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lunes, 25 de julio de 2016

◄ ▬ TÉ DE DRAGÓN AMARILLO ▬ ► 3º Cap

Personajes: JongHo [Jonghyun + Minho]
Género: Acción
EEL: +16

Resumen: Jonghyun es un acaudalado jefe de la mafia en Corea del Sur y que por circunstancias de la vida, quizás la mera casualidad, le llevó a coincidir en un desfile chino en el que un disfraz de dragón le hizo recordar una promesa que hacía casi 10 años que había olvidado. Ir a china en busca de un muchacho que tiempo atrás clavó en él algo más que sus ojos duros y severos.
Viaja a Pekín decidido a buscar la marca distintiva de aquel chico, un dragón amarillo...¿Qué le espera a un coreano en las duras calles de china donde abundan mafiosos dispuestos a sacarle las tripas por el simple hecho de ser coreano?




CAPÍTULO 3º

JONGHO MODE




Una vez su jet privado aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Pekín se planteó si habría sido o no buena idea ir. Se levantó de su asiento de cuero blanco cuando sus empleados abrieron la compuerta y con calma esperó a que colocaran la escala para bajar y luego echó un rápido vistazo al lugar, aunque era de noche y no se apreciaba tampoco en exceso la luz de la pista de aterrizaje, pero una vez entró en el edificio, observó que incluso a aquellas horas de la madrugada, el bullicio de gente era notable. Tampoco es que le sorprendiera, en Busan siempre había mucho movimiento, sobretodo en los meses de verano ya que sus playas eran de las más apreciadas por los coreanos... 
Se notaba que estaba ya en otro país, el olor era tan diferente al de su hogar... Allí apestaba a contaminación y lo cierto es que esperaba no pillar ninguna enfermedad.


- Ya no hay vuelta atrás - se dijo a sí mismo- Tengo que encontrar a Minho, si es que sigue vivo.



Una vez revisó la terminal por encima,se dirigió junto a dos de sus hombres, que eran quienes cargaban el equipaje, hacia la salida del aeropuerto con paso firme mientras uno de ellos hacía una llamada para que un taxi pasara a recogerlos mientras tanto el otro llamaba para alquilar dos habitaciones de hotel, la suit principal para su líder y la habitación contigua o más cercana para ellos dos. Aunque en principio viajaba solo, Jonghyun no se podía permitir el lujo de estarlo por completo. Dos hombres de escolta eran suficiente y teniendo a Key en Busan a la cabeza de las actividades de la mafia, podría decirse que estaba absolutamente todo bajo control.
Antes siquiera de  pisar la calle, Jonghyun se puso una mascarilla, sabía que el aire de las ciudades chinas estaba bastante contaminado y si había algo que quería evitar en aquellos momentos, era intoxicarse. Él no lo sabía pero desde su llegada ya había algunos hombres de Minho siguiéndole y sacando fotos de casi todo lo que hacía como si fuera un famoso del que incluso un estornudo merecía la pena para la portada de alguna revista. El objetivo no era otro que mantenerlo vigilado para poder informar a Minho de cualquier cosa, claro que para ello era necesario que aquel coreano no se diera cuenta de que le estaban siguiendo. Por suerte, Jonghyun iba demasiado preocupado por sus propios pensamientos como para darse cuenta de que le seguían, claro que aquellos espías, eran quizás de los mejores del mundo, no parecía en absoluto que hubiese nadie fuera de sitio ni haciendo nada sospechoso o fuera de lo normal.

Esperó en la zona de los taxis hasta que sus hombres localizaron uno de aquellos autos de lujo que se estacionó delante de ellos como si de antemano supiera a quién tenía que llevar. De lo que no se percató nadie salvo Jong, fue de que para vivir en china, aquellos hombres entendían el coreano y peor aún, lo hablaban con fluidez. Se le hizo extraño, pero quizás solo era una ampliación de conocimientos en la ciudadanía por parte del gobierno. Sin embargo se trataba de otro de los hombres de Minho, un requisito indispensable era el dominio de al menos 4 idiomas para los hombres y mujeres que componían su clan mafioso, entre ellos, el coreano. Para quienes no tenían conocimientos de éste idioma, era el propio Minho el que pagaba de su bolsillo en una academia particular para que aprendiesen a hablar y escribir en coreano con fluidez... Era una forma de asegurarse de que el día que Jong fuese a China, sus hombres estuvieran capacitados para entenderlo...


Sin sospechar nada, Jonghyun subió al coche junto a sus hombres y llamó a Key para informarle de que ya estaba en Pekín y que le llamaría dos veces al día para mantenerse informado sobre cómo iba todo en Busan:


- Me siento como si no confiaras en mi criterio- replicó la Diva.
- Confío en ti, pero lo cierto es que también hecho de menos tu voz chillona.
- ¡Que estúpido! - se quejó con hastío, por suerte a través del teléfono Jong no podía ver su sonrisa- Dices esas cosas solo para molestarme... Espero que sepas lo que haces en China... Te has ido tan de pronto...
- Sé lo que hago y no es asunto de nadie más que mío.
- No es que tengas que decírmelo pero me preocupa mucho que estés allí... Las tensiones raciales son cada vez peores y lo sabes.
- Lo sé perfectamente pero no es algo que me preocupe ahora mismo. ¿Ha habido alguna novedad? - cambió de tema mientras se masajeaba el puente de la nariz tras retirarse las gafas de sol.
- Ninguno, todo va bien, como es de esperar...
- Perfecto, te llamaré dentro de algunas horas para concretar algunos detalles que me gustaría que buscases desde allí.
- ¿De qué se trata? ¿No puedes decírmelo?
- No es el momento Key, ocúpate de lo que debes y basta-cuelga.



Un prolongado suspiro salió de los labios del coreano segundos antes de mirar en silencio por las ventanillas. Él no entendía nada de chino, así que cada calle o cada avenida, miraba el cartel como si no viera nada, ni tampoco se esforzaba en preguntar nombre de nada, no tenía ninguna clase de información sobre el paradero de Minho. Miró al conductor en silencio por medio del retrovisor, el hombre parecía calmado vigilando el tráfico como debía ser, no les daba conversación de ninguna clase y era algo que le gustaba, la gente entrometida era algo que no soportaba y en caso de conductores de taxi no podía ser menos.
Al llegar al hotel tras una agobiante hora dentro de aquel cacharro que allí era supuestamente de lujo, el mafioso descendió doliéndose de todos los huesos del cuerpo, aunque aún no llegaba a los cuarenta, estaba realmente destrozado, el estrés y las locuras de su juventud le acarrearon lesiones que en un principio no parecieron nada importante pero que con el tiempo se habían vuelto algo del día a día que le molestaba. Mientras sus hombres se ocupaban de pagar al taxista, entró en el hotel con curiosidad y se sintió complacido al ver aquel lujoso y moderno espacio, sin duda el lujo al que estaba acostumbrado y que le gustaba. Allí sí que no había ningún hombre con el que comunicarse en coreano, pero por suerte, los encargados de la recepción hablaban el inglés de manera perfecta y Jonghyun también,de modo que fue simple hacerse entender, tenía una reserva desde hacia poco más de una hora y por teléfono le habían dicho que sí que estaba disponible una de las suits del hotel, pero en aquel momento, de pronto, no tenían ya ninguna habitación de lujo de la que pudiera disfrutar aquel hombre. 
El paliblanco no se molestó ni siquiera en sentirse ofendido, mandó a sus hombres cargar con su equipaje y salió del edificio como si en realidad le hubieran hecho un favor porque no estaban a la altura de lo que merecía alguien de su rango. Aquella zona de Pekín estaba llena de hoteles de lujo y ya que el Beijing Grand Hotel no había sido una noticia agradable, pusieron rumbo a uno cualquiera que luciera del mismo tipo. A menos de dos calles de distancia se encontraba el Wangfujing Grand Hotel. La entrada era un amplio vestíbulo con los suelos de un elegante granito blanco que enfatizaba la vista hacia unas escaleras amplias y elegantes que discurrían hacia el piso superior y que estaban no solo situadas en el centro de la sala para captar toda la atención de quien entraba por la puerta,sino que además, formando un semicírculo a sus costados, había mesas y butacas en las que los clientes se sentaban a charlar. Dos muchachas uniformadas le dieron la bienvenida en un inglés pulcro y lo guiaron hacia las escaleras, la recepción se encontraba en aquel primer piso, por llamarlo de alguna manera, en la balconada que estaba justo encima de la escalera y que sobresalía apenas, adornada por una baranda de hierro con motivos florales. 
Casi había sido todo un acierto el que no hubiese habitación disponible en el otro edificio. Puesto que llevaba dinero en metálico, no tuvo problema alguno en pagar la habitación por adelantado con la comida incluida y servida en la suite, no quería tener que codearse con otros chinos o extranjeros que estuvieran por allí.


Una vez instalado en su nueva habitación, Jonghyun llamó a Key para pedirle que averiguara todo lo que le fuera posible sobre el Clan de los Dragones Amarillos. En internet sobre ellos habían más bien poca información, se sabía que era una importante mafia china que se encontraba operativa en Pekín en aquellos momentos y que se dedicaban al contrabando de drogas, sin embargo no se decía nada acerca de su líder o sus miembros ya que al parecer, aquella mafia era muy discreta a la hora de actuar y en el caso de que algo saliera mal, nunca quedaban testigos en la escena.
Con aquella mediocre información Jonghyun no podría hacer demasiado pero al menos tenía por donde empezar a buscar, Minho vendía droga, puede que incluso la exportara en el caso de que aquellas sustancias fueran fabricadas en algún remoto lugar de China, y la mayoría de las drogas se movían en la calle, en los bajos fondos y sobretodo donde había un gran movimiento de juventud, ya que siempre se buscaba enganchar a los adolescentes, eran los blancos perfectos para asegurarse consumidores de por vida. De modo que se enteraría de dónde solía juntarse la gente joven, seguramente sería en varios lugares dispersos por la ciudad ya que a fin de cuentas, en un lugar tan grande como aquel, era imposible que todos fuesen al mismo sitio.
Tampoco se dio mucho más tiempo para pensar, decidió que era momento de ponerse en marcha, una ciudad como aquella lo más probable era que no durmiese nunca. Se dio una ducha rápida y después se puso ropa cómoda para ir ligero por las calles. Key le envió una aplicación al móvil que le serviría para traducir sobre la marcha lo que necesitara, servía tanto como para traducir una conversación oral al momento como para leer carteles por medio de la cámara principal del teléfono. Le sería muy útil ya que ninguno de sus dos guardaespaldas hablaba ni el más básico chino. Con tranquilidad salieron a la calle en dispuestos a descubrir las zonas de reunión de la gente joven. A aquellas horas, aún siendo de noche, la ciudad bullía con mucha vitalidad. Las luces de neón resaltaban entre todas las demás por su potente colorido. En cierto sentido, todas la zonas de salida, ya fuera de jóvenes o mayores solían tener aquel aspecto, luces, música, comida callejera, bebida y como no, drogas.
Aunque caminaba fijándose en todo los jóvenes que pasaban cerca, se preguntaba si acaso Minho seguiría igual, él mismo estaba ya casi en los cuarenta aunque por suerte la genética le había sido propicia pues en absoluto se notaba en él el paso del tiempo, quizás simplemente en que sus ojos ya no tenían aquella vitalidad adolescente, pero podría pasar tranquilamente por un veinteañero en cualquier parte pero, ¿y si el tiempo no había sido tan clemente con el chico al que había ido a buscar? Ni siquiera estaba seguro de haberse enamorado de la persona y no del físico tanto tiempo atrás.
Sin saberlo, se cruzó con al menos tres jóvenes que pertenecían al Clan de Los Dragones Amarillos que vigilaban que no le sucediera nada. Por mucho guardaespaldas que llevara, no estaba preparado para un ataque fortuito.
 Por allí, como era de esperar, también se tropezó con Niel, el cabeza de familia, al menos públicamente de los Tigres Blancos. El joven, un claro amante del mundo de la noche, conocía o al menos le sonaban la mayoría de las caras que se movían por aquellas calles y ciertamente la de Jonghyun no le pasó desapercibida, era alguien nuevo e inmediatamente captó su atención y se preguntó al momento quién eran él y sus dos amigos... ¿Quizás turistas interesados en conocer la ciudad? ¿Hombres buscando los famosos prostibulos de Pekín? ¿Policías de paisano? Era imposible saberlo porque a primera vista sólo eran tras chicos de veinti-tantos buscando algo de diversión en una ciudad que no era la suya. Su curiosidad le llevó a acercarse a saludarlos, aunque para su sorpresa no se trataba de chinos, ya que fueron incapaces de responder a su saludo. Jonghyun frunció el ceño, era imposible fingir de dónde eran pero quizás el hecho de simplemente responder en inglés hiciera que fuera algo más complicado determinar si venían de Japón o Corea, aunque lo más inteligente era dar un nombre falso:



- Hola, encantado, soy Niel -dijo en un impecable inglés mientras algunos adolescentes se acercaban a ver a los coreanos.
- Hola, Niel - se limitó a responder el peliblanco.
- Disculpad que me haya acercado de ésta forma tan poco cortés, pero no he podido evitarlo, me muevo mucho en éstas calles y nunca los había visto.
- Venimos a hacer turismo.
- ¿Sí? ¿De qué clase?
- ...



Jonghyun pensó rápidamente que aquel muchacho o era un mafioso o un chico demasiado curioso por haberse acercado a ellos, lo que estaba claro era que reconocía las caras y eso era un problema, pero quizás podía utilizar aquella baza a su favor y dijo con calma y tratando de sonar lo más amable posible:


- Pekín tiene una noche muy famosa entre la juventud, ya sabes, se habla de emociones fuertes y chicas que saben pasarlo bien.
- ¡Oh, comprendo!



Parecía que aquella respuesta había no solo tranquilizado sino convencido a aquel joven. ¿Qué otra cosa podían estar buscando unos extranjeros. Niel se ofreció a enseñarles el lugar después de que Jonghyun le diera unos nombres falsos en japonés que por suerte, era otro idioma que hablaba con cierta ligereza y esperaba que el joven chino no lo entendiera, lo cual parecía ser así de modo que sonrió satisfecho y dejó que el muchacho y su grupo los guiara a sitios en los que había prostitutas y drogas,claramente no podría preguntar de forma directa sobre la familia mafiosa de Minho pero estaba seguro de que conseguiría de un modo u otro dar con ellos a pesar de no saber que el chico por el que había ido, ya lo tenía localizado y observado.



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De hecho Minho estaba de los nervios en su despacho, no dejaba de moverse de un lado a otro frotándose la cara con las manos. Saber que Jonghyun estaba ahora no solo en territorio enemigo sino que estaba en manos de el estúpido de Niel, aquel niño no paraba de tocarle las narices. Aunque a primera vista no lo pareciera, si descubría que aquel extranjero había ido no solo en busca de Minho, sino que además era un líder de la mafia en Busan, iba a haber muchos problemas. Si había algo que hacía que a Niel se le conociera, era el hecho de apretar primero el gatillo y preguntar después y claramente quería evitar a cualquier precio que aquella desgracia aconteciera sobre Jong. De modo que se debatía entre mandar a más hombres, lo cual podría delatar que el coreano era observado en cualquier momento o dejar que el ingenio propio de su visitante hiciera el resto.
Jong no era un estúpido, si era líder de una mafia era por algo, y Minho tenía que tener claro que trataría siempre de tener el control y no equivocarse jamás. Él debía saberlo, caminaba sobre terreno desconocido y plagado de minas que a la mínima podrían acabar con su vida.
El líder de los Dragones Amarillos se apresuró a salir de su despacho e ir personalmente a la sala de ordenadores. Sus hombres iban no solo con micrófonos, sino con alguna micro-cámara en la vestimenta, uno de ellos la llevaba en las gafas y por suerte había ido de cabeza tras Niel y sus nuevos amiguitos aparentemente japoneses hasta un local de escandalosa música y por supuesto con una venta de drogas igual de escandalosa. Era un local de dominio de los Tigres Blancos, por lo tanto, lo que allí dentro sucedía estaba bajo completo control de Niel y los suyos, si Jonghyun allí comentía un desliz podía ser lo último que hiciera. En aquellos tiempos, un simple camarero podía ser un asesino del clan, incluso un viejo sentado en una esquina podía serlo... En realidad en aquel local, todo el que trabajara e incluso los jóvenes que aparentemente estaban disfrutando de una noche de desmadre, podían y era muy probable que en realidad fueran miembros de la falange joven de Los Tigres Blancos.
Desde las pantallas de los ordenadores de la sala de control, Minho podía observar el ambiente del local y a uno de sus hombres intentando no alejarse demasiado de Jonghyun y Niel, tal y como eran sus órdenes. Pudo ver como Niel intentaba ser un estupendo anfitrión, quizás pensando que si enganchaba a aquellos tres hombres, lograría que vinieran más visitantes de Japón a sus clubes a gastar dinero en sus extravagantes juegos y fetiches sexuales, mundialmente conocidos. A los ojos del líder chino, nada escapaba, estaba seguro de haber localizado al rededor de los coreanos un aproximado de catorce miembros del clan de Niel. Entre ellos sabían como distinguirse para que otros de su mismo grupo no les disparasen en el caso de que se iniciara un tiroteo, en el caso de los Tigres Blancos, era un pañuelo, un simple pañuelo blanco que al contrario que otras prendas blancas, no se volvía fluorescente cuando las luces de la discoteca cambiaban, era el distintivo que los convertía en cazadores invisibles, ya que en caso de que algo sucediera, bastaba con dejar las luces de la discoteca encendidas para ver al objetivo pero no al tirador... Muy mal momento para que Jong llevara una camisa blanca... Pero estaba seguro de que si aún no se había percatado de ello, pronto lo haría, para ser mafioso, es más, para ser líder de la mafia, era necesario tener mis ojos y estar atento a todo, seguro no pasaría por alto algo tan evidente como que mucha gente allí llevaba un pañuelo blanco en alguna parte de su vestimenta... ¿O quizás no?... Aparentemente esa noche Jonghyun quiso hacer un alto más en el camino de su búsqueda y desde que vio acercarse a él a varias putas del local, Minho ordenó que cortaran la conexión de las cámaras. No se sentía capaz de ver algo así, irónicamente le dolía ver a Jong tocar a cualquiera... Sabía que en el fondo el sentimiento no era el mismo, uno estaba enamorado y el otro quizás solo encaprichado, era difícil saberlo... Volvió a encerrarse en su despacho y tuvo que conectar el aire acondicionado a toda potencia para poder relajarse,tan simple como que el frío le hacía centrarse y calmar el ánimo. Tomó asiento frente a su mesa y cerró los ojos dispuesto a entrar en trance para no pensar en que el cabrón del coreano estaría ya follándose a alguna de aquellas mujerzuelas y él no había tenido ni siquiera ocasión de volver a mirarle a la cara después de ser deportado de regreso a China.
Poco a poco Minho fue controlando los latidos de su corazón, que rabioso golpeaba en su pecho instándole a ir a reclamar lo que consideraba suyo, pero no era eso lo que debía hacer, a él no le se conocía por ser impulsivo y aquella mancha no aparecería en su historial a aquellas alturas de su vida. Una vez más, logró controlar al dragón de su temperamento por medio de ejercicios de respiración y poco a poco abandonó la consciencia terrenal para ascender a la paz espiritual que había mucho tiempo que no podía permitirse tener. De joven, cuando su padre aún estaba a la cabeza del clan, podía disfrutar de largas horas de meditación que poco a poco fue abandonando cuando las responsabilidades comenzaron a gobernar su vida. En esos momentos olvidaba quién era él y qué era todo lo demás, pues todo se convertía en nada y dejaba de tener importancia. Fue entonces cuando unos golpes que se repetían en series de tres cada vez con una pequeña pausa entre cada uno le hicieron volver desgraciadamente a aquel mundo que hacía rato, le tenían hastiado, pero que él mismo había elegido como propio...Sí, lo último que su mente pensó antes de volver a estresarse es que quizás podría ser una opción fabulosa, abandonar todo e irse a vivir al campo en alguna casa con terreno y cultivar verduras... Sí, sonaba idílico.
Abrió los ojos lentamente y observó en silencio la puerta de su despacho, donde alguno de sus encargados daba aquella serie de tres golpecitos. Emitió un prolongado suspiro al darse cuenta de que su calma apenas había durado diez minutos y con calma dio paso a aquel hombre suponiendo que le diría algo así como " Se las está follando", pero para su suerte, no se trataba de nada relacionado con Jonghyun ni las putas con las que estaba en aquellos momentos bajo los atentos ojos de Niel, no, se trataba de algo que hacía apenas un par de años había comenzado a hacer. A pesar de ser un traficante y un mafioso, Minho detestaba la trata de blancas, los secuestros...Aquello no era necesario por mucho dinero que pudieras ganar o mucho odio que tuvieras al objetivo secuestrado, esa clase de extorsión era deplorable a sus ojos y merecía un castigo. Los Dragones Amarillos solían interferir en aquellas despreciables actividades y liberaban tanto a las mujeres y niñas que eran usadas como prostitutas contra su voluntad, como rescataban a rehenes y los devolvían con sus familias. Le informaban de que se había producido el secuestro de la hija de un importante empresario de Hong Kong, de sólo 5 años de edad y que por lo visto ya habían enviado un dedo de la pequeña a los padres para demostrar lo en serio que iban. El líder suspiró apesadumbrado, tendría que dedicar días a aquello y dejar a Jonghyun en manos de sus hombres, era cuanto podía hacer. Se puso en pie y decidido puso en marcha un plan para rescatar a aquella pobre niña mientras su amor platónico se dejaba la polla en el coño infestado de alguna puta de los Tigres Blancos.



FIN DEL 3º CAPÍTULO


JONGHO MODE

domingo, 3 de julio de 2016

◄ ▬ TÉ DE DRAGÓN AMARILLO ▬ ► 2º Cap

Personajes: JongHo [Jonghyun + Minho]
Género: Acción
EEL: +16

Resumen: Jonghyun es un acaudalado jefe de la mafia en Corea del Sur y que por circunstancias de la vida, quizás la mera casualidad, le llevó a coincidir en un desfile chino en el que un disfraz de dragón le hizo recordar una promesa que hacía casi 10 años que había olvidado. Ir a china en busca de un muchacho que tiempo atrás clavó en él algo más que sus ojos duros y severos.
Viaja a Pekín decidido a buscar la marca distintiva de aquel chico, un dragón amarillo...¿Qué le espera a un coreano en las duras calles de china donde abundan mafiosos dispuestos a sacarle las tripas por el simple hecho de ser coreano?
































CAPÍTULO 2º


MINHO MODE 




A su regreso a China , a  Minho le costó empezar desde cero, pero aún conocía a muchos hombres que le debían favores de cuando su familia mafiosa estaba en auge. Había tratado sin éxito, de mantener aquel imperio pero el Clan de El Dragón Amarillo desapareció de forma definitiva en la ciudad coreana de Busan.
Tras ser perdonado de morir por Jonghyun, tardó algo de tiempo en dar con la embajada china en aquel país desconocido y para su suerte lo mandaron de regreso a casa con un visado especial. Conocía a algunos hombres influyentes que facilitaron los trámites pertinentes ya que a fin de cuentas era un inmigrante ilegal... Incluso se sintió feliz cuando vio el cielo gris y contaminado sobre la ciudad de su niñez. El ruido, los coches, la gente yendo y viniendo en distintas direcciones... Sin duda estaba en casa. En principio marchó a la casa de una de sus tías que siempre se había mantenido fuera del negocio de la mafia de su padre y para empezar, ya tenía al menos donde quedarse y comida. SU siguiente objetivo fue conseguir poco a poco nuevos miembros para un clan que volvía a estar en pañales. No valía cualquier persona ni cualquier perfil, tenía que conocer bien el negocio de las mafias, pues los tres clanes restantes que gobernaban por así llamarlo, no eran cosa de juego, a cada cual de ellos peor... Los dragones amarillos eran conocidos por usar primero la palabra antes que la fuerza y el resto de sus competidores como podrían ser Los tortugas Azules, actuaban siempre de manera violenta sin importar a quien podían perjudicar con su conducta.
Minho se movió en los bajos fondos, buscando trabajadores descontentos de las mafias rivales o quizás a algún soñador empedernido que volara tras un cambio radical de aires o simplemente el idealista. Como era de esperar, en un principio nadie le tomó en serio aunque todos conocían su cara y pronto se buscó algunos problemas por el hecho de seguir vivo ya que las bandas enemigas deseaban la desaparición completa y absoluta de los suyos.
Durante varios meses tuvo que caminar escondiéndose en aquellos barrios mientras buscaba a sus contactos y a nuevos miembros para su clan mafioso con el fin no solo de vengarse, sino de plantar cara a toda aquella podredumbre que ahora gobernaba en su querida ciudad. No tenía por objetivo ser el más rico ni el más influyente, pero sí uno de los más respetados y estaba seguro de que lo conseguiría cuando aquel bache fuera superado pero para eso tendría que sobrevivir a los constantes intentos de asesinato hacia su persona y no era cosa fácil, ya que en cualquier momento podía suceder: un disparo fortuito, un coche que se salta de pronto un semáforo para arrollarle, veneno en la taza de té de una cafetería cualquiera... Su cabeza tenía precio y parecía que el peligro acechaba tras cada esquina.

Poco a poco sus antiguos contactos lo fueron poniendo en una situación más ventajosa, muchos de ellos eran hombres maduros que en su mayoría pasaban ya de los 60 pero que tenían hijos metidos en algunos negocios poco limpios pero se sentirían honrados de que portaran el escudo de EL Dragón Amarillo que era el símbolo del clan de Minho, antaño eliminado. Su familia siempre se había limitado al tráfico de armas ilegales que en su mayoría eran enviadas a los Estados Unidos y a los países árabes que en aquellos momentos se encontraban sumidos en guerras civiles. Aunque las armas no eran un negocio limpio, las drogas y la trata de esclavos sexuales lo era mucho menos. No quería formar parte de aquel ingente grupo de degenerados que secuestraban a niñas y las obligaban a prostituirse y les daban palizas... Claro que si se paraba a pensarlo, tampoco es que fuera mucho mejor propiciar armas a quienes podían usarlas para matar a civiles...Pero ese era su trabaja y deseaba seguir desempeñándolo hasta que una bala pusiera un punto y final a su camino... Irónicamente, el símbolo del dragón indicaba la sabiduría, la justicia y la rectitud, pero todas aquellas directrices eran fácilmente variables según la conveniencia o el convencimiento de cada persona, pero él se consideraba recto y justo... Y quizás para muchos de los que pronto comenzaron a seguirle, también les parecía, sino un hombre sabido, al menos uno prudente.
Su ascenso comenzó con prestamos de dinero de sus contactos que le permitieron comenzar a robar  a sus rivales, pequeños hurtos en supermercados que trabajaban para las diferentes familias mafiosas y poco después comenzaron a robar a los distribuidores y a sus contactos con armas en el extrajero ofreciendo talones sin fondo o cheques al portador sin ninguna clase de seguridad, haciéndose pasar por algún peón de la mafia a la que estaban sirviendo en aquellos momentos, de forma que poco a poco, Los Dragones Amarillos comenzaron a hacerse con el favor de los comerciantes, tanto los internacionales, como los callejeros locales, sin casi hacerse notar, algunos negocios de las zonas más turísitcas de Pekín, empezaron a trabajar como coartada para aquella familia supuestamente desaparecida y a pagarle un tanto por ciento mensual a cambio de protección... ¿Qué qué era protección? Cada tienda , puesto ambulante, restaurante o supermercado, pagaba alrededor de un treinta por ciento del total de sus ganancias mensuales a la familia mafiosa que en aquel momento imperase en la zona con el fin de que ésta respondiera ante una agresión rival contra el negocio e intercediera para protegerlo y en cualquier caso ayudar a reconstruir en el caso de que destrozaran el local y la mercancía. Por tanto, varios locales empezaron a trabajar para Minho a cambio de su protección ante los peligros que representaban los otros tres clanes.



En un par de años, Minho volvía a estar bien posicionado e incluso podía permitirse el lujo de lucir algún capricho de joyería como podía ser un anillo o un reloj de muñeca, aunque él nunca había sido aficionado a los bienes materiales y no era menos en aquellos momentos.
Revisaba en aquellos momentos en su despacho, los papeles que debía rellenar para la construcción de un nuevo edificio de oficinas y apartamentos de lujo en un terreno que había adquirido hacía relativamente poco. A su espalda, en una pared de paneles color vino, un dragón hecho de oro relucía e iluminaba toda la sala como un talismán, vigilando desde las alturas, velando por la seguridad de aquel muchacho que una vez más se había levantado del barro.




El teléfono sonó y el joven respondió en su idioma natal, sonriendo apenas cuando su interlocutor dijo que se había dado el visto bueno definitivo a su plan de obras de un edificio de lujo y más aún, sus ganancias aquel mes habían ascendido hasta casi un 10% por encima de la media normal, lo cual era mucho y sin duda eso le hacía feliz, todo parecía ir viento en popa y al fin el honor de su clan había sido restablecido como correspondía. Al colgar el aparato, se acercó a mirar por la ventana preguntándose una vez más si aquel sería el día en el que al fin llegaría aquel joven coreano que una vez le perdonó la vida... Tras tantos años, no lo había olvidado, quizás porque había sido importante, teniendo en cuenta que aquel sentimiento resultaba irónico ya que ambos se habían intentado matar desde el primer momento y Jonghyun, le había dado una buena paliza, le había meado encima... Sí, aquello le había hecho sentir mucha vergüenza pero cuando volvió a cruzarse con él en el aeropuerto, supo que a pesar de ese sentimiento de inferioridad, había algo por encima de ello, un sentimiento más fuerte, no estaba seguro de qué, no podía definirlo como amor ni como nada en concreto porque nunca había sentido otra cosa que lo que le habían inculcado, la virtud, el honor y siempre tener la mente fría, incluso cuando parecía que su corazón se imponía, no tardaba en volver a ese necesario autocontrol.


También era cierto que ser el líder de una familia no era tan sencillo, la diplomacia solía fracasar en la mayoría de negocios y había que pasar a modos más sucios y ruines como podían ser la extorsión o algo aún peor, recurrir al secuestro y a la tortura e incluso al asesinato si era preciso para esclarecer algún tema concreto o un negocio que de pronto había salido mal por la intromisión de algún soplón en la organización... Si había algo que a los mafiosos no les gustaba, eran los soplones, algo así podía destrozar cualquier plan por insignificante que pareciese. Cada actividad que se llevaba a cabo en el clan, era por algún motivo y siempre resultaba ser un motivo que repercutía en el estatus de cada líder.

Mientras pensaba en aquellas cosas al observar las fachadas de los edificios de Pekín... De nuevo algo captó su atención, ésta vez se trataba de su teléfono móvil, vibraba dentro de su bolsillo y al sacarlo descolgó al reconocer el número de un viejo amigo que le hacía de informador y que era un experto en ordenadores:


- Espero que sea importante.
- Nunca te llamo sin motivo y en ésta ocasión es por un buen motivo. Hace casi 10 años me pediste que tuviera en cuenta un nombre y que si algún día aparecía en mi registro de viajes que te pusiera al tanto.
- Eso... ¿qué significa...? - susurra sintiendo que se le para el corazón por unos largos segundos.
- Significa que por una vez en 10 putos años, he encontrado su nombre en mi base de datos. Ha tomado un vuelo privado desde Busan y su destino es el Aeropuerto Internacional de Pekín.
- ¡ No puede ser! ¿Lo has comprobado?
- Sí, no hay otro, Kim Jong Hyun ¿no es ese el nombre que llevas repitiéndome casi a diario?
- Sí, ese es pero... es un nombre muy común...
- Escucha, estás de suerte, ahora que estamos en la era de la informática, puedo pasarte al móvil la foto que consta en su pasaporte y si quieres, me dices si es él o no.
- Sí, por favor, pásame la foto...



Al momento se apartó el auricular de la oreja y revisó la foto que le aparecía en la pantalla... Resopló al notar que algo le estallaba en la cabeza, era imposible no reconocer aquellos ojos negros tan profundos... Nunca había olvidado aquella cara, su expresión severa, sus labios fuertes, su bonita nariz... Jonghyun Kim, al fin había decidido ir a Pekín en su busca...
Sonrió sin poder disimular la felicidad, siempre había tenido la duda de si él le recordaba o finalmente habría olvidado su efímero paso por su vida y se había perdido en su memoria como una más de las mil caras sin importancia que nos encontramos a lo largo del camino.
Le costó varios segundos recordar que su compañero le estaba hablando aún por teléfono preguntándole ya nervioso si era o no ere el Kim Jonghyun ya que el silencio se había hecho latente y no sabía si le había pasado algo al líder mafioso o no. Volvió a colocarse el aparato en la oreja y dijo con voz calmada:


- Sí, es ese el sujeto al que me refería.
- ¿Y qué debo hacer? ¿Mando a los hombres a darle una paliza?
- ¿Qué? ... No, no lo digas ni de broma... Simplemente asegúrate de que nadie le de indicaciones de mi paradero.
- ¿Viene a buscarte a ti?
- Es imposible saberlo, pero de ser así, lo conveniente es que él mismo me busque sin ayuda de nadie, asegúrate de que nadie de la calle de mi nombre y que quede bien claro que no quiero que se diga nada de mi.
- Está bien, avisaré a tus hombres, no te preocupes, me ocuparé de todo, en cuanto baje del avión haré que le coloquen un transmisor para que puedas ver su posición desde el GPS de tu móvil y tu ordenador.
- De acuerdo.



No tuvo que decir nada más, colgó el teléfono y se sentó de nuevo en su lujoso asiento, delante de su mesa de despacho, sintiendo que incluso le ardían las mejillas a causa de la felicidad que le embargaba, pero debía contenerse y ser paciente hasta saber cuáles eran las intenciones de aquel coreano. Su decisión era inquebrantable, después de esperar durante diez años, no le importaba esperar un poco más.
Finalmente se puso en pie y decidió caminar fuera de aquel edificio que ahora era de su propiedad en busca de algún puestecillo callejero para comer mientras su cabeza hervía en pensamientos hacia aquel hombre... Extraño pensar que entre ellos dos podría haber surgido un sentimiento fuerte... Algo poco común entre mafiosos...El amor podía ser considerado un signo de debilidad y siempre era mejor aparentar no tener ninguna clase de sentimientos.


Las calles de Pekín bullían de gente, rostros que iban y venían en una marea humana que podía llegar a ser asfixiante. Revisó su móvil al escuchar la llegada de una notificación en la que su informador le dejaba un contador activo, similar al que se vería en una bomba, pero se trataba ni más ni menos que de el tiempo que le quedaba al vuelo del coreano por delante antes de arribar en territorio chino. Dependiendo del tránsito del aeropuerto, llegaría en poco menos de 40 minutos, así que muy pronto tendría informes y fotos de aquel hombre a cada paso que diese pero... Se detuvo en seco cuando se encontró de frente con uno de sus enemigos... En ese momento, Minho dirigía una familia mafiosa tan poderosa como había sido antes de que la unión de los tres clanes restantes la redugera a menos que cenizas. Se trataba de Ahn Niel, el líder de El Clan de los Tigres Blancos.
Se sostuvieron la mirada el uno al otro. Un astuto golpe de Minho hacía poco menos de dos años había hecho que la alianza desapareciera y el odio resurgió con más fuerza entre los clanes al volver la desconfianza, sólo aquel niñato, cuyo padre aún gobernaba en las sombras, había dado con indicios de que todo fue una jugarreta de aquel hombre:




- Que suerte la mía -comentó el menor de ambos - Eme aquí, en medio de una de las calles más populares para la juventud en Pekín y me encunetro con el apestoso reptil que ha estado fastidiando las actividades de mi casta.
- ¿Casta? No eres más que un niño. Tu padre no te ha enseñado valores y distas mucho de estar preparado para sobrevivir en medio de tanto experto en muerte.
- Sí, ya he oído que tenías una katana que cortaba en dos todo lo que se te ponía por delante pero... También he oído que hace diez años que nadie la ha visto, así que dedujo que no está ya en tu poder.
- No quieras comenzar conmigo un pulso, no podrás vencerme Niel.
- Sólo eres un Dragón Amarillo, acabamos con vosotros en el pasado ¿qué te hace pensar que no podremos hacer lo mismo ahora?
- Quizás la idea de que tienes a otros dos clanes en contra y te recuerdo que Los Tortugas Azules siempre han tenido muchos problemas con tu padre y deduzco que tu mejilla amoratada significa que contigo también-se mofa.
- Grr... Maldito- se toca la mejilla para cubrirse el golpe al que el más alto ha hecho alusión- No creas que la fortuna te sonreirá siempre, Minho, has sobrevivido una vez, no nos equivocaremos dos veces.
- Habrá que verlo, hablas mucho y haces muy poco.



Finalmente Minho se decidió a avanzar y pasar de largo de aquel pequeñajo que en cierto modo le recordaba a él en otros tiempos en los que aún su tutor se encargaba de enseñarle todo lo necesario para sobrevivir en aquel mundo lleno de oscuridad y traiciones. Tomó aire cuando al girarse comprobó que Niel ya no le estaba prestando atención, parecía encargarse más bien de saludar a otros de su edad, como ya dijo, aquella era una zona muy común para la juventud y si se habían encontrado fue por esa infeliz casualidad. No ocurriría con los otros líderes, que por seguridad salían de casa solo de forma ecepcional, además, el cabeza de familia de El Clan de los Fenix Rojos pasaba ya de los 70 y tenía problemas de movilidad a pesar de rendir de forma eficaz al menos mentalmente.
Siguió su camino para comer algo y al detenerse en un puesto se percató de que nuevamente su móvil vibraba, el avión del coreano había sufrido un pequeño retraso debido a turbulencias, pero todo parecía en orden así que se relajó hasta que le llegara la notificación de que había alcanzado tierra, según el contador eso sucedería en unos 20 o 25 minutos, puede que algo más debido a aquel imprevisto.

Mientras comía algo de un puesto callejero, fijó la vista en su reloj con la esperanza de que de ese modo el tiempo pasara más a prisa.


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- Él no para de mirar el teléfono - comentaba Niel viendo de reojo a aquel al que discretamente llevaba siguiendo desde que se habían cruzado poco antes.
- ¿Y qué? Hoy en día es algo normal.
- No en él - comentó el líder de los Tigres Blancos mientras se llevaba un helado a la boca- Tengo entendido de que no es muy amigo de la tecnología y no para de mirarlo, algo tiene que estar cociéndose y si lo averiguamos seguro que encontraremos el punto flaco de ese malnacido.


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Poco después de comer algo, Minho dio media vuelta de regreso hacia el edificio en el que tenía sus oficinas y una vez en la entrada revisó de nuevo su teléfono y recibió en aquel momento la foto de Jonghyun desembarcando de su jet privado. Ahora estaban en su territorio, lo que significaba que quien se movía sobre arenas pantanosas era el coreano... Claramente él estaría velando por su seguridad por medio de sus trabajadores, Jonghyun estaría vigilado y flanqueado por sus hombres sin que él mismo pudiera saberlo. En China las cosas eran muy diferentes a Corea, allí valía tener al menos un hombre de incognito en cada negocio, aunque pudiera parecer algo complicado, se daba mucho. Las familias chinas eran muy numerosas, mucho más que lo que podía pensarse, una sola organización podía tener al menos cien mil personas trabajando encubiertos y otros tanto haciendo papeleos, negocios y como quien dice "el trabajo sucio". Así  se movían en China.
El Jefe de los Dragones Amarillos subió a su despacho y se sentó cerca de la ventana, deseoso de saber si Jonghyun sería o no capaz de dar con él y en el caso de que lo hiciera ¿qué pasaría después? Sólo el tiempo lo diría.
Tampoco podría protegerle eternamente, el nombre de aquel mafioso coreano era bien conocido y si algún otro se enteraba de que estaba allí, sin duda habrían algo muy parecido a una guerra civil en las calles de Pekín.


- Era sólo cuestión de tiempo, mi querido Jonghyun... - susurró mientras miraba por la ventana el mar de hormigón que se extendía hasta donde alcanzaba la vista.


FIN DEL 2º CAPÍTULO

                                

MINHO MODE