Género: Acción
EEL: +16
Resumen: Jonghyun es un acaudalado jefe de la mafia en Corea del Sur y que por circunstancias de la vida, quizás la mera casualidad, le llevó a coincidir en un desfile chino en el que un disfraz de dragón le hizo recordar una promesa que hacía casi 10 años que había olvidado. Ir a china en busca de un muchacho que tiempo atrás clavó en él algo más que sus ojos duros y severos.
Viaja a Pekín decidido a buscar la marca distintiva de aquel chico, un dragón amarillo...¿Qué le espera a un coreano en las duras calles de china donde abundan mafiosos dispuestos a sacarle las tripas por el simple hecho de ser coreano?
CAPÍTULO 3º
JONGHO MODE
Una vez su jet privado aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Pekín se planteó si habría sido o no buena idea ir. Se levantó de su asiento de cuero blanco cuando sus empleados abrieron la compuerta y con calma esperó a que colocaran la escala para bajar y luego echó un rápido vistazo al lugar, aunque era de noche y no se apreciaba tampoco en exceso la luz de la pista de aterrizaje, pero una vez entró en el edificio, observó que incluso a aquellas horas de la madrugada, el bullicio de gente era notable. Tampoco es que le sorprendiera, en Busan siempre había mucho movimiento, sobretodo en los meses de verano ya que sus playas eran de las más apreciadas por los coreanos...
Se notaba que estaba ya en otro país, el olor era tan diferente al de su hogar... Allí apestaba a contaminación y lo cierto es que esperaba no pillar ninguna enfermedad.
- Ya no hay vuelta atrás - se dijo a sí mismo- Tengo que encontrar a Minho, si es que sigue vivo.
Una vez revisó la terminal por encima,se dirigió junto a dos de sus hombres, que eran quienes cargaban el equipaje, hacia la salida del aeropuerto con paso firme mientras uno de ellos hacía una llamada para que un taxi pasara a recogerlos mientras tanto el otro llamaba para alquilar dos habitaciones de hotel, la suit principal para su líder y la habitación contigua o más cercana para ellos dos. Aunque en principio viajaba solo, Jonghyun no se podía permitir el lujo de estarlo por completo. Dos hombres de escolta eran suficiente y teniendo a Key en Busan a la cabeza de las actividades de la mafia, podría decirse que estaba absolutamente todo bajo control.
Antes siquiera de pisar la calle, Jonghyun se puso una mascarilla, sabía que el aire de las ciudades chinas estaba bastante contaminado y si había algo que quería evitar en aquellos momentos, era intoxicarse. Él no lo sabía pero desde su llegada ya había algunos hombres de Minho siguiéndole y sacando fotos de casi todo lo que hacía como si fuera un famoso del que incluso un estornudo merecía la pena para la portada de alguna revista. El objetivo no era otro que mantenerlo vigilado para poder informar a Minho de cualquier cosa, claro que para ello era necesario que aquel coreano no se diera cuenta de que le estaban siguiendo. Por suerte, Jonghyun iba demasiado preocupado por sus propios pensamientos como para darse cuenta de que le seguían, claro que aquellos espías, eran quizás de los mejores del mundo, no parecía en absoluto que hubiese nadie fuera de sitio ni haciendo nada sospechoso o fuera de lo normal.
Esperó en la zona de los taxis hasta que sus hombres localizaron uno de aquellos autos de lujo que se estacionó delante de ellos como si de antemano supiera a quién tenía que llevar. De lo que no se percató nadie salvo Jong, fue de que para vivir en china, aquellos hombres entendían el coreano y peor aún, lo hablaban con fluidez. Se le hizo extraño, pero quizás solo era una ampliación de conocimientos en la ciudadanía por parte del gobierno. Sin embargo se trataba de otro de los hombres de Minho, un requisito indispensable era el dominio de al menos 4 idiomas para los hombres y mujeres que componían su clan mafioso, entre ellos, el coreano. Para quienes no tenían conocimientos de éste idioma, era el propio Minho el que pagaba de su bolsillo en una academia particular para que aprendiesen a hablar y escribir en coreano con fluidez... Era una forma de asegurarse de que el día que Jong fuese a China, sus hombres estuvieran capacitados para entenderlo...
Sin sospechar nada, Jonghyun subió al coche junto a sus hombres y llamó a Key para informarle de que ya estaba en Pekín y que le llamaría dos veces al día para mantenerse informado sobre cómo iba todo en Busan:
- Me siento como si no confiaras en mi criterio- replicó la Diva.
- Confío en ti, pero lo cierto es que también hecho de menos tu voz chillona.
- ¡Que estúpido! - se quejó con hastío, por suerte a través del teléfono Jong no podía ver su sonrisa- Dices esas cosas solo para molestarme... Espero que sepas lo que haces en China... Te has ido tan de pronto...
- Sé lo que hago y no es asunto de nadie más que mío.
- No es que tengas que decírmelo pero me preocupa mucho que estés allí... Las tensiones raciales son cada vez peores y lo sabes.
- Lo sé perfectamente pero no es algo que me preocupe ahora mismo. ¿Ha habido alguna novedad? - cambió de tema mientras se masajeaba el puente de la nariz tras retirarse las gafas de sol.
- Ninguno, todo va bien, como es de esperar...
- Perfecto, te llamaré dentro de algunas horas para concretar algunos detalles que me gustaría que buscases desde allí.
- ¿De qué se trata? ¿No puedes decírmelo?
- No es el momento Key, ocúpate de lo que debes y basta-cuelga.
Un prolongado suspiro salió de los labios del coreano segundos antes de mirar en silencio por las ventanillas. Él no entendía nada de chino, así que cada calle o cada avenida, miraba el cartel como si no viera nada, ni tampoco se esforzaba en preguntar nombre de nada, no tenía ninguna clase de información sobre el paradero de Minho. Miró al conductor en silencio por medio del retrovisor, el hombre parecía calmado vigilando el tráfico como debía ser, no les daba conversación de ninguna clase y era algo que le gustaba, la gente entrometida era algo que no soportaba y en caso de conductores de taxi no podía ser menos.
Al llegar al hotel tras una agobiante hora dentro de aquel cacharro que allí era supuestamente de lujo, el mafioso descendió doliéndose de todos los huesos del cuerpo, aunque aún no llegaba a los cuarenta, estaba realmente destrozado, el estrés y las locuras de su juventud le acarrearon lesiones que en un principio no parecieron nada importante pero que con el tiempo se habían vuelto algo del día a día que le molestaba. Mientras sus hombres se ocupaban de pagar al taxista, entró en el hotel con curiosidad y se sintió complacido al ver aquel lujoso y moderno espacio, sin duda el lujo al que estaba acostumbrado y que le gustaba. Allí sí que no había ningún hombre con el que comunicarse en coreano, pero por suerte, los encargados de la recepción hablaban el inglés de manera perfecta y Jonghyun también,de modo que fue simple hacerse entender, tenía una reserva desde hacia poco más de una hora y por teléfono le habían dicho que sí que estaba disponible una de las suits del hotel, pero en aquel momento, de pronto, no tenían ya ninguna habitación de lujo de la que pudiera disfrutar aquel hombre.
El paliblanco no se molestó ni siquiera en sentirse ofendido, mandó a sus hombres cargar con su equipaje y salió del edificio como si en realidad le hubieran hecho un favor porque no estaban a la altura de lo que merecía alguien de su rango. Aquella zona de Pekín estaba llena de hoteles de lujo y ya que el Beijing Grand Hotel no había sido una noticia agradable, pusieron rumbo a uno cualquiera que luciera del mismo tipo. A menos de dos calles de distancia se encontraba el Wangfujing Grand Hotel. La entrada era un amplio vestíbulo con los suelos de un elegante granito blanco que enfatizaba la vista hacia unas escaleras amplias y elegantes que discurrían hacia el piso superior y que estaban no solo situadas en el centro de la sala para captar toda la atención de quien entraba por la puerta,sino que además, formando un semicírculo a sus costados, había mesas y butacas en las que los clientes se sentaban a charlar. Dos muchachas uniformadas le dieron la bienvenida en un inglés pulcro y lo guiaron hacia las escaleras, la recepción se encontraba en aquel primer piso, por llamarlo de alguna manera, en la balconada que estaba justo encima de la escalera y que sobresalía apenas, adornada por una baranda de hierro con motivos florales.
Casi había sido todo un acierto el que no hubiese habitación disponible en el otro edificio. Puesto que llevaba dinero en metálico, no tuvo problema alguno en pagar la habitación por adelantado con la comida incluida y servida en la suite, no quería tener que codearse con otros chinos o extranjeros que estuvieran por allí.
Una vez instalado en su nueva habitación, Jonghyun llamó a Key para pedirle que averiguara todo lo que le fuera posible sobre el Clan de los Dragones Amarillos. En internet sobre ellos habían más bien poca información, se sabía que era una importante mafia china que se encontraba operativa en Pekín en aquellos momentos y que se dedicaban al contrabando de drogas, sin embargo no se decía nada acerca de su líder o sus miembros ya que al parecer, aquella mafia era muy discreta a la hora de actuar y en el caso de que algo saliera mal, nunca quedaban testigos en la escena.
Con aquella mediocre información Jonghyun no podría hacer demasiado pero al menos tenía por donde empezar a buscar, Minho vendía droga, puede que incluso la exportara en el caso de que aquellas sustancias fueran fabricadas en algún remoto lugar de China, y la mayoría de las drogas se movían en la calle, en los bajos fondos y sobretodo donde había un gran movimiento de juventud, ya que siempre se buscaba enganchar a los adolescentes, eran los blancos perfectos para asegurarse consumidores de por vida. De modo que se enteraría de dónde solía juntarse la gente joven, seguramente sería en varios lugares dispersos por la ciudad ya que a fin de cuentas, en un lugar tan grande como aquel, era imposible que todos fuesen al mismo sitio.
Tampoco se dio mucho más tiempo para pensar, decidió que era momento de ponerse en marcha, una ciudad como aquella lo más probable era que no durmiese nunca. Se dio una ducha rápida y después se puso ropa cómoda para ir ligero por las calles. Key le envió una aplicación al móvil que le serviría para traducir sobre la marcha lo que necesitara, servía tanto como para traducir una conversación oral al momento como para leer carteles por medio de la cámara principal del teléfono. Le sería muy útil ya que ninguno de sus dos guardaespaldas hablaba ni el más básico chino. Con tranquilidad salieron a la calle en dispuestos a descubrir las zonas de reunión de la gente joven. A aquellas horas, aún siendo de noche, la ciudad bullía con mucha vitalidad. Las luces de neón resaltaban entre todas las demás por su potente colorido. En cierto sentido, todas la zonas de salida, ya fuera de jóvenes o mayores solían tener aquel aspecto, luces, música, comida callejera, bebida y como no, drogas.
Aunque caminaba fijándose en todo los jóvenes que pasaban cerca, se preguntaba si acaso Minho seguiría igual, él mismo estaba ya casi en los cuarenta aunque por suerte la genética le había sido propicia pues en absoluto se notaba en él el paso del tiempo, quizás simplemente en que sus ojos ya no tenían aquella vitalidad adolescente, pero podría pasar tranquilamente por un veinteañero en cualquier parte pero, ¿y si el tiempo no había sido tan clemente con el chico al que había ido a buscar? Ni siquiera estaba seguro de haberse enamorado de la persona y no del físico tanto tiempo atrás.
Sin saberlo, se cruzó con al menos tres jóvenes que pertenecían al Clan de Los Dragones Amarillos que vigilaban que no le sucediera nada. Por mucho guardaespaldas que llevara, no estaba preparado para un ataque fortuito.
Por allí, como era de esperar, también se tropezó con Niel, el cabeza de familia, al menos públicamente de los Tigres Blancos. El joven, un claro amante del mundo de la noche, conocía o al menos le sonaban la mayoría de las caras que se movían por aquellas calles y ciertamente la de Jonghyun no le pasó desapercibida, era alguien nuevo e inmediatamente captó su atención y se preguntó al momento quién eran él y sus dos amigos... ¿Quizás turistas interesados en conocer la ciudad? ¿Hombres buscando los famosos prostibulos de Pekín? ¿Policías de paisano? Era imposible saberlo porque a primera vista sólo eran tras chicos de veinti-tantos buscando algo de diversión en una ciudad que no era la suya. Su curiosidad le llevó a acercarse a saludarlos, aunque para su sorpresa no se trataba de chinos, ya que fueron incapaces de responder a su saludo. Jonghyun frunció el ceño, era imposible fingir de dónde eran pero quizás el hecho de simplemente responder en inglés hiciera que fuera algo más complicado determinar si venían de Japón o Corea, aunque lo más inteligente era dar un nombre falso:
- Hola, encantado, soy Niel -dijo en un impecable inglés mientras algunos adolescentes se acercaban a ver a los coreanos.
- Hola, Niel - se limitó a responder el peliblanco.
- Disculpad que me haya acercado de ésta forma tan poco cortés, pero no he podido evitarlo, me muevo mucho en éstas calles y nunca los había visto.
- Venimos a hacer turismo.
- ¿Sí? ¿De qué clase?
- ...
Jonghyun pensó rápidamente que aquel muchacho o era un mafioso o un chico demasiado curioso por haberse acercado a ellos, lo que estaba claro era que reconocía las caras y eso era un problema, pero quizás podía utilizar aquella baza a su favor y dijo con calma y tratando de sonar lo más amable posible:
- Pekín tiene una noche muy famosa entre la juventud, ya sabes, se habla de emociones fuertes y chicas que saben pasarlo bien.
- ¡Oh, comprendo!
Parecía que aquella respuesta había no solo tranquilizado sino convencido a aquel joven. ¿Qué otra cosa podían estar buscando unos extranjeros. Niel se ofreció a enseñarles el lugar después de que Jonghyun le diera unos nombres falsos en japonés que por suerte, era otro idioma que hablaba con cierta ligereza y esperaba que el joven chino no lo entendiera, lo cual parecía ser así de modo que sonrió satisfecho y dejó que el muchacho y su grupo los guiara a sitios en los que había prostitutas y drogas,claramente no podría preguntar de forma directa sobre la familia mafiosa de Minho pero estaba seguro de que conseguiría de un modo u otro dar con ellos a pesar de no saber que el chico por el que había ido, ya lo tenía localizado y observado.
◄ ▬ ▬ ►
De hecho Minho estaba de los nervios en su despacho, no dejaba de moverse de un lado a otro frotándose la cara con las manos. Saber que Jonghyun estaba ahora no solo en territorio enemigo sino que estaba en manos de el estúpido de Niel, aquel niño no paraba de tocarle las narices. Aunque a primera vista no lo pareciera, si descubría que aquel extranjero había ido no solo en busca de Minho, sino que además era un líder de la mafia en Busan, iba a haber muchos problemas. Si había algo que hacía que a Niel se le conociera, era el hecho de apretar primero el gatillo y preguntar después y claramente quería evitar a cualquier precio que aquella desgracia aconteciera sobre Jong. De modo que se debatía entre mandar a más hombres, lo cual podría delatar que el coreano era observado en cualquier momento o dejar que el ingenio propio de su visitante hiciera el resto.
Jong no era un estúpido, si era líder de una mafia era por algo, y Minho tenía que tener claro que trataría siempre de tener el control y no equivocarse jamás. Él debía saberlo, caminaba sobre terreno desconocido y plagado de minas que a la mínima podrían acabar con su vida.
El líder de los Dragones Amarillos se apresuró a salir de su despacho e ir personalmente a la sala de ordenadores. Sus hombres iban no solo con micrófonos, sino con alguna micro-cámara en la vestimenta, uno de ellos la llevaba en las gafas y por suerte había ido de cabeza tras Niel y sus nuevos amiguitos aparentemente japoneses hasta un local de escandalosa música y por supuesto con una venta de drogas igual de escandalosa. Era un local de dominio de los Tigres Blancos, por lo tanto, lo que allí dentro sucedía estaba bajo completo control de Niel y los suyos, si Jonghyun allí comentía un desliz podía ser lo último que hiciera. En aquellos tiempos, un simple camarero podía ser un asesino del clan, incluso un viejo sentado en una esquina podía serlo... En realidad en aquel local, todo el que trabajara e incluso los jóvenes que aparentemente estaban disfrutando de una noche de desmadre, podían y era muy probable que en realidad fueran miembros de la falange joven de Los Tigres Blancos.
Desde las pantallas de los ordenadores de la sala de control, Minho podía observar el ambiente del local y a uno de sus hombres intentando no alejarse demasiado de Jonghyun y Niel, tal y como eran sus órdenes. Pudo ver como Niel intentaba ser un estupendo anfitrión, quizás pensando que si enganchaba a aquellos tres hombres, lograría que vinieran más visitantes de Japón a sus clubes a gastar dinero en sus extravagantes juegos y fetiches sexuales, mundialmente conocidos. A los ojos del líder chino, nada escapaba, estaba seguro de haber localizado al rededor de los coreanos un aproximado de catorce miembros del clan de Niel. Entre ellos sabían como distinguirse para que otros de su mismo grupo no les disparasen en el caso de que se iniciara un tiroteo, en el caso de los Tigres Blancos, era un pañuelo, un simple pañuelo blanco que al contrario que otras prendas blancas, no se volvía fluorescente cuando las luces de la discoteca cambiaban, era el distintivo que los convertía en cazadores invisibles, ya que en caso de que algo sucediera, bastaba con dejar las luces de la discoteca encendidas para ver al objetivo pero no al tirador... Muy mal momento para que Jong llevara una camisa blanca... Pero estaba seguro de que si aún no se había percatado de ello, pronto lo haría, para ser mafioso, es más, para ser líder de la mafia, era necesario tener mis ojos y estar atento a todo, seguro no pasaría por alto algo tan evidente como que mucha gente allí llevaba un pañuelo blanco en alguna parte de su vestimenta... ¿O quizás no?... Aparentemente esa noche Jonghyun quiso hacer un alto más en el camino de su búsqueda y desde que vio acercarse a él a varias putas del local, Minho ordenó que cortaran la conexión de las cámaras. No se sentía capaz de ver algo así, irónicamente le dolía ver a Jong tocar a cualquiera... Sabía que en el fondo el sentimiento no era el mismo, uno estaba enamorado y el otro quizás solo encaprichado, era difícil saberlo... Volvió a encerrarse en su despacho y tuvo que conectar el aire acondicionado a toda potencia para poder relajarse,tan simple como que el frío le hacía centrarse y calmar el ánimo. Tomó asiento frente a su mesa y cerró los ojos dispuesto a entrar en trance para no pensar en que el cabrón del coreano estaría ya follándose a alguna de aquellas mujerzuelas y él no había tenido ni siquiera ocasión de volver a mirarle a la cara después de ser deportado de regreso a China.
Poco a poco Minho fue controlando los latidos de su corazón, que rabioso golpeaba en su pecho instándole a ir a reclamar lo que consideraba suyo, pero no era eso lo que debía hacer, a él no le se conocía por ser impulsivo y aquella mancha no aparecería en su historial a aquellas alturas de su vida. Una vez más, logró controlar al dragón de su temperamento por medio de ejercicios de respiración y poco a poco abandonó la consciencia terrenal para ascender a la paz espiritual que había mucho tiempo que no podía permitirse tener. De joven, cuando su padre aún estaba a la cabeza del clan, podía disfrutar de largas horas de meditación que poco a poco fue abandonando cuando las responsabilidades comenzaron a gobernar su vida. En esos momentos olvidaba quién era él y qué era todo lo demás, pues todo se convertía en nada y dejaba de tener importancia. Fue entonces cuando unos golpes que se repetían en series de tres cada vez con una pequeña pausa entre cada uno le hicieron volver desgraciadamente a aquel mundo que hacía rato, le tenían hastiado, pero que él mismo había elegido como propio...Sí, lo último que su mente pensó antes de volver a estresarse es que quizás podría ser una opción fabulosa, abandonar todo e irse a vivir al campo en alguna casa con terreno y cultivar verduras... Sí, sonaba idílico.
Abrió los ojos lentamente y observó en silencio la puerta de su despacho, donde alguno de sus encargados daba aquella serie de tres golpecitos. Emitió un prolongado suspiro al darse cuenta de que su calma apenas había durado diez minutos y con calma dio paso a aquel hombre suponiendo que le diría algo así como " Se las está follando", pero para su suerte, no se trataba de nada relacionado con Jonghyun ni las putas con las que estaba en aquellos momentos bajo los atentos ojos de Niel, no, se trataba de algo que hacía apenas un par de años había comenzado a hacer. A pesar de ser un traficante y un mafioso, Minho detestaba la trata de blancas, los secuestros...Aquello no era necesario por mucho dinero que pudieras ganar o mucho odio que tuvieras al objetivo secuestrado, esa clase de extorsión era deplorable a sus ojos y merecía un castigo. Los Dragones Amarillos solían interferir en aquellas despreciables actividades y liberaban tanto a las mujeres y niñas que eran usadas como prostitutas contra su voluntad, como rescataban a rehenes y los devolvían con sus familias. Le informaban de que se había producido el secuestro de la hija de un importante empresario de Hong Kong, de sólo 5 años de edad y que por lo visto ya habían enviado un dedo de la pequeña a los padres para demostrar lo en serio que iban. El líder suspiró apesadumbrado, tendría que dedicar días a aquello y dejar a Jonghyun en manos de sus hombres, era cuanto podía hacer. Se puso en pie y decidido puso en marcha un plan para rescatar a aquella pobre niña mientras su amor platónico se dejaba la polla en el coño infestado de alguna puta de los Tigres Blancos.
FIN DEL 3º CAPÍTULO
JONGHO MODE