- No... al menos creo que no... ¿Qué sucede Soo Ho? ¿Por qué estás aquí escondido?¿Y por qué te están buscando todos?
- ... Te lo diré si me prometes no decir que me has encontrado.
- Te comportas como un niño -dijo con una sonrisa burlona Minho - ¿Qué hiciste? ¿Volviste a robarle algo a madre para regalarlo a alguna muchacha?
- Es mucho peor que eso, Minho... He dejado embarazada a la hija de un comerciante.
- ¿¡Que tu qué !?
- ¡SSSHHH! - le silencia - Cállate idiota, harás que nos descubran y como me pillen te juro que se te caerá el pelo.
- P- pero... ¿cómo has podido...? ¿Has perdido la cabeza o qué? Es un problema muy grabe.
- El problema es que esa zorra ha venido con su padre para hacérselo saber a los nuestros y no tengo intención de hacerme responsable de ella.
- ¿Cómo que no? Está esperando un hijo tuyo.
- Puede ser de cualquiera, nada me asegura que sólo se acostara conmigo.
- Yo no creo que venga a decir mentiras... Tienes que hacer algo.
- No voy a hacer nada... ¿Has olvidado que ya estoy prometido con una mujer?
- ¿Y qué haces acostándote con otra? -replicó disgustado el menor.
- Venga ya Minho, ¿acaso tú no lo has hecho nunca? ... Que pregunta más tonta, claro que no, eres el único de la casa que sigue siendo un niño pequeño.
- ¿Qué insinúas? - arruga la nariz- Si te acuestas con una mujer y tiene un hijo tuyo, más te vale hacerte responsable.
- Tu no entiendes nada del mundo adulto, Minho, no voy a ocuparme de ese bebé, fue un polvo de una noche de borrachera y se acabó, además,diré que no es mío y que miente.
- Si miente ¿por qué te estás escondiendo? Quien se esconde es porque algo tiene que ocultar.



Minho había dado en el clavo con aquella pregunta y vio el disgusto en la cara de su hermano mayor, pero Soo Ho no se movió de donde estaba escondido y él por su parte sintió vergüenza de que uno de sus ejemplos a seguir hubiera sido tan irresponsable y tan cobarde. No iba a delatarlo, pero cuando llegó finalmente al edificio principal, se acercó a la sala de audiencias, encontrando al resto de sus hermanos escuchando tras la puerta lo que se hablaba. Todos parecían haber entendido que el rey tomaría medidas con respecto a aquel asunto y la solución fue una bolsa de monedas de oro  para aquel mercader a cambio del silencio de su hija. Cuando los invitados fueron a abandonar la sala, los cuatro príncipes se apresuraron a esconderse en una de las salas contiguas y dejaron una pequeña rendija para espiar por si los invitados decían algo pero salvo que la joven iba llorando, no hubo más palabras.  Al más joven de los príncipes le invadió un sentimiento de tristeza, la muchacha parecía mucho más joven que su hermano, quien ya pasaba de los 25 y ella aparentaba tener como mucho 16 años... Sin duda le supo mal, no creía que hubiera mentido y se quedó parado en la sala pensando mientras sus otros hermanos salían en tropel a ver a su padre y lo que quiera que fuera que había decidido hacer, si pensaba silenciarla con algo más que dinero, lo que estaban sugiriendo era que la matara, al fin y al cabo si se corría la voz, saldría una mancha imborrable en el nombre de los Joseon, pero para alivio de Minho, su padre era un hombre bueno y recto que no creía en aquella clase de confabulaciones. Ordenó buscar a Soo Ho y llevarlo a su presencia. Aunque el comerciante y su hija hubieran jurado guardar silencio, era imposible saber si lo harían o no y si algo habían dado, era multitud de detalles sobre el príncipe, detalles que solo dos personas que habían intimado sabrían. De modo que era más que probable que su hermano fuera responsable de lo que estaba acusado.

Minho no quiso quedarse a escuchar más del tema. El bienestar con el que había regresado a casa se había esfumado pensando que el propio seno de su familia había alguien sin honor como lo era Soo Ho. Pero no era eso lo único que le perturbaba... Cierto que él era mucho menos apegado a la idea de abandonar el palacio, pero entendía porqué ellos tardaban tanto en volver, pensaba que tan solo era porque esperaban para que no los vieran regresar borrachos, ahora había descubierto que se trataba de algo mucho más grabe. Dos de sus hermanos mayores, Munjong y Ban Ryu estaban ya casados y los otros dos, Soo Ho y Do Ji Han, estaban prometidos , pero ninguno de ellos se privaba de aquellas salidas nocturnas y ahora era evidente que no se trataba únicamente de alcohol... ¿Y si sus hermanos habían dado con alguna pobre muchacha y la habían forzado en una calle oscura? Solo pensarlo le hizo sentir vergüenza y culpabilidad y marchó al jardín privado de su madre para sentarse allí en soledad a pensar. Necesitaba asimilar toda aquella información antes de comenzar a tirarse a sí mismo de los pelos por no entender nada hasta ese momento. Sin embargo, no estuvo tan solo como pensó al principio, pues su madre se acercó a él y lo sorprendió en medio de sus cavilaciones:



- ¿En qué piensas, hijo mío, que encuentro tu rostro sombrío?
- Umma... -dijo alzando la vista para poder mirarla sin levantarse de donde estaba sentado- Yo... estoy triste... Por lo que ha pasado con mi hermano y esa niña...
- Minho -suspiró ella antes de sentarse a su lado- Tu eres diferente, la vergüenza ha caído sobre tu hermano, no sobre ti.
- Sobre todos nosotros umma... ¿Por qué han de hacer algo así?Ya tienen mujeres en su vida.
- Los hombres lo hacen, hijo mío, en su mayoría, prefieren cualquier mujer que no sea la que está casada con ellos.
- Pero...



Sintiendo las caricias en su cabello dadas por su progenitora, Minho comprendió algo más, que no era solo cosa de sus hermanos, su madre debía haber vivido algo así en algún momento con su padre... Ni siquiera aquella figura pulcra y ejemplar del rey era tan integra como siempre había creído pero... ¿Por qué él era diferente? ¿Qué le hacía diferente a ellos? Tan solo que aún no le habían asignado una mujer con la que casarse ¿entonces cambiaría y se volvería como sus hermanos? ... Esperaba no tener que pasar por algo así porque iba completamente en contra de sus pensamientos, de hecho ni siquiera había pensado en contraer matrimonio, aún era demasiado joven y no había tenido tiempo de aprender nada del amor ni del mundo en general. Permaneció sentado con su madre hasta que una de las sirvientas de palacio llegó para llamarlos a la presencia del rey. Minho no supo porqué, pero cuando nombró a su padre, se le erizó el cabello de la nuca. De modo que siguiendo a su madre, retornó por los largos pasillos hasta llegar a la sala de audiencias. Sus cuatro hermanos mayores estaban allí y Soo Ho tenía demasiado buena cara como para haber recibido alguna clase de reprimenda o llamada de atención por parte del rey. De modo que se vio allí de pie junto a su madre bajo la atenta y seria mirada de su padre ¿Qué había pasado? ¿Por qué le miraba de aquel modo? ¿Había hecho algo malo? Tragó saliva con dificultad sintiendo que era muy posible que se llevara una buena bronca si su hermano había contado alguna mentira sobre él o sobre lo que habían hablado o peor, si le habría culpado del embarazo de aquella niña, con lo cual empezó a respirar con dificultad temiéndose lo peor:


- Minho -dijo finalmente su padre.
- ¿S-sí...?-tartamudeó evidentemente nervioso.
- Soo Ho me ha dicho lo piadoso que te has mostrado con esa muchacha y en vista de que aún tienes mucha vida que recorrer y que nunca has mostrado aspirar al trono, pues hay cuatro hombres delante de tu ascenso, he decidido permitir que te cases con ella. No es una mujer de bien, pero estoy seguro de que un hombre como tu, no le importará la diferencia de clases sociales.
- ¿P-Permitir que yo me...qué? - Minho dejó de mirar a su padre y miró a su madre en busca de ayuda.
- Mi señor -dijo entonces la soberana- Nuestro hijo aún es muy joven, tiene una larga vida por delante, no está listo para el matrimonio como no lo están aún todos sus hermanos.
- Entiendo vuestra preocupación, pero lo cierto es que Munjong me ha convencido de que un casamiento entre un gobernante con alguien del pueblo hará que los ciudadanos nos miren con buenos ojos.
- ¿Mejores ojos aún? No es menester, pues nuestras gentes os consideran un gobernante bueno, sabio y justo y hacer cargar a Minho con tal responsabilidad sería toda una innecesaria injusticia.
- Lo que es o no justo, lo decido yo. Minho se casará con esa muchacha para que estrechemos lazos con el pueblo.
- P... ¿¡Por qué yo!? -Minho miró a su padre sin comprender nada- Ella espera un hijo de Soo Ho ¿por qué debo cargar yo con el error de mi hermano?
- Porque te lo ordeno yo -dijo con voz autoritaria su padre.



En silencio, el más joven de la dinastía Joseon, giró la cabeza viendo como sus hermanos mayores se reían de él tras cargarle aquel problema que como bien había expresado, no era suyo. Fue en ese momento en el que se planteó si había sido demasiado ingenuo en aquellos años. Decepcionado miró sus sonrisas y sin ser capaz de decir nada más,abandonó la sala a toda prisa sin responder a la llamada de su madre que trató de perseguirlo en vano, ya que cuando Minho echaba a correr era muy difícil darle alcance. Que iluso había sido todo aquel tiempo, siempre había pensado que sus hermanos eran los mejores hombres que podía tener como ejemplo, pero aquel día que había comenzado tan bien, había hecho mella en él , haciéndole ver que sólo era el muñeco al que todos usaban sin importar otra cosa. Cuando les dejaba usar su habitación para que escaparan del palacio por la noche usando las ramas del árbol que quedaban a menos de un salto de la puerta y que pasaban por encima de la muralla, no era el pequeño secreto de los cinco, era la jugada perfecta de los cuatro mayores donde el pequeño no era nadie. Desenganchó la puerta del establo de su caballo y tras montarlo sin ponerle las riendas ni la silla, lo espoleó sujetándolo por las crines y cruzó el patio del palacio como una centella ordenando que se abrieran las puertas de la muralla y los soldados apenas tuvieron tiempo para hacerlo y el príncipe abandonó el palacio galopando y deseando no tener que volver. Sus hermanos habían tratado también de alcanzarlo, pero se habían quedado en las escaleras principales viendo como Minho y su montura se perdían tras la muralla. No importaba, todos habían escurrido el bulto y el chivo expiatorio perfecto era el pequeño de la familia, el hijo perfecto al que sus padres siempre ponían de ejemplo como el modelo a seguir por excelencia. Él no lo sabía , pero todos sus hermanos lo envidiaban y le tenían coraje gracias al buen hacer de sus progenitores, siempre era el único al que calificaban de virtuoso y los cuatro estaban deseosos de hacerle pagar por simplemente, ser él mismo.


- ¿No crees que deberíamos ir por él, Munjong? - lo interrogaron los demás.
- ¿Para qué? Minho regresará antes de que anochezca, ya sabéis que le tiene miedo a la oscuridad y más si pasa la noche fuera de casa.
- Tienes razón, no tardará en volver -rió Soo Ho.
- Ha sido un golpe maestro convencer a padre de que lo haga casarse con esa chica.
- Lo es, simplemente nos libramos de que esa estúpida vaya diciendo por ahí lo que pasó en realidad.
- Callaos, habíamos acordado que no mencionaríamos el tema dentro de los muros del palacio- les reprochó el primogénito.
- Sí, sí, es cierto. Cualquiera podría escucharnos si lo comentamos.
- Ahora es problema de Minho y nosotros no debemos interferir.



Los cuatro hermanos asintieron y regresaron al interior del palacio para al poco dispersarse cada uno por un lado. Cierto era que Minho no tenía verdadera culpa de tener el carácter que tenía ni de ser por defecto el más obediente, pero eso no le importaba a ninguno de ellos porque simplemente, querían que Minho acabara tan amargado como estaban todos ellos con sus respectivos matrimonios, especialmente Munjong, que llevaba casado cerca de cinco años, tenía ya dos hijos y detestaba a su mujer con todas sus fuerzas e incluso había pensado en matarla de alguna manera, pero no había sido lo suficientemente valiente como para hacerlo. Ninguno tenía el valor para hacer las cosas de frente, sino por la espalda y eran todos muy envidiosos y algunos más impulsivos que el resto. El segundo mayor, Ban Ryu, también casado, le había dado una paliza a su mujer por un simple malentendido, pero aquello no había salido de la boca de nadie y tan solo estaban al tanto sus criados y los médicos que tuvieron que atender a su esposa.



Minho se había alejado tanto de la ciudad en aquel ataque de pánico y de rabia que al frenar a su caballo se percató de que estaba mucho más lejos de lo que nunca había estado. La ciudad era apenas una luz lejana que se perdía por entre los árboles que comenzaban a aglomerarse. Estaba en las lindes del bosque y de no haber frenado al caballo, podría haber continuado rumbo a las montañas azules que esa misma mañana contemplaba desde la pradera. Comenzaba a oscurecer y no estaba dispuesto a regresar al palacio tras aquella devastadora noticia y más que seguro de que al regresar, su padre le reprendería por aquel comportamiento tan impropio de él, que siempre había mostrado ser un hijo obediente y sumiso... No había servido de nada ser tan virtuoso, como decía su madre... Pensar que tenía que convivir con aquella chica sin amarla , sin conocerla siquiera, le estaba volviendo loco y más aún tener que hacer pasar por suyo el hijo de Soo Ho... Desmontó del corcel y se sentó en una piedra llevándose las manos a la cabeza intentando asimilar todo lo sucedido y sin comprender por qué le habían traicionado sus propios hermanos cuando él siempre se había desvivido por hacerlos felices... No era justo... No era nada justo y no quería hacer frente a aquel problema... Pero pensándolo fríamente...¿Acaso era mejor destino que aquella chica fuera pagada como simple mercancía a cambio de un silencio que no afectase a la casa real?¿Cuántas más como ella habrían y por ser pobres no se habían atrevido a dar la cara? O quizás no las había y sus hermanos simplemente se dedicaban a pagar a prostitutas para satisfacerse a sí mismos. Fuera como fuese, ahora aquel era su problema y aquella era inamovible decisión de su padre. Tomó aire y se dijo a sí mismo que era el momento de ser valiente y de demostrarle a todo el mundo que era un hombre y que podía hacer frente a aquello y a más. Pasó una mano sobre la grupa de su montura y a pie, llevándolo a su lado, emprendió el camino de regreso al palacio. No iría a la cena y haría lo mismo que sus hermanos mayores, esconderse como las ratas por los rincones hasta su madriguera... ¡NO! Eso no, él no era un cobarde y les demostraría que era mucho más maduro que todos ellos juntos. 
Al regresar al palacio, se presentó en el comedor donde ya toda su familia cenaba y se fijó en los rostros sorprendidos de sus hermanos que verdaderamente esperaban que fuera a esconderse y a evitar el tema todo lo posible, pero allí estaba. Saludó cortesmente a sus padres e ignoró a sus cuatro hermanos, incluso les hizo el desaire de no sentar con ellos, ya que en la mesa, siempre se habían divido, ellos a la derecha de su padre, los cinco y su madre con las dos esposas de sus hijos mayores a la izquierda, de modo que Minho se sentó a la izquierda con las mujeres por no sentarse con aquellos cuatro traidores que le habían apuñalado por la espalda. Su padre no dijo nada al respecto, era evidente que el menor estaba molesto y hasta cierto punto lo comprendía, pero ya hablaría con él en otro momento. 
El silencio en el comedor, resultaba como poco incómodo y tenso, lo único que se escuchaba era el ruido que hacían al comer; y nada más.



✩✥ CONTINUARÁ... ✥✩

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