Género: Terror / Gore / Pornografía
EEL: +18
Resumen: Taemin Lee, un muchacho que fue rescatado tras aparecer de pronto en medio de una carretera completamente desorientado y malherido, aparece tras su recuperación en un programa de televisión que llega a todo el mundo y en el que cuenta cómo su mejor amigo y él escaparon de un lugar al que se refería como Heaven y que sin duda, era mucho peor que el propio Infierno.
P.D: Cada vez que aparezca una frase, seguida de una cruz, será un FLASH BACK en el que Taemin contará en primera persona la historia ^^
ADVERTENCIA: EN ÉSTA HISTORIA APARECERÁ CONTENIDO SENSIBLE EXPLÍCITO,SI ERES UNA PERSONA IMPRESIONABLE, POR FAVOR NO LO LEAS.
Inspirado en el juego de terror OUTLAST.
Podíamos escuchar fuera el sonido de la lluvia, secundado por el sonido de botas que chapoteaban el el lodo al ir de un lado a otro.
No podíamos dormir, pero habíamos encontrado un sitio lo suficientemente resguardado y espacioso como para acostarnos allí a dejar descansar nuestros cuerpos y nuestros nervios. Escondidos bajo una lona vieja y varios neumáticos, estábamos echados sobre el suelo frío. Onew me abraza por la espalda mientras inmóviles, sentíamos pasar no muy lejos de allí a gente del pueblo que sin duda alguna,nos estaban buscando... Era fácil saberlo, con el sonido de la lluvia, se gritaban los unos a los otros que si habían visto o encontrado a los traidores. O sea, a nosotros.
No estaba seguro de qué hora era. Entre unas cosas y otras, se me había roto el reloj de muñeca. Simplemente sabía que era ya de madrugada y que el tiempo parecía no querer transcurrir. Hacía mucho frío. Yo temblaba y sentía que Onew también estaba tiritando, pero él, porque le había subido la fiebre a causa de la inflamación sin tratar de su tobillo. Aún con ello, y el dolor que debía de sentir, no fuimos capaces de movernos de aquel sitio durante casi una hora. Yo estaba agotado y ciertamente traté de dormir un poco. Seguramente serían aproximadamente las dos o tres de la madrugada, aunque era difícil saberlo sin reloj y sin poder ver la luna en el cielo.
Con los ojos cerrados, intentaba no pensar. Dejar la mente en blanco para intentar aminorar aquella horrible migraña, que me hacía sentir como si tuviera un taladro en mi cerebro. Juraría que sí que me llegué a quedar dormido a pesar de que siguiera oyendo de fondo las voces de los hombres de Appa Minho y Jonghyun, buscándonos para acabar con nuestra vida... Era irónico. Deberíamos estar huyendo por entre los maizales en busca de la salida de Heaven, pero era tal el estrés, la fatiga y el agotamiento físico y mental, que la idea de morir, era poco importante si la comparábamos con un muy necesitado descanso. Cuando quise darme cuenta, ya me había quedado profundamente dormido y Onew también lo estaba. Podía sentir su respiración pausada en mi cuello mientras nos juntábamos más, en busca de no solo ponernos cómodos, sino de conservar el calor. Desconozco el tiempo que pasamos allí durmiendo, desconozco si pasaron cerca de nosotros alguna vez, o si por el contrario, no tuvieron las luces suficientes como para descubrir que estábamos en aquel sitio y que no habíamos logrado llegar más lejos por cansancio. Debieron pasar horas, estoy seguro de que pasamos allí el resto de la noche y todo el día siguiente, pues, cuando abrí los ojos al sentir que mis tripas rugían, miré al rededor confundido. Seguíamos cobijados bajo aquella lona, todo estaba oscuro aunque podía ver una especie de fulgor fantasmal que pasaba cerca de donde se encontraban nuestros pies. Me sobé los ojos y al ir despertándome, me percaté de que Onew no estaba allí conmigo y me quedé muy quieto. Intenté adivinar si se escuchaba algo, alguna voz, algún ruido que delatara la presencia de alguien en aquel matadero horrible y putrefacto en el que habíamos osado quedarnos a dormir. Contuve el aliento al distinguir unas pisadas, eran muy muy lentas, como si quien las daba, pensara mucho si merecía o no la pena, dar cada paso. Pensé que debía ser Onew, nadie más tendría motivos para andar así. De modo que me moví muy despacio hasta asomarme un poco por debajo de la lona y ver, que efectivamente, se trataba de mi mejor amigo. Sonreí al verle. Aunque estábamos a oscuras, mis ojos estaban tan acostumbrados a ella, que podía distinguir siluetas, más aún con la puerta del matadero semi-abierta, dejando pasar la luz de la luna.
Salí de mi escondite y sentí una brisa fresca golpearme en la cara, fue tan reconfortante que por unos escasos segundos, olvidé que estaba hambriento y el porqué estábamos allí.
Onew me saludó con un movimiento de cabeza y luego me mostró que llevaba en las manos un pequeño cubo, que imaginé, contenía algo de agua, aunque a saber de dónde la había sacado el pobre... Llevaba también algunas mazorcas de maíz, crudas, pero no podía reprochárselo. Mucho había hecho con salir él solo sin esperar por mi para que juntos buscáramos algo que pudiéramos comer. Me acerqué para ayudarle con el cubo y no quise preguntar de dónde había salido aquel agua. Levanté el cubo y me lo acerqué a la boca. Estaba tan sediento, que me daba igual lo sucia que estuviera. Sentí que me bajaba por la garganta y aliviaba en parte el malestar que se apoderaba de mi conforme mi cuerpo despertaba de aquel extraño sueño que habíamos tenido. Luego agarré una mazorca de maíz y aprovechado que aún tengo buena dentadura, comencé a morderla. Me sentí como un animal comiendo las cosas crudas, pero supongo que a aquellas alturas, eso era lo de menos y lo único importante era comer un poco.
- ¿Dónde está todo el mundo? ¿Nos siguen buscando?
- Sí... Hace poco, pasaron por aquí unos doce, guiados por Jonghyun ... Y Key anda por los alrededores de su propiedad. Patrullando. Creo que sabe que estamos por aquí.
- ... ¿Cuánto llevamos durmiendo?
- Diría que desde la madrugada de ayer, aunque ahora mismo deben de ser las once de la noche, creo, no sabría decirte más que ha pasado casi un día completo.
En ese momento me limité a asentir con la cabeza aunque ambos nos quedamos callados y dejamos de masticar nuestras respectivas comidas, al escuchar pasos, eran pasos ligeros pero lentos y una voz susurrante que rezaba. Sin lugar a dudas se trataba de la voz de Key y parecía ir acercándose hacia donde estábamos nosotros, de modo que nos apresuramos a escondernos una vez más, bajo la lona, con la diferencia de que en aquella ocasión, nos asomamos por debajo de la misma para verle. Efectivamente pasó por fuera, lo vimos desde la puerta portando como siempre aquel arma que le había regalado Appa Minho. Pensamos que iba a pasar de largo, pero se detuvo y observó en silencio hacia el interior del matadero, como si de algún modo intuyese que estábamos allí a pesar de que no nos había visto ni escuchado. Contuvimos el aliento hasta que finalmente, transcurridos unos segundos, lo que hizo fue cerrar el portón. Algo que nos hizo respirar aliviados y recordar que no podíamos demorar mucho más en ponernos en marcha.
Fue entonces cuando Onew me dijo que había encontrado un lugar por el que acceder al maizal, sin tener que salir del granero como había hecho él. Por lo visto, pasando toda aquella masacre de cadáveres y restos mutilados y ensangrentados, había una especie de ventanilla por la que podíamos caber perfectamente y pasar a la zona en la que se llevaba a los animales a los corrales. Allí había unas rejas del tamaño suficiente como para dejar pasar a un cerdo de buen tamaño por él, pero le faltaba el gancho para poder levantar la reja, ya que por lo visto pesaba muchísimo.
- ¿Alguna idea de dónde se encuentra ese gancho, Onew?
- No lo sé... He andado un poco por los alrededores y rebuscado donde he visto mucha chatarra acumulada pero no lo he encontrado... Quizás se encuentre en la casa de Key.
- No podemos retroceder ahora... Pasaremos, levantaremos entre los dos la reja, pasará uno de nosotros primero y se la mantendrá al otro usando las manos y las rodillas para mantenerla en varios puntos de apoyo y evitar que la suelte encima del que tenga que pasar.
- Sí... Supongo que es así como deberemos hacerlo pero ... ¿quién pasa primero? Me preocupa el peso y que pueda alguno de los dos, soltarla sin querer o no dejar el espacio suficiente como para que el otro pase...
- Onew... Hemos llegado hasta aquí, no nos queda más remedio que intentarlo, porque yo no voy a salir fuera con Key y los demás rondando por ahí.
- Sinceramente, yo tampoco... Está bien, Tae... Pero cuando digo que pesa, quiero decir que realmente pesa mucho... Deben de ser al menos cien kilos...
No le respondí a eso. Aquello era mucho peso, pero podríamos hacerlo sin lugar a dudas. Cuando uno estaba desesperado y luchando por su propia vida,se obraban milagros insospechados. Bebimos algo más de agua y luego, nos caminamos a la ventanilla a la que Onew hizo referencia. Se trataba de un paso en el que había una cinta transportadora que llevaba directamente a una sierra rotatoria, oxidada. Seguramente, era el lugar en el que se abría a los animales en dos, para colgarlos y sacarles las tripas y demás. Puesto que Onew ya había pasado por allí, me dije que no habría ningún problema. La cinta estaba estática y no nos costó demasiado pasar al otro lado. Donde había una pequeña sala, en la que podíamos ver corrales estrechos, en los que seguramente se pondría a los animales en fila para sacrificarlos y pasarlos después por la cinta y la sierra. De no ser por algunas roturas en las maderas del techo y de las paredes, no habríamos podido ver nada. Entraba la luz de la luna y resultaba aún más macabro, cuando veíamos restos humanos por donde quiera que mirásemos. Aquel era sin duda un matadero, pero ¿un matadero por placer o, un lugar en el que Appa Minho había autorizado a Jong y Key, y a sus diáconos, usar para castigar a quienes se volvían en contra de sus enseñanzas. Volvimos a quedarnos quietos al escuchar la voz de Key. Estaba allí, caminaba por fuera del granero a la espera de que algún ruido nos delatara y entrar a matarnos, de modo que debíamos andar con el mayor cuidado que nos fuera posible. Así que comenzamos a avanzar a gatas, ya ni siquiera sintiendo la sangre coagulada y pegajosa bajo mis manos, me hacía sentir asco. Lo único que importaba en aquellos momentos, era alcanzar la libertad, de un modo u otro. Cuando llegamos, cada uno se posicionó de un lado de la pesada rejilla que nos haría llegar directamente a los maizales por la puerta de atrás, y sujetándola con firmeza, nos miramos el uno al otro, rezaríamos porque no hiciera demasiado ruido. Fue entonces cuando Onew me susurró "A la de tres..." y en cuando hizo la cuenta, comenzamos a jalar los dos hacia arriba. Realmente, pesaba una barbaridad, pesaba muchísimo y estaba seguro de que mis huesos no tardarían en crujir. Mis músculos se tensaban, daba la sensación que desde el mismo momento en el que Onew me dejara solo cargando aquel peso, se me desgarrarían. Luego de recordar mi propia idea, arrastré un pie y coloqué la rodilla de tal modo que pudiera sostener también con ella, aquel peso. Mi mejor amigo me imitó y me convidó a que pasara yo primero. No me negué a ello y de nuevo, hicimos la cuenta hasta tres, para que él pudiera sujetar la reja lo mejor que le fuera posible y en cuanto yo la solté, la reja chirrió de forma estrepitosa. Me agaché rápidamente y me arrastré bajo ella tan deprisa como el cuerpo me dio, ya que escuchamos de pronto un grito sobrecogedor y unos salvajes golpes en el portón. Key nos debía de haber escuchado. Los nervios se apoderaron de mi, el pánico se apoderó de mi cuerpo y sentí que temblando tanto, me iba a ser imposible ayudar a pasar a Onew. Hubiera huído como un cobarde pero... Él había tenido la oportunidad de dejarme abandonado cuando dormía y sin embargo fue a buscar comida y agua para los dos, yo no podía dejarle allí... Hinqué una rodilla en el suelo y con ambas manos y la otra rodilla, traté de mantener la jaula, lo más alto posible. En aquel espacio, no estaba seguro de que Onew pudiera cabeza, no solo al arrastrarse, sino al estar yo en medio. Pude ver la sombra de Key corriendo hacia la cinta de la sala precedente y le grité a Onew que se diera prisa. El corazón me bombeaba tan deprisa, que temí que mi mejor amigo no pasara de aquella noche. Incluso antes de que yo hubiera sujetado bien todo, él ya estaba arrastrándose para pasar y Key entraba en la sala con su azada en las manos, dispuesto a ensartar con ella a Onew. Fue entonces cuando solté la reja con una mano y jalé de la camisa de mi amigo con la misma prisa con la que él intentaba colarse por el poco hueco que había dejado para que pasara el resto de su cuerpo.
Vi como Key levantaba su arma, dispuesto a atravesar a Onew de lado a lado como si fuera un pincho de carne a la parrilla y sin dudarlo, mantuve aquella pesada rejilla con la rodilla, sintiendo que en cualquier momento me la quebraría por el peso, tomé con fuerza la mano de Onew y tiré de él tan fuerte y rápido como pude, mientras él mismo luchó por meter todo lo que le quedaba y los pies. Solté la rejilla en el mismo momento en el que Key descargaba el primer golpe, errándolo y dejando la punta de la azada clavada en el suelo por unos preciosos segundos, que sirvieron para que Onew pasara del todo y la rejilla quedara cerrada tras nosotros. No esperamos a que La Matrona reaccionara y gateamos a toda velocidad hacia el corral que quedaba a nuestra espalda. Jadeábamos tan fuerte, que incluso los resoplidos de un animal rabioso, no hubieran llegado a ensordecer nuestras respiraciones. Giré la cabeza y vi a Key salir corriendo en dirección a la cinta, sin duda con intención de salir antes que nosotros, rodear el granero y darnos caza al otro lado.
En cuanto pudimos ponernos en pie, ninguno de los dos quiso hablar, nos dirigimos corriendo a la otra puerta mientras Key llegaba al portón y gritaba llamando a Jonghyun a los diáconos, que nos había encontrado. Nos lanzamos hacia la puerta de atrás, al menos yo, fue tan frenético el embiste que di a aquella vieja puerta de madera, que por poco, no la eché abajo... Sin embargo, me temblaban y sudaban tanto las manos, que sentí que estuve peleándome con el picaporte, más de una eternidad. Cuando abrí y salí fuera, no me percaté de que Onew se había quedado atrás, agarrando algo de unas estanterías cercanas a la puerta. No fui consciente de que él no estaba conmigo, hasta que me dispuse a correr hacia los maizales para saltar la valla de madera. Me detuve en seco al oír los gritos en la distancia, de los hombres de Jonghyun y fue entonces cuando me percaté de que apenas Onew estaba saliendo del lugar y de que llevaba en la mano, unos alicates y un martillo. Supongo que los cogería para que pudiéramos defendernos, pero no quise saberlo. Cruzamos juntos la valla de madera y nos internamos en los maizales en medio de la noche, escuchando voces a nuestras espalda y viendo por encima de nuestras cabezas, pasar focos de luz que nos buscaban en medio de todas aquellas plantas que superaban, gracias a Dios nuestra estatura. Sin embargo decían que podía ver cómo se movían a nuestro paso y fue entonces cuando Onew me jaló para que avanzáramos agazapados, casi en cuclillas. Aquello era horriblemente incómodo y sabía ahora cómo debían sentirse los animales cuando los hombres los perseguían para cazarlos.
Mientras nos movíamos sin rumbo aparente, podía sentir como las hojas de me cortaban las manos a medida que las apartaba cuanto podía de mi cara, en un desesperado intento por ver algo. Pero no había nada que ver. Apenas si llegaba a ver mi propia nariz. Escuchaba pasos, voces airosas diciendo que iban a destriparnos como a cerdos y la desesperación se apoderó de mi. Tan solo quería ponerme en pie y correr lo más lejos posible de allí. Llegó un momento en el que ni siquiera supe si Onew avanzaba a mi lado o si por el contrario se había ido en otra dirección llevado por la misma desesperación que se había apoderado de mi cuerpo.
Me puse en pie, resuelto a buscarlo, pero en cuanto comencé a moverme un poco, vi la luz de una linterna, pasando tan cerca de mi, que volvía a agazaparme. Cubrí mi boca y mi nariz, pues aunque los pasos de todos los que nos seguían, crujían, estaba seguro de que mi respiración era mucho más fuerte que eso. Me mantuve quieto unos pocos segundos y miré al rededor, sin ver a Onew por ninguna parte. Definitivamente nos habíamos separado o perdido el uno del otro... No podía creer que ni siquiera hubiera tenido la oportunidad de despedirme de él y de darle las gracias por vivir aquel Infierno a mi lado, sin dejarme nunca atrás.
Pude sentir el calor de mis lágrimas rodar por mis mejillas en el mismo momento en el que comencé a avanzar de nuevo, cuando los pasos detrás de mi, me instaron a apresurarme para poder continuar con mi huida. No volví a levantarme, seguí casi avanzando de rodillas e incluso a cuatro patas, buscando una orientación que me era imposible de encontrar, pues donde quiera que mirase, solo veía maizales y todos eran exactamente iguales. Ni siquiera estaba seguro de estar avanzando hacia delante... El miedo irracional se apoderaba de mi, era imposible de pensar nada que no fuera intentar llegar a algún lugar desde el que pudiera escapar. De pronto me detuve ante un grito y giré la cabeza viendo luces que iban tras de mi, girar en otra dirección mientras gritaban que habían cazado a alguien.
- N-no... No... Onew no... Dios mío... No ... - dije con la voz quebrada viendo que todos marchaban en otra dirección.
Comencé a llorar con más fuerza, no podía creer que lo hubiesen agarrado, pero si era así, yo no sabía dónde estaba ni cómo llegar a él para que al menos, si había que morir, muriéramos, uno al lado del otro. Negué diciéndome que no podía abandonarlo, pero en el mismo momento en el que fuí a caminar para buscar dónde se estaban arremolinando todos, escuché la voz de Jonghyun, diciendo que a alguien, uno de los herejes le había abierto la cabeza. ¿Significaba eso que no habían cogido a Onew? Recé porque así fuera, porque al menos, yo lo había entendido de aquella manera y sin dudarlo un solo segundo, reafirmándome en la idea de que Onew estaba a salvo, continué mi marcha hacia delante, intentando buscar entre la oscuridad y las plantas, dónde se encontraba la reja metálica, que habrían puesto para evitar que nadie saliera o nadie entrara.
Los escuchaba caminar a mi alrededor y cada vez que veía una luz demasiado cerca, intentaba cambiar de dirección, algo que hizo que me desorientara por completo de hacia dónde me estaba dirigiendo. No estoy seguro de cuántos metros llegué a avanzar, pero me encontré con lo que estaba buscando. Aunque el sonido de las voces y las pisadas, de los hombres de Jonghyun, eran fuertes y provocaban que mi corazón se disparase atemorizado por ser descubierto, llegó a mis oídos el suave murmullo del río... No estaba muy lejos de mi objetivo y si Onew seguía vivo, debía estar por allí también. Seguí el sonido, de la forma más certera que pude, ya que cada poco, me detenía y miraba al rededor o me acostaba sobre la tierra, al ver pasar demasiado cerca de mi algún foco, seguido de un grito que indicaba que aún no me habían encontrado.
Cuando el sonido del agua se fue haciendo más fuerte, me encontré caminando junto a una zona con rejas metálicas, coronadas con alambres de espino. Poco a poco, me fui poniendo de pie, aunque cada vez que escuchaba una voz, volvía a agazaparme por si alguien me había llegado a ver. Tras varios intentos de incorporarme, decidí que no tenía tiempo para que me temblara el pulso. La altura del maizal me protegería durante unos breves momentos, pues la reja sobresalía por encima y sería entonces, cuando pudieran verme y venir a por mi. Ni siquiera sabía si podría escalarla, sólo sabía que debía hacerlo, de un modo u otro. Donde quiera que estuviera mi mejor amigo, era él quien tenía los alicates y el martillo... Así que mis opciones eran esperar a que él apareciera, o trepar la rejilla, pasar al otro lado y esperar allí por si aparecía. Me sujeté de la reja con ambas manos y giré la cabeza al escuchar pasos que se acercaban. Vi pasar una luz y mi instinto de supervivencia, tomó por mi la decisión de esperar a Onew al otro lado. No diré que no fui cobarde sino sensato, pero lo cierto es que fui un cobarde y tan solo me preocupé por salvar mi vida. En aquellas circunstancias, era imposible determinar dónde se encontraba Onew, y si por suerte, aún no le habían atrapado, no podía permitir que me atraparan a mi. Ambos íbamos en la misma dirección, era solo cuestión de tiempo, que nos encontráramos allí.
Sin dudarlo ni un segundo más, trepé por aquella rejilla tan rápido como me fue posible, aunque mi sensación era de pesadez, de lentitud. Juraría que incluso una tortuga, podía moverse más rápido que yo. Casi tres metros sobre el suelo, me esperaban los alambres de espino y en el momento en el que me sujetaba con cuidado para no clavarme nada, escuché un grito alertando de mi presencia. Me volví loco en cuanto sentí que me apuntaban las linternas de algunos hombres y en cuanto vi una flecha pasar al lado de mi cabeza, me di cuenta de que no estaba soñando, no era una pesadilla, estaba en el mundo real e iban a matarme. Olvidé el miedo racionar que de por sí inspiran los alambres de espino y comencé a escalar y cruzarlos tan deprisa, que cuando notaba que se me enganchaban en la piel o la ropa, tiraba con fuerza para desengancharme, provocándome cortes que me hicieron sangrar y que mis manos se resbalaran.
Ni siquiera me importó y a pesar de la altura y de que se me hubiera enganchado el brazo en el alambre, no lo dudé ni por un segundo, me lancé hacia el suelo, daba igual si me rompía o no algo, el caso era intentarlo y tratar de salir vivo una vez más. Caí y rodé por el suelo, sin duda porque el aterrizaje me había dolido, pero ni siquiera me molesté en saber si me había roto algo, me incorporé y corrí a esconderme tras una roca, esperando que no se les ocurriera salir a ellos también.
Pude ver los focos cerca de la verja, diciendo que había sangre por todas partes y Jonghyun gritaba que se dirigieran todos al puente para salir a darle caza al traidor. En cuanto las luces cambiaron de dirección, comencé a ser consciente de los cortes que me había hecho y de cómo me dolían. Me sujeté los brazos y resoplé sintiendo un horrible escozor por todo el cuerpo, sin duda, me había cortado o hecho arañazos por todas partes. Tragué saliva y con jirones de mi camisa, improvisé unas vendas para los brazos, pues parecían ser la zona más afectada por mi paso a través de los alambres de espino. Podía escuchar los gritos de aquellos locos mientras intentaban alcanzar el puente, que de por sí, estaba también cerrado y con candados. Fue entonces cuando escuché unos chasquidos metálicos y al mirar hacia los maizales, a pesar de la oscuridad, vi a Onew agachado junto a los alambres, utilizando los alicates para cortar la verja y salir. Era como si hubiera estado por allí, esperando a que todos se alejaran, no sé si es que nos perdimos el uno del otro, que simplemente nos distrajimos y nos separamos o, si por el contrario, él se fue en una dirección diferente. No pude evitar asomarme por completo para que me viera y cuando vi cómo abría la verja hacia los lados para poder pasar, giró su cabeza en mi dirección y sonrió.
Puede sonar cursi o estúpido, pero su sonrisa me hizo sentir reconfortado. Me hizo sentir que volvía a estar a salvo porque él cuidaría de mi. No me moví del sitio por miedo, porque a lo lejos, escuchábamos el ruido de madera siendo destrozada. A los pocos segundos, Onew se había colado por el hueco que había abierto con los alicates y venía en mi dirección. Me tomó por las mejillas y susurró:
- Sabía que si Dios existía, no dejaría que te sucediera nada... - me dio un beso, aunque fue apenas un leve contacto entre nuestros labios y luego nos giramos en dirección al puente, atraídos por los gritos de Jonghyun y sus cazadores- Debemos irnos... Si quieres beber agua, es un buen momento, tal vez no tengamos forma de volver a hacerlo.
No tuvo que decirlo dos veces, de todos modos debíamos cruzar por el río y sin demora, corrimos hasta allí, nos inclinamos y usando las manos como cuenco, bebimos algunos sorbos rápidos y luego emprendimos una nueva carrera desesperada en busca de despistar a nuestros perseguidores... ¿Hacia dónde íbamos a huir en aquellos momentos? Onew dijo que siguiéramos el río y que aunque fuera incómodo, porque lo era, teníamos que ir por el agua hasta que nos fuera posible, ya que así, no encontrarían rastros de huellas... Aunque a mi parecer, era no solo cuestión de tiempo, sino de lógica, que supieran que habíamos ido en dirección este. Hacia donde se encontraban las minas, una antigua fábrica, que llevaba más de 50 años cerrada, y en resumen, hacia la que sin duda, sería la zona de paso más lógica para salir de allí. Y los escuchamos pronto correr por el borde de la orilla, aunque cuando gritaron, pensé que nos habían visto. Sin embargo lo que sonó fue "¡Herejes!". Onew y yo nos miramos con los ojos dilatados por el pánico, poco antes de arrimarnos a uno de los bordes rocosos del río, que en aquellos momentos, nos llegaba por la cintura, miramos en silencio hacia arriba y vimos, en efecto, herejes, saltando hacia el saliente del lado contrario del río, alertados por los gritos de los hombres de Jonghyun y dispuestos a enfrentarse contra ellos con uñas y dientes.
Onew me hizo una seña para que siguiéramos el río pegados a aquella pared rocosa, pero no pudimos avanzar mucho más, la corriente se volvió tan fuerte que nos resultaba imposible tratar de alcanzar el viejo sendero sin ser arrastrados y acabar, seguramente en una cascada o rompiéndonos los huesos en los rápidos.
- ¿Qué hacemos ahora, Onew? Van a matarnos... Tanto los herejes como los del culto, nos van a matar y lo mínimo que harán con nosotros es abrirnos en canal para hacernos comer nuestras propias tripas.
- Por favor... no digas eso... Están distraídos peleando entre sí... Aún nos queda una oportunidad...
- ¿Qué oportunidad nos queda Onew? No hay otro camino... Vamos a...
- Vamos a sobrevivir... Iremos por el bosque...
- ¿Cómo que por el bosque? ¿Por el camino de los Marchitos?¿Te volviste loco, Onew?
- ¿Se te ocurre algo mejor? -me replicó enfadado - Taemin, esto no es un juego, si seguimos discutiendo, perdemos un tiempo que podríamos estar empleando en huir... No hay alternativa, vamos...
Onew empezó a retornar el río sin que yo le siguiera. Estaba agotado, realmente me sentía al límite de mis fuerzas. ¿Por qué debíamos ir a aquel lugar espantoso? Casi que me gustaba más la idea de dejarme arrastrar por el río y quizás tuviera más probabilidades de llegar vivo a algún lugar lejano. Quería rendirme, no lo niego, quería decir "Hasta aquí hemos llegado".
Estaba dolorido, todo mi cuerpo estaba dolorido, temblaba de frío a causa de la temperatura a la que estaba el agua del río, mis heridas sangraban, mis fuerzas estaban al límite, mi esperanza estaba al límite. Sólo quería tirar la toalla y descansar de aquel maldito infierno y de todos aquellos psicópatas y fanáticos, de una vez por todas.
Onew se percató de que no iba tras él... Si hubiera sido un hombre más sensato, me habría dejado morir allí, porque yo ya me sentía muerto, ya me había rendido, estaba convencido de que el culto de Heaven, nos iba a matar... Pero él no. Él estaba convencido de que debíamos seguir intentándolo y salir de allí, porque por eso habíamos aguantado tanto tiempo... Porque teníamos que salir.
Cuando me quise dar cuenta, Onew me estaba agarrando la mano y me jalaba con suavidad para que fuera con él y no me quedara allí a esperar que me abrieran la cabeza de una pedrada, De modo que volvimos a ponernos en marcha y aunque desganado, atendí a todo lo que me dijo, me agaché varias veces e incluso caminé a cuatro para que no nos vieran del otro lado del río. Volvíamos a estar en una zona en la que el agua apenas llegaba por las pantorillas y de habernos visto, sin duda, habrían venido detrás nuestra.
En una ocasión giré la cabeza para verlos y pude observar a Jonghyun, cebándose a hachazos, con uno de los herejes, destrozándole la cabeza, golpe, tras golpe, tras golpe, todo ello sin parpadear y sin que su mano temblara mientras gritaba al viento que a Appa Minho, no se le daba la espalda... Eso era precisamente lo que Onew y yo estábamos haciendo, darle la espalda al Profeta de Dios, al Nuevo Bernabé... En esos segundos que mantuve la cabeza girada observando al que una vez fue nuestro amigo, comprendí que le debíamos a muchos, el sobrevivir para poder contar lo que estaba pasando y salvarlos a todos. A nuestros mejores amigos se lo debíamos porque habían enloquecido y en realidad lo que necesitaban era ayuda y atención médica.
Cuando quise darme cuenta, íbamos ascendiendo por un camino empinado y pedregoso, intentando por todos los medios ,que nuestros pasos, no hicieran caer rocas o gravilla que delatara nuestra posición. Oíamos el eco de Jonghyun diciendo que nos había visto ir río abajo, que un puñado de los que iban con él, fueran en esa dirección y que el resto, revisara los alrededores para asegurarse de que no había más herejes. Sentí que quizás, si a alguno de ellos se le ocurría mirar hacia el "camino" de tierra por el que estábamos subiendo, no solo nos verían, sino que seríamos un blanco fácil para quien coño fuera que estuviera usando un arco. Volví de nuevo la mirada hacia Onew, que se había detenido a esperar por mi y me indicaba con una mano que me apresurara. Teníamos que salir de aquella zona lo más rápido que nos fuera posible o nos verían. Justo cuando llegábamos arriba, a unos 30 metros de altura, el "camino" de gravilla, derivaba en un muro de rocas que teníamos que sortear sí o sí para llegar al Bosque de los Marchitos. En cuanto pusimos un pie sobre las rocas y levantamos el otro de la gravilla un pequeño desprendimiento delató nuestra posición.
- ¡¡ALLÍ!! -gritó la voz de Jonghyun señalando nuestra posición - ¡Allí están los traidores! ¡Cogedlos, vamos!
Onew no tardó en comenzar a trepar y yo, cuando quise agarrarme bien de una de las rocas salientes,me resbalé a causa de la sangre en mis manos, propiciando que rodara por la pendiente de gravilla al menos unos cinco metros hasta que logré frenarme empleando los pies. Traté de frotarme los ojos, pues me había entrado tanta tierra que los sentía llorosos e incapaz de abrirlos, grité a Onew pidiendo ayuda sin suponer que ya había bajado y se deslizaba hasta mi, frenándose del mismo modo en el que yo lo había hecho y esquivando flechas que nos estaban disparando. Apenas pude entreabrir los ojos cuando me jaló del brazo para obligarme a que me levantara. Vi las borrosas siluetas de Jonghyun y los suyos saliendo del río y corriendo como dementes en una carrera en aquella pendiente ascendente que en pocos segundos, coronamos yo y Onew. Aún no era capaz de ver nada cuando mi mejor amigo me azuzó a que comenzara a trepar y simplemente me agarré del primer saliente que encontré y empecé a subir tan deprisa como me era posible, escuchando la voz de Jonghyun a nuestra espalda ordenando al arquero que nos incrustara una flecha en medio de la cabeza. No fue hasta que una de ellas me pasó rozando la mano, que perdí completamente los nervios. Abrí los ojos de par en par y aunque aún me lloraban por la tierra, me encontré llegando a la parte superior del muro de roca, por el que luego correríamos hacia el lugar maldito, destinado a las personas infectas a las que Appa Minho había condenado a un destierro perpetuo para evitar el contagio.
Jonghyun fue el primero en alcanzar las rocas y en cuanto comenzó a escalar, vi que sus ojos chispeaban de puro odio, un odio irracional hacia mi y hacia Onew... Jamás hubiera imaginado que uno de mis mejores amigos, llegaría a mirarme nunca de ese modo... Onew llegó a mi lado, pero en lugar de decirme de correr, agarró piedras y comenzó a lanzárselas a nuestros perseguidores. Lo miré perplejo, estaba claro que tenía la sangre fría suficiente como para pensar que si les dábamos con piedras en la cabeza, tardarían más en atraparnos, de modo que comencé a mover las piedras más grandes que encontraba a mi lado, piedras del tamaño de un ladrillo o de un bloque de cemento, por lo menos y las lancé con rabia, con muchísima rabia por todo lo que habíamos tenido que soportar a manos de todos aquellos dementes que coreaban a uno más loco aún que ellos. Empezaron a caer como moscas y a los que dábamos en las cabezas o las manos, instintivamente, no solo se soltaban, sino que la gravedad, los hacía caer hacia atrás y rodar por toda la pendiente hasta que lograban frenarse por sí mismos o llegaban hasta abajo del todo y frenaban bruscamente contra otra piedra. El único que parecía ser un repelente para todas las piedras, era Jonghyun, quien no tardaría mucho en llegar hasta nosotros y mientras yo retrocedí aterrado al ver que sacaba su hacha del cinturón dispuesto a cortarnos con ella en pedazos, vi a Onew levantar el martillo que había tomado del cobertizo de Key y descargar un duro golpe sobre la mano de Jong, que se afianzaba en la roca,ya que con la otra blandía su arma. En la primera descarga escuché que le rompía los huesos y que aún así no se soltó y fue cuando descargó un golpe de su hacha contra Onew, quien lo esquivó y gritó colérico:
- ¡¡QUE TE JODAN!!¡A TI Y A TU PUTO DIOS!
Descargó entonces otro golpe, este sobre la sien de Jong, haciendo que cayera de espaldas desde una altura considerable y que además rodara como una peonza hasta mitad de la pendiente de gravilla bajo nuestra mirada llena de temor. Fue horrible, tanto para Onew como para mi, ver y haberle hecho aquello a Jong... pero él nos iba a matar, iba a hacerlo...
Fue en ese momento cuando nos quedamos sin respiración. Lo habría dado por muerto, de no ser porque comenzó a levantarse. Un río de sangre corría por el costado de su cara y sus ojos... Jamás había visto unos ojos así... Aquel fulgor... Fue como mirar al mismísimo demonio a los ojos.
Se limpiaba la sangre que salía también por su boca... Pero apenas se podía mantener en pie y Onew me jaló del brazo para que nos marcháramos antes de que se les ocurriera volver a subir y nos atraparan. Con miedo, me puse en pie y corrí con él alejándonos de allí todo lo posible y siguiendo entonces un viejo camino de ganado para llegar al estrecho que quedaba entre las montañas y que ahora era la zona de los Marchitos. Fue durante esa carrera, que me percaté de que Onew llevaba clavada una flecha en la parte de atrás de uno de sus muslos. Había sido y era tal la adrenalina, el pánico, la confusión y la desorientación que cargábamos con nosotros, que de seguro, su cuerpo no había tenido tiempo de avisarle de que estaba nuevamente herido:
- Onew... Onew, para, para...
- Aff... ¿Q-qué sucede...? No tenemos tiempo...Aff... -dijo tomando aire de forma costosa y errática.
- Tienes una flecha clavada en el muslo... Tenemos que sacártela...
- ¿Una...flecha?...
En el momento en el que vio a lo que me refería, fue cuando se hizo consciente del dolor que sentía por ello y me apresuré a ayudarle. Nos apartamos del camino y nos ocultamos parcialmente en la maleza del bosque para que pudiéramos evaluar los daños. Tuve que rajarle la pernera del pantalón para poder dejar a la vista la herida. Observé que, por suerte o desgracia, no había entrado recta ni profunda, pero que por el contrario, podía notar la forma de la punta en su piel. Se había clavado de forma trasversal, de modo que no había alcanzado el hueso, ni una profundidad peligrosa. Aunque brotaba sangre, era evidente que no le había alcanzado ninguna clase de arteria, de modo que me quité el cinturón y se lo entregué a mi amigo para que lo mordiera, acallando así el grito que más que seguro, iba a dar cuando la retirase:
- ¿Está muy jodido? -quiso saber mientras me miraba de reojo colocándose el cinturón en la boca.
- Podría haber sido peor. Hay sangre, pero no creo que te haya alcanzado nada importante... Seguramente te habrá desgarrado parte del músculo, pero creo que la podremos retirar sin que sea peligroso para ti. La vendaremos después y...
- Y seguiremos huyendo... No queda más remedio, Tae, rendirnos, no es una opción.
- ¿Acaso crees que podrás seguir corriendo en el estado en el que estás? -repliqué mirándole.
- ¿Acaso es mejor opción dejar que me maten? -me miró con el ceño fruncido - . Incluso si dejara de correr, caminaría, pero jamás me detendría hasta salir de éste sitio de mierda, Tae. Rendirnos no es una opción y tienes que prometérmelo.
- Pero Onew...
- Nada de peros, prométeme que no tirarás la toalla nunca. Jamás te rindas. No nos rendiremos, saldremos juntos de aquí, sobreviviremos y podremos volver algún día a ser personas normales en un mundo normal...
- Te... Te lo prometo, Onew. No me rendiré, no nos rendiremos. Saldremos de aquí aunque sea a rastras.
- Es una promesa, recuérdalo.
Me sonrió y asentí. Lo cierto es que sus palabras me habían inspirado esperanza. Me habían hecho ver, que él, estando más herido que yo, en ningún momento había barajado la posibilidad de rendirse o de abandonarme cuando yo ya me había rendido. Onew era el mejor hombre con el que podría haberme encontrado y con el que podría haber emprendido aquella loca huida. Sonreí para mí mismo y me apresuré a extraer la flecha de la forma más rápida y limpia que pude. Apenas se quejó, quizás estaba demasiado cansado como para expresar claramente, todo el dolor que debió de apoderarse de su cuerpo. Rompimos una manga de su camisa y con ella improvisamos una venda que ajusté bien, pero sin llegar a apretar en exceso, para evitar que se cortara el flujo de sangre en toda la pierna.
Una vez vendado y con la ropa ya rota por todos lados. Nos volvimos a poner en pie y revisamos que no hubiera linternas ni tampoco antorchas, que nadie viniera por el camino buscándonos... Aparentemente, Jonghyun y sus hombres no habían vuelto a subir, quizás porque Jong tenía los dedos rotos y una buena contusión en la cabeza, que no le dejaría moverse con total normalidad.
Tras ver que todo estaba como debía, sin nadie cerca, volvimos a salir al camino y corrimos por el sendero hasta que llegamos a la zona en la que debíamos deslizarnos por una bajada de gravilla, rocas y tierra. Desde nuestra altura y gracias a que allí había algunas hogueras, pudimos ver la entrada al Bosque de los Marchitos. No había ninguno cerca de las verjas con alambres, que se les habían puesto para evitar que salieran de la zona que Appa Minho les había asignado para que vivieran allí.
Nos miramos unos segundos y tratamos de bajar del modo más silencioso posible, intentando ir inclinados hacia atrás y con los pies de lado para evitar caernos y hacernos más daño y, como no, para que no se diera la alerta entre los marchitos... Aunque en realidad pensé que con ellos no debería haber ninguna clase de problema. Podríamos simplemente decirles que nos habían agostado a nosotros también y que ahora aquel iba a ser nuestro nuevo hogar junto a ellos... quizás sonaba demasiado idílico de aquella manera...
Detuvimos nuestra bajada en seco y permanecimos quietos, casi sentados, cuando vimos aparecer a uno de los marchitos, que, atraído por el sonido de gravilla cayendo, se había acercado a la puerta de entrada y observaba en silencio hacia afuera. Nos quedamos tan quietos, que amparados por la oscuridad, debíamos lucir como dos rocas más del entorno y fue cuando se giró en nuestra dirección, que mi sangre se heló en mis venas y vi el aspecto de aquel hombre, carcomido por una enfermedad que parecía ser peste. Decrépito, con la carne putrefacta y descompuesta desprendiéndose de su cuerpo...
Eso era lo peor... Que ni siquiera parecía un humano por el estado en el que se encontraba.
Aunque miró hacia nosotros, no pareció vernos en medio de la oscuridad de la madrugada y retornó el camino del estrecho para ir, seguramente, hacia donde se encontraban los demás. ¿Cómo era posible ver a gente en aquel estado? Seguro que una vez, aquel cadáver andante, había sido un chico al que habíamos conocido y con el que seguro, que en algún momento de su infancia, habíamos jugado.
Aún con el cuerpo agarrotado a causa de la impresión, busqué la mano de Onew a mi lado y en cuanto la sentí, me dije que no nos podíamos rendir. El Bosque de los Marchitos, era el último obstáculo para llegar a la libertad del mundo exterior... Cuando cesó el temblor de mi cuerpo, reanudamos la marcha y al llegar abajo del todo, tuvimos que tener cuidado de descender por algunas piedras. Una vez pusimos los pies en el suelo, Onew miró hacia la puerta de entrada a aquel lugar y leyó en uno de los carteles que allí había colocados y escritos con sangre : "Bienvenidos a éste lugar de redención espiritual" . Negó para sí... ¿Cómo podía alguien pensar que aquello un lugar de sanación de ninguna clase, cuando simplemente, los habían apartado y abandonado allí para que murieran lejos de los que seguían sanos.
Apestaba, sin lugar a dudas, olía asquerosamente mal y sabíamos perfectamente que en aquel lugar, la enfermedad flotaba en el aire. Onew me dijo que iría delante y comenzamos a caminar despacio, pegados de los muros de piedra que bordeaban el estrecho. Podíamos escuchar a gente quejarse a lo lejos, en medio de la espesura del tramo de bosque que había allí. Podía sentir que moscas asquerosas, salidas seguramente del cadáver o las pústulas supurantes de algún enfermo, entraba en mi boca y luego revoloteaba a mi alrededor a la espera de que yo también me convirtiera en pasto de las moscas. No podía respirar por la nariz, el aire no me llegaba bien a los pulmones y por ello caminaba con la boca entreabierta y eso hacía que sintiera que en cualquier momento iba a atragantarme con algún bicho de los que volaban a nuestro alrededor. De pronto, nos detuvimos y nos agachamos, al ver a una chica, no a más de cinco metros de nosotros, delante de una fogata, llena de pústulas supurantes de sangre y pus, que no dejaba de rascarse mientras repetía con voz rota las enseñanzas sobre la enfermedad del Evangelio de Appa Minho. Rezando vez tras otra que el Mesías Marchito llegaría envuelto en una nube de moscas, inmaculado como un recién nacido para dar fin al agostamiento penitente y entregarles el perdón de Dios por medio de su carne pura, la cual comerían en sagrada comunión. No parecía estar armada ni tener nada cerca que pudiera hacernos daño, de modo que, llevando Onew en la diestra el martillo, por si aquella chica decidía atacarnos, salimos de nuestro escondite y pasamos cerca de ella, no demasiado, bordeando la fogata ante la que estaba planta, sin llegar a perderla de vista. Pero no parecía vernos. Seguía enajenada rascándose y rezando, alzando las manos al cielo mientras hablaba vez tras otra del Cristo Marchito, y conforme seguimos avanzando, sin perderla del todo de vista, nos encontramos con gente tirada en el suelo, en los huesos, con la carne carcomida, con extremidades amputadas y vendadas con tela sucia... Incluso... Incluso muchos de ellos ni siquiera lograban ponerse en pie y podíamos ver con horror, como se arrastraban de un lado a otro y los había que incluso, estaban simplemente tirados, moribundos, esperando a que la muerte hiciera acto de presencia y los liberase de aquella horrible tortura, que estaban sufriendo por creer en las palabras del Nuevo Bernabé. Nos ocultábamos tras algunos árboles, e incluso, llegamos a meternos en pequeñas tiendas rudimentarias de campaña, que habían hecho los marchitos, para dormir a salvo, al menos en cierto sentido, de las inclemencias de la intemperie. Nos escondíamos, porque comenzamos a ver a algunos hombres y mujeres que no estaban en un estado tan avanzado de enfermedad, lucían técnicamente sanos, salvo por algunas pústulas coloradas sobre su piel; y eran esos hombres, los que patrullaban el lugar, con machete en mano, como si alguna de aquellas pobres almas al borde del abismo, tuviera la fuerza necesaria para ponerse en pie y tratar de huir.
Encontramos en una de aquellas tiendas, hojas arrancadas del Evangelio de Appa Minho, que hablaban sobre los Marchitos y su enfermedad espiritual, que no cesaría hasta estar a bien con Dios, y donde además, castigaba y condenaba a aquellos que trataban de escapar de allí,engañados por las mentiras del Demonio, quien indudablemente, les haría creer que en realidad eran presos de una auténtica enfermedad y no de un problema espiritual. Había también unas hojas en las que Kai, el diácono que también había enfermado y, al que Appa Minho puso al frente de todos los marchitos para evitar que se sublevaran, diciendo que aquel era un lugar de sanación del alma, que quien incurriera en un delito contra Dios o las enseñanzas de su Profeta, sería castigado con la muerte. Onew y yo nos miramos. Resultaba duro ver a gente que se dejaba morir en lugar de buscar atención médica, creyendo ciegamente que Dios los estaba castigando de aquel modo porque habían sido pecadores. Apenas estuvimos ocultos un par de minutos, viendo pasar a un lado y a otro a aquellos vigilantes armados, que parecían tener a todos los demás, asustados y sumisos. Incluso, vimos a uno de ellos, vomitando pus y sangre en un arrollo cercano. Supe inmediatamente que no debía beber de ninguna de las fuentes de agua que allí hubiese y sé que Onew pensó exactamente lo mismo que yo... Fue entonces cuando volvimos a ponernos en marcha, salimos despacio de la tienda, a cuatro patas y así, nos arrastramos hasta llegar a ocultarnos tras unos arbustos, donde volvimos a montar guardia, a la espera de que volvieran a pasar los vigilantes. Pero pasaron varios minutos y ninguno apareció por allí. De modo que nos debatimos entre salir y tratar de buscar un camino por el que lograr marcharnos o, esperar un poco más. Entonces, escuchamos un ruido a nuestra espalda y al girarnos, ni siquiera me salió el grito al ver a uno de los marchitos observándonos desde una distancia peligrosamente corta. Miré el machete que llevaba en la mano y pensé que iba a usarlo para cortarme la cabeza por la mitad... Cerré los ojos con fuerza y solo lo escuchamos rezar y decir que había encontrado al Cristo Marchito y que tenía que decírselo al diácono Kai. Ni siquiera lo pensamos cuando nos pusimos en pie y comenzamos a correr por el bosque esquivando a otros marchitos enfermos de peste, de sífilis y de quién sabe cuántas enfermedades más.
Pronto, un cúmulo de voces a nuestras espaldas, gritaba con voz rota, que habían encontrado al Mesías Marchito y sobre todas esas voces, se alzó una, alta, clara, firme y severa, gritando que debían ir a buscarlo. Y en pocos segundos a nuestro alrededor, comenzaron a congregarse enfermos que, poco a poco, iban no solo cercándonos para evitar que escapáramos, sino que se acercaban a nosotros gritando y farfullando alabanzas a Dios.
Fue en ese momento, cuando los marchitos, comenzaron a abrir un camino por el que poco a poco fue avanzando Kai, el que sin duda era el líder y guía de aquellos que habían sido expulsados de Heaven por impuros. Lucía como todos los demás, pero con la diferencia de que él parecía tener buena comida con la que alimentarse. Parecía un hombre cansado y derrotado no solo por el tiempo y la enfermedad. La última vez que le habíamos visto, se le notaban algunas pústulas coloradas, no demasiadas, pero en aquella ocasión, de no ser porque la luz de las antorchas nos dejaba ver que las llevaba cubiertas con piel que había pegado de algún modo sobre ellas, hubiéramos pensado que simplemente se había curado por arte de magia o por tener acceso a medicinas como Appa Minho.
- Alabado sea Dios y su Profeta Minho... -dijo con vos turbada mientras se acercaba hasta nosotros.
Nos encontrábamos cercados por todas aquellas personas enfermas, que nos miraban con ansiedad y con esperanzas, esperanzas de que fuéramos sus salvadores. Fue entonces, cuando Kai se nos acercó, que me adelanté a Onew para hablar con él.
Una vez, hace mucho tiempo, Kai y yo habíamos sido grandes amigos, no los mejores, ciertamente, pero llegó a ser un amigo muy especial para mi, y sé que yo para él también. De modo que quise apelar a aquel sentimiento como única vía de escape que se me ocurrió:
- Kai... Kai... ¿no me reconoces? Soy yo, Taemin... ¿Te acuerdas de mi?
- Oh, sí que te recuerdo -dijo susurrando mientras me miraba de una manera difícil de interpretar - Llevamos mucho tiempo esperándote. Y veo que has venido acompañado de uno de tus ángeles para que se asegure de que cumplimos con la profecía de Appa Minho... No te quepa duda, mi querido Mesías Marchito, que lo teníamos todo preparado desde hace mucho, para poder cumplir con lo que dice en las sagradas escrituras del Evangelio del Nuevo Bernabé.
- ¿Qué? ¡NO!¡Kai soy Taemin! ¿¡De verdad que no me reconoces!?
- Ssshhh... No te asustes, sé que la transustanciación por la que has de pasar te asusta, pero es a lo que estás destinado. ¡Cogedlos!
Fueron tantos brazos los que se nos vinieron encima, que sentí que me tiraban del cabello, que me trataban de jalar en distintas direcciones, como si buscaran partirme por la mitad o arrancarme los brazos y las piernas. Grité llamando a Onew, pero entre la ingente masa de enfermos que se había arremolinado a nuestro alrededor, fui incapaz de encontrar algo que no fuera su voz gritando que le soltaran. En ese momento, me vi arrastrado por aquellos enfermos delirantes, tras la estela de un Kai, que iba hablando como si recitara un poema o una solemne epopeya, que el primer paso para que ellos pudieran salvarse y purgar todos sus pecados tras el agostamiento penitente...
- Te clavaremos en una cruza... -decía convencido - Permanecerás allí hasta que mueras al tercer día y entonces, te enterraremos, resucitarás con la carne inmaculada y pura de un recién nacido y comeremos esa carne en sagrada comunión.
- ¿¡QUÉ!?¡¡NO,NO!!¡KAI NO! -grité histérico al darme cuenta de que realmente pensaba clavarme en una cruz, llevado por la estúpida creencia de que aquello realmente iba a salvarlos de la enfermedad.
Comencé a revolverme con tanta fuerza y con tanta rabia, que estuve seguro de que iban a terminar desmembrándome antes de que consiguiera soltarme. Pero ellos eran todos una pandilla de esqueléticos y famélicos enfermos terminales, no podían tener más fuerza que yo. Al menos, ese fue mi pensamiento para darme ánimos y convencerme de que me podría soltar. Me revolví de nuevo jalando con toda la fuerza de la que mi agotado cuerpo pudiera disponer y en efecto, conseguí librarme de muchos de los que me estaban agarrando. Y en cuanto tuve libre una mano, agarré la primera piedra que encontré y con ella, sin dudarlo ni un segundo, comencé a abrirle la cabeza al único que no me había soltado aún. Cuando finalmente me soltó vi venir sobre mi a un tipo enorme que trató de cogerme.
No sé exactamente en qué dirección lo hice, pero solo corrí. Corrí tan lejos como mis piernas me permitieron y pronto encontré a Onew, que lucía como yo, lleno de arañazos, despeinado, desorientado. Agarré su mano y corrimos en la única dirección en la que nadie parecía venir a por nosotros. Comenzamos a correr por el bosque apartando las ramas a manotazos, esquivando piedras que podían o no, estar ahí, ya que no lográbamos ver con claridad salvo si encontrábamos alguna hoguera en nuestro desesperado intento por huir de aquel nuevo infierno en el que nos habíamos metido. Escuchábamos a los marchitos venir tras nosotros, gritando que no podíamos huir, que estábamos allí para darles la redención a través de la carne.
No sé si por algún momento, se les llegó a pasar por la cabeza, que realmente íbamos a detenernos... Onew me hizo salirme del camino tras darme un jalón. Terminamos los dos en el suelo tras unos arbustos, escuchando pasar a los pocos segundos a al menos una docena de los marchitos, buscándonos, reclamando que volvíeramos. Miré a Onew y aún viendo pasar antorchas a menos de dos metros de nosotros, sentí la necedidad de agradecerle todo lo que por mi había hecho durante aquella noche y en realidad, desde siempre... Hubiera deseado disponer de algo de tiempo para nosotros, para poder besarle y agradecerle lo que por mi había hecho, de modo que me animé a darle un leve beso en una mejilla para al poco, revisar que no había nadie cerca que pudiera delatarnos o atraparnos, y tratamos de encontrar entonces un hueco entre las copas de los árboles , desde donde se viera el cielo y poder orientarnos en base a la posición de la luna...
Nunca pensé que aquella luna, sería el preludio a la desgracia que aconteció ante nuestros ojos. Escuché entonces un sonido extraño, seguido de un resoplido procedente de Onew. En el momento en el que giré a ver a mi amigo, mis ojos debieron estar a punto de salirse de sus cuencas. Un machete le había atravesado el estómago y él lo observaba igual de perplejo que yo :
- ¿¡!?¡¡ONEW!!- grité horrorizado al verle.
- Mmnff... -resopló echando sangre por la boca - Huye...
- ¡NO, NO!
Vi que llegaban más marchitos, atraídos sin duda por los gritos. Yo no quería pensar que aquel iba a ser el último momento que compartiría con Onew. Y antes de que aquel enfermo que lo había atravesado, hiciera ademán de hacerlo de nuevo, agarré el martillo que aún llevaba Onew y le di tan fuerte en la cabeza, que hice que uno de sus ojos se saliera de su cuenca. No tuve tiempo ni siquiera de asegurarme que estaba muerto cuando cayó al suelo. Me acerqué a Onew y lo tomé de las mejillas:
- Onew... Onew... Mírame... Mírame, no te rindas... V-vamos a salir juntos de aquí... -sollocé.
- MMnff... T-ti...enes...que irte... Has...sido muy valiente Tae... -me miró y me sonrió con cansancio antes de sentir una de sus manos ensangrentadas acariciarme el cabello - Siento... no haber cumplido...con mi parte... pero ...éste es el adiós...
- No...no te voy a abandonar... -le abracé con fuerza y pude ver no muy lejos de dónde estábamos, que se acercaban los marchitos con antorchas - Onew...
- Vete... Aún tienes...una oportunidad...
- Íbamos a lograrlo juntos... -volví a mirarle a los ojos.
- Y así será... siempre estaré contigo... -en ese momento, colocó en mi muñeca una vieja y simple pulsera de lana trenzada y me besó en la frente - Ahora corre y no mires atrás...
- ... Onew... N-nunca te olvidaré... -le besé fugazmente en los labios y muy a mi pesar, eché a correr en el sentido contrario al que venían los enfermos.
Apenas lograba ver nada por las lágrimas en mis ojos y sentí ansiedad al pensar que lo estaba abandonando cuando aún, quizás, hubiera modo de llegar juntos al mundo exterior.
Me detuve en seco cuando escuché los gritos desgarradores de dolor de Onew y sin poder evitarlo regresé, sólo para ser testigo de algo que acabó con cualquier clase de esperanza que yo pudiera tener, acabó con la empatía que había sentido por aquellas personas abandonadas a su suerte a morir por una enfermedad que les carcomía de dentro hacia afuera... Allí, entorno a él, había congregado un grupo, que había comenzado a comérselo vivo.
Lo mordían y le arrancaban trozos de carne... Podía ver cómo brotaba la sangre caliente de dentro del cuerpo de Onew y no pude más que vomitar.
Jamás hubiera pensado que aquel iba a ser el final del mejor hombre que en la vida conocería. Poco a poco los gritos se apagaron hasta que finalmente, presencié como dejó de respirar cuando uno de aquellos enfermos, le arrancó media garganta de un mordisco.
El dolor que recorrió mi cuerpo fue indescriptible... Nunca entenderé porqué Dios quiso hacerle tanto daño a un chico que siempre había hecho el bien por los demás... De haber existido... Dios habría sido un grandísimo capullo por permitir que Onew muriera de aquella manera.
✟☢ ̷Y CUANDO JESÚS LE PREGUNTÓ A DIOS
"¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?"
ÉL, NO DIJO NI UNA PALABRA ☢✟
El silencio se había apoderado de la sala de la enfermería. Nadie parecía querer respirar tras aquel horrible relato e incluso la entrevistadora, estaba con la cara hundida en un pañuelo, llorando desolada por lo que Taemin acababa de contar. El muchacho resopló y se enjugó sus propias lágrimas con la manga de la camisa, antes de continuar:
- El resto de la historia... Ya la conocen... Corrí durante el resto de la noche hasta que mi última escapatoria, fue lanzarme al río, con la esperanza de que me llevara lejos... Lo más lejos posible de Heaven y de todas esas pesadillas... El río me arrastró y tuve la sensación de que me ahogaría en los rápidos más de una vez, pues la corriente era tan fuerte, que tiraba de mi hacia abajo, como si fueran las manos de Appa Minho, queriendo llevarme al fondo para que me reuniera con todos los demás...
Heaven es... y siempre será, una parte de mi... Me ha dejado secuelas físicas y mentales de las que nunca me recuperaré... Ellos me lo quitaron todo... A mi y al resto de chicos que vivimos allí. Nos quitaron a nuestras familias, nos quitaron la libertad... Nos quitaron nuestro pensamiento propio... Nos quitaron a nuestros amigos... Y a mi, me quitaron a Onew... - sollozó antes de negar con la cabeza - Hubiera dado lo que fuera, porque él estuviera aquí conmigo hoy... Porque yo no me salvé, fue Onew quien me salvó una vez tras otra... Y me duele saber que a partir de hoy, me levantaré cada mañana, sin su dulces sonrisa y sabiendo que jamás volveré a escuchar su voz llamándome o tranquilizándome ante los peligros que me acecharán por la noche... Heaven y Appa Minho, se lo han llevado todo...
Un nuevo silencio se apoderó de todos y fue entonces cuando la presentadora, tomó las manos del muchacho en un gesto que quería demostrar su apoyo para él, o quizás, fue simplemente un acto reflejo para que se sintiera más tranquilo:
- Taemin... ¿por qué no nos dices dónde está Heaven? La policía podría ir allí y...
- Y no encontrarían nada...
- ¿Cómo lo sabes? Si aún hay gente que como tu está sufriendo, quizás lleguen a tiempo para rescatarlos.
- Lo dudo... Por algo tan simple como que... El día que me colé en el dormitorio de Appa Minho, encontré unos papeles que me detuve a leer. Hablaban no solo de sus locuras religiosas, sino de que en el caso de que alguien huyera, Appa Minho tenía la autorización de Dios, para llevar a los hombres y mujeres de Heaven al purgatorio... En definitiva... Los iba a matar cuando Onew y yo escapáramos, y por lo que decían las notas, utilizaría veneno, seguramente, repartiéndolo en el vino de comunión... Estoy seguro de que lo cumplió... Que los mató en nombre de Dios y de sí mismo y que seguro él también lo tomó... En Heaven no quedarán más que cadáveres y horrores que sólo desean ser olvidados. Espero que el tiempo y el bosque se traguen aquel infierno disfrazado de Paraíso...
Así fue como terminó la entrevista de Taemin. Cuando las cámaras se apagaron, la presentadora, le ofreció su número de teléfono y le insistió al muchacho, que cuando necesitara cualquier cosa, que por favor, la llamara y ella estaría encantada de poder ayudarle. Poco a poco, comenzaron a vaciarse los estudios de la cadena televisiva y el menor, aún no podía ponerse de pie. No fue hasta que las luces del pasillo se apagaron, que decidió incorporarse y pedirle al señor que se había quedado cuidando de él, que si podía ir a traerle algo de comer, pues tenía hambre. Hacía mucho que no comía en condiciones y en el hospital le habían recomendado una dieta líquida y en poca cantidad, ya que tenía problemas estomacales por haber estado comiendo y bebiendo alimentos en mal estado y contaminados por químicos, basura y residuos.
Cuando se quedó a solas, Taemin miró hacia la ventana de la enfermería y decidió bajar de la camilla para ir y abrirla, dejar que entrara el aire, que aún siendo un aire de una ciudad tan grande como lo era Seúl, se le antojaba más puro que el que se respiraba en Heaven. Sonrió cuando al abrir, sintió la brisa correr y acariciarle de forma suave en la cara. Cerró los ojos y aspiró el aroma a humedad, debo a la hora que era. Se apreciaba la bruma por todas partes, pero hubo algo que llamó su atención. Pasó varios minutos mirando a lo lejos la ciudad, viendo ir y venir los coches, hasta que tuvo la extraña sensación de que alguien le estaba observando y despacio giró un poco la cabeza, creyó apreciar una sombra plantada ante la puerta y se giró completamente, abriendo los ojos de forma abrupta al encontrarse con aquellas sonrisas, que lo observaban en silencio.
Y entonces lo comprendió todo... Heaven no estaba completo sin él... Estaban allí, para terminar el trabajo que Dios les había encargado. Sus rostros expresaban felicidad por haber encontrado la pieza de puzzle perdida... Estaba allí... "Te hemos estado buscando durante tanto tiempo... "
✟☢ ̷Y DIOS DIJO: YO SOY, EL QUE SOY ☢✟