Género: Acción
EEL: +16
Resumen: Jonghyun es un acaudalado jefe de la mafia en Corea del Sur y que por circunstancias de la vida, quizás la mera casualidad, le llevó a coincidir en un desfile chino en el que un disfraz de dragón le hizo recordar una promesa que hacía casi 10 años que había olvidado. Ir a china en busca de un muchacho que tiempo atrás clavó en él algo más que sus ojos duros y severos.
Viaja a Pekín decidido a buscar la marca distintiva de aquel chico, un dragón amarillo...¿Qué le espera a un coreano en las duras calles de china donde abundan mafiosos dispuestos a sacarle las tripas por el simple hecho de ser coreano?
5º CAPÍTULO
JONGHO MODE
De camino a la casa de Minho, ya a Jonghyun se le había olvidado que sus dos guardaespaldas se habían quedado atrás... Claro que a aquellas alturas, donde el reencuentro con el mafioso chino había sido cuanto menos, emotivo, le daba igual no tener seguridad. No pensaba que Minho fuera a hacerle nada malo, estaba tan seguro de ello que se habría dejado conducir a ciegas por él cerca de un precipicio.
Dentro de aquella limusina negra, el mafioso chino trataba de contener al coreano de todas las formas posibles, pero Jong no solo estaba emocionado y feliz, sino caliente. No dejaba de besarle el cuello y más aún de morderlo y marcarlo con chupetones, queriendo recalcar en aquellos momentos que era de su propiedad. El más alto comenzaba a ceder, como no, como la mantequilla ante el fuego , su barrera de hombre serio y decente comenzó a venirse abajo conforme una de las manos de Jonghyun comenzaba a perderse entre sus piernas, sobándole para lograr que se excitara. Minho se sentía delirar, nunca había estado acostumbrado a aquellas atenciones y resultaban abrumadoras. Bajó una mano para sujetar la de su compañero y le hizo apartarla para, bajo la atenta mirada de Jong, meterse sus dedos en la boca y chuparlos, logrando que el más bajo no tardara en ponerse cachondo, más aún si era posible. Era absurdo, hacía apenas unas horas era impensable que pudieran estar tan cerca el uno del otro... Antes de que pudieran volver a besarse, Minho giró la cabeza al escuchar ruido de motos y activó unos monitores que había en el techo del vehículo para revisar las cámaras. ¿Por qué de pronto se había asustado tanto? Jonghyun lo comprendió al ver que palidecía al ver varias motos blancas persiguiendo al coche.
- Mierda...
- ¿Quienes son? -preguntó el coreano.
- Los Tigres Blancos... Un clan mafioso que opera en la zona joven de Beijin... Ya conoces a su líder.
- ¿Lo conozco?
- Sí, se llama Niel, te hiciste amigo suyo el primer día ¿lo recuerdas?
Jonghyun no respondió directamente, más que con un seco movimiento afirmativo de cabeza y luego vio como Minho se bajaba del asiento, lo abría y del interior sacaba una metralleta MP40 y la montaba de forma rápida y eficaz.
- ¿Llevas algún arma encima? - miró a Jonghyun.
- Sólo una bersa thunder 380.
- ¿Tienes todas las balas? - dijo con preocupación.
- Sí y llevo dos recargas más en el bolsillo de la chaqueta.
- Algo es algo... No creo que sea la primera vez que vives algo así, pero escucha con atención, en cuanto comiencen a disparar, elije una de las ventanas para hacerlo tu, el hueco del techo de la limusina no es un buen punto para hacerlo, te hace mucho más vulnerable.
- ¡Oye, que no estás hablando con un niño pequeño! -rió Jonghyun antes de sacar el arma y sonreír - No se hable más, que empiece la fiesta.
Casi podría haberse dicho que aquellas palabras las escucharon los Tigres Blancos, porque al momento, los hombres que iban en moto tras ellos, que eran prácticamente una docena, sacaron unas uzi, armas mucho más ligeras y sencillas de usar si ibas en un vehículo tan difícil de manejar con una sola mano como lo era una moto. Justo cuando comenzaron los disparos, Minho hizo que Jong se echase al suelo de la limusina salvándolo en un principio de que alguna bala perdida lo alcanzara. En la primera pausa entre ráfagas, ambos líderes mafiosos se pusieron en pie y cada uno por una ventana diferente, buscó a sus objetivos y comenzó a disparar. Tanto el coche como las motos iban dando violentos bandazos, derrapes peligrosos por medio del tráfico. Parecía toda una persecución de película, los cristales cayeron en todas direcciones hechos añicos debido a las balas de los Tigres Blancos, el impoluto interior de la limusina pasó a ser la visión propia de un campo de batalla. Por medio de uno de aquellos relojes de última tecnología, Minho le dio la orden al conductor de acelerar todo lo que le fuera posible, ya que una limusina, a pesar de que aquella fuese de las más pequeñas, no dejaba de ser un coche grande con el que resultaba casi imposible colarse en los pequeños espacios que dejaban los otros vehículos.
Los dos líderes mafiosos tomaron sus respectivas posiciones y medios descolgados de las ventanillas comenzaron a disparar a los motoristas. Aquello era todo un sorteo, la gente se bajaba de sus coches asustada y echaba a correr en medio de la escena intentando huir de las balas y aunque a un mafioso debía darle igual, ni a Minho ni a Jonghyun se les conocía por matar civiles, de modo que apuntar con certeza era fundamental y en un coche que iba a casi 120 Km/h era realmente complicado apuntar bien y sujetarse para no caerse. Un motorista tampoco era un blanco fácil, usaban sus vehículos más pequeños y manejables para meterse entre el laberinto de coches y arremeter nuevamente en lluvias de disparos, incluso hubo tres de ellos que se pusieron a la altura de la limusina y le dieron el tiempo justo a Jong y Minho de meterse dentro y echarse al suelo.
- ¡Maldición! - bramó enojado Jonghyun.
- ¿Estás bien? -preguntó Minho mientras tomaba aire para asomarse rápidamente y disparar a bocajarro a uno de los motoristas que circulaba por su lado.
- Me han alcanzado - bufa mirando como su camisa se oscurecía con sangre en la zona del antebrazo izquierdo - ¡Qué cabrones! En Corea nadie hubiera osado dispararme siquiera.
Enfurecido y en uno de sus súbitos ataques de rabia, se incorporó y sacó medio cuerpo por la ventana para empezar de nuevo a disparar, haciendo gala de aquella puntería y temeridad que desde adolescente le había labrado en Busan, una reputación temible, logrando de éste modo que nadie osara desafiarle y quien lo hacía no vivía para contarlo. Pronto los motoristas quedaron reducidos a siete y Minho no pudo evitar mirar descolocado a su compañero. Sabía que Jonghyun era increíble, pero no sabía a qué nivel lo era y sin lugar a dudas estaba más que encantado de que en aquellos momentos ambos jugaran en el mismo bando... El líder de los Dragones Amarillos, sacudió la cabeza para recuperar la sangre fría y centrarse en sus objetivos, aquellos rivales que a pesar de haber sido reducidos, seguían ganándoles en número. Se apresuró a levantar otro asiento y de su interior sacó un rifle Stealth Recon Scout y lo montó en unos segundos, montó la mira telescópica y le pidió a su amigo que le cubriera pues al fin y al cabo, para un arma de aquella envergadura iba a ser necesario un lugar más amplio y no quedaba más remedio que subirse por el hueco del techo, apostarla allí y disparar con la esperanza de que no le volaran la cabeza al hacerlo.
Jonghyun miró encantado la artillería pesada del mafioso chino y lo ayudó a subirla al techo de la limusina y ambos se asomaron al mismo tiempo, el coreano para disparar a los motoristas evitando a toda costa que pudieran empuñar sus armas contra ellos y Minho tan pronto como se hubo situado, utilizó la mira para fijar el objetivo en el que estaba más cerca y a pesar del movimiento de la moto, fue preciso, el primer proyectil hizo saltar al hombre de la moto, caer el suelo y ser arrollado por sus compañeros. Jong lanzó una exclamación de júbilo, adoraba ver aquellas escenas y tras tantísimos años metido en un despacho, recordó porqué aquel trabajo le gustaba, la violencia y el dolor disparaban su adrenalina y en el caso de ver a Minho disparando y matando gente, también le disparaba las hormonas, podría haberle dicho tranquilamente que se lo iba a follar allí de pie mientras se cargaba a la gente, pero se recordó a sí mismo que aquello no era un juego, era algo grave y si no estaba atento al que se iban a cargar era a él y ya estaba demostrado que aquellos mocosos tenían buena puntería incluso yendo en moto.
En aquella posición elevada, aunque vulnerables, ambos fueron capaces de volver a reducir el número de Tigres Blancos que iban tras ellos pero en aquel momento los jóvenes que los perseguían empezaron a apuntar en otra dirección y a disparar a las ruedas de la limusina que una vez explotadas produjeron la pérdida del control del vehículo, que iba dando potentes bandazos de un lado a otro mientras ellos trataban de sujetarse. El rifle con mirilla del mafioso chino acabó, en uno de aquellos derrapes, saliendo disparado hacia el suelo y ninguno de ellos fue capaz de evitarlo.
- ¡Minho! -le avisó Jonghyun- ¡Tenemos que salir del coche!
- ¿Qué? ¡Nos mataran!
- ¡Nos mataremos nosotros si no lo abandonamos antes de que se estrelle!
Justo en el momento en el que Minho iba a replicar, un objeto ovalado se coló por el techo y calló al suelo frente a ambos. La cara se les desencajó a los dos al ver que se trataba de una granada, no había tiempo de nada más. Sin pensarlo, abrieron las puertas y saltaron, el golpe seguramente iba a ser doloroso, pero mucho peor hubiera sido morir. Minho aterrizó sobre otro coche, golpeándose de forma dolorosa el costado derecho y sintiendo como el mismo brazo se llevaba la peor parte del impacto, pudo escuchar el ruido que hizo uno de sus huesos al partirse, pero en aquellos momentos con la adrenalina al máximo, su cuerpo no sintió el dolor o al menos no en toda su magnitud. Jonghyun aterrizó sobre otra persona que había salido de su coche y huía por la calzada, segundos antes de que ambos escuchasen el sonido de la explosión de la limusina. Por unos segundos, era difícil saber si los Tigres Blancos los habían visto saltar o por seguridad habían mantenido las distancias con respecto al coche... Aquello se respondió por sí solo. Las motos frenaron cerca de ellos y los muchachos se bajaron dispuestos a matarlos a los dos. Jonghyun no había soltado su arma y en cuanto vio al joven girarse en su dirección, disparó a matar y lo mismo hizo con los otros tres que aún quedaban con vida. Minho tragó saliva y vio a Jonghyun levantarse para ir donde él a preocuparse de su estado de salud:
- ¿Cómo te encuentras Minho?
- B-Bien... Vamos... No tenemos tiempo, hay que llegar a mi casa...-resopló mientras se sujetaba el brazo roto.
- Iremos en una de las motos que nos han dejado amablemente éstos idiotas. Me indicarás por dónde se va a tu casa y pronto estaremos a salvo.
- ¿Sabes manejar una moto?
- Sé manejar cualquier tipo de vehículo, así que no te preocupes.
El más alto se limitó a asentir con la cabeza, el dolor del brazo roto estaba empezando a mermar su mente fría y eso no era bueno. Se subió a la espalda de Jonghyun en una de las motos y muy a su pesar, se agarró de su cintura con el brazo que aún tenía sano. Tras indicarle que siguiera de frente hasta la primera salida a la izquierda, apoyó la frente en la espalda del mayor, ahora además del brazo roto, tenía las mejillas coloradas como un adolescente que no sabe reaccionar de forma madura ante una situación ¿Por qué? Quizás sólo porque Jonghyun le imponía y eso él no sabía cómo remediarlo, cómo evitar que aquel hombre le hiciera sentir como un muñequito maleable entre sus fuertes manos, emitió un profundo resoplido para alejar de su mente todo lo relacionado con el coreano y centrarse en llegar a su casa, que en sí misma era un cuartel fortificado donde habría todo lo necesario para que los atendiesen a ambos pues era imposible de saber si en el caso de Jong, la bala había perforado y salido o se había quedado dentro. Le dio al peliblanco las indicaciones necesarias para que fuese capaz de llegar hasta su casa sin ningún problema. En moto parecía que el trayecto era mucho más corto pero lo cierto es que estuvieron cerca de treinta minutos subidos en ella hasta llegar a su destino. A Jonghyun no le sorprendió que la casa de Minho fuera de aspecto tradicional tal y como era él, lo cual le acabó arrancando una sonrisa. Poco después ambos estaban siendo atendidos en una sala que podría haber pasado perfectamente por una zona real de hospital ya que tenían el equipamiento completo. Mientras a Minho le escayolaban el brazo, a Jonghyun le sacaban la bala con ayuda de unas pinzas. Él pidió que fuese de forma rudimentaria, detestaba tener que estar después bajo los efectos de algún calmante y luego darse cuenta de que no sabía ni dónde se encontraba, de modo que la extracción fue dolorosa, pero así se convencía a sí mismo de que aún a sus cuarenta años era igual de fuerte y resistente que con veinte.
Miró al líder chino que aún estaba siendo atendido cuando él y ya tenía la herida cosida y vendada con gasas con suero. Cuando éste, aún dolorido, alzó la vista para ver a su compañero, pudo apreciar el rubor que de pronto envolvía la cara del más alto, él le sonrió de la forma más arrebatadora que pudo y no se equivocó al hacerlo. Era evidente que aquel chino se derretía por él y eso aumentaba su ego... Aunque, la realidad era que también a Jonghyun le encantaba Minho y también podía haberse derretido si él hubiera querido.
El resto del día, dentro de lo que cabía, fue muy tranquilo. Minho le enseñó su casa y sus instalaciones, galerías de tiro, gimnasios, piscina, todo con fines más que de ocio, de entrenamiento, La piscina estaba preparada para ser aclimatada de forma extrema, incluso para causar olas a las que sus hombres tuvieran que enfrentarse llevando encima un gran peso como podía ser un arma pesada o un saco lleno de piedras. Así se aseguraba de que estaban preparados para cualquier situación. Eso sorprendió a Jonghyun, ya que él no se ocupaba ni preocupaba del entrenamiento de sus hombres, eso era cosa de los rangos inferiores, como podía ser Key, quien entrenaba en lucha cuerpo a cuerpo ya que a pesar de su complexión delgada y aparentemente frágil, era realmente bueno y temible en todo...
- Mierda... - susurró entonces el más bajo mientras se paraba en seco en medio de uno de aquellos pasillos de madera.
- ¿Qué sucede, Jonghyun? - Minho se detuvo unos pasos por delante de él y se giró para verle.
- No sé dónde tengo el móvil... Debo hacer una llamada a casa, Key estará histérico si no tiene noticias mías.
- ¿Key? ¿Ese chico con el que te casaste?
- ¿Eh? ¿ Y tú cómo diablos sabes eso?
- Porque cuando te casaste con él, yo todavía estaba en Busan buscando el modo de volver a casa... -suspiró- Esperaba que no siguieraís juntos...
- No estamos juntos, nos divorciamos poco después porque aquello no había modo de mantenerlo - dijo con calma el peliblanco- Pero es el mejor de todos mis hombres y como comprenderás no voy a perder un soldado así por tener un pasado romántico con él.
- Pero dices que se preocupará por ti.
- Soy su jefe.
Ambos se mantuvieron la mirada. Jonghyun sabía que Minho no le creía y en cierto modo no le culpaba porque tenía razón, por Key seguía sintiendo un cariño especial, seguía preocupándose por su seguridad y cuando algo malo le pasaba, le gustaba pasar la noche con él,abrazados bajo las mantas de la cama simplemente escuchándose respirar el uno al otro... Minho debió ver en sus ojos que aquel otro siempre iba a ser importante y especial para Jong, porque giró la cabeza disgustado y aseguró que él nunca había tenido otro amor... ¿Y eso era culpa suya? Sin duda lo era.... El peliblanco había calado tan hondo en su ser que estaba imposibilitado completamente para hacer vida con cualquier otra persona que no fuera él y así de paciente había sido durante todo aquel tiempo.
Sin añadir nada más, Minho entregó un móvil al mayor y lo dejó que fuese a uno de los patios inferiores a hablar. Intentó no seguirlo para no cotillear sobre la conversación, pero no pudo evitarlo, aunque no escuchara lo que Key decía al otro lado de la línea, la forma calmada y engatusadora de Jonghyun hablando con él, le hizo sentir celos y asco de estar enamorado de alguien que esa misma mañana se había levantado de estar con dos putas... Sí, claro que lo sabía, conocía perfectamente lo fácil que era poner cachondo a aquel hombre y eso le era difícil de asimilar. ¿Cómo podía estar seguro de que le sería fiel si decidían estar juntos...? Oh... "Para el carro, Minho... Él no ha dicho en ningún momento que vayáis a estar juntos" ... El autoboicoteo del más alto le afectó realmente, se apartó de la pared tras la que escuchaba la conversación y comenzó a andar por el pasillo con rumbo a su santuario, aquel sitio en el que solía refugiarse del mundo y que nadie profanaba cuando se encerraba allí. Entró y tras cerrar la puerta y quedar a oscuras, simplemente iluminado con las velas que siempre había allí encendidas y el perfume del incienso, se sintió mucho más calmado. Se sentó de rodillas frente al altar en el que se encontraba su katana y varias oraciones escritas en chino junto a una estatua de buda y comenzó a cerrar los ojos para mirar hacia adentro por unos momentos y dejar de preocuparse por lo que hubiera fuera y que en aquel momento le estaba haciendo daño.
Cuando Jonghyun hubo terminado de hablar por teléfono con Key y dejándolo preocupado, ya que a fin de cuentas, le había contado lo sucedido, comenzó a caminar por la casa bajo la recelosa mirada de todos los integrantes del Clan que se encontraban allí conviviendo con Minho. Buscaba al líder, pero extrañamente no había forma de encontrarlo, de modo que sin esperar ser invitado, comenzó a abrir todas las puertas que se encontraba, buscándolo. Durante unos segundos se quedó parado, pensando cómo era posible que de pronto no estuviera en ninguna parte pero...Chasqueó la lengua. Siendo Minho, y tras una "discusión", si es que así se podía llamar lo que habían tenido hacía unos minutos, lo más probable es que hubiera buscado un sitio tranquilo en el que estar solo y en silencio, de modo que se alejó de las zonas más concurridas de la casa y al llegar al segundo patio interior se dio cuenta de que al final del corredor había dos puertas. Estaba seguro que una de ellas era la habitación de Minho, alejada como debía ser, de las de todos sus hombres... ¿Y la otra? Se acercó para ver cuál era cuál con tan buena suerte que lo primero que abrió fue el pequeño santuario. Minho estaba allí,sentado sobre sus talones, con los ojos cerrados y quieto como una estatua.
No se sintió capaz de abrir la boca para decirle nada, estaba claro que fuera lo que fuese lo que hacía, estaba muy concentrado en ello. Giró la cabeza hacia afuera y desde el umbral del otro lado del corredor, un par de hombres y mujeres le observaban con notable molestia, aunque no sabía por qué. Entró en la habitación y cerró la puerta tras de sí. No tenía ni idea de que era una falta de respeto para todos los Dragones Amarillos que entrase tan frescamente en el santuario del líder cuando éste estaba sumido en sus oraciones o meditando. Jonghyun se limitó a sentarse al lado de Minho a la espera de que abriese los ojos. Transcurridos cinco minutos, estaba tan asquerosamente aburrido de todo que comenzó a moverse con incomodidad, ni aún así Minho salía de su estado de introspección... Pero algo lo hizo salir, de forma súbita de hecho, Jonghyun dio un fortísimo estornudo debido a que aquel olor a incienso, le desagradaba y peor aún, le hacía cosquillas en la nariz, como si fuera un alérgico al polen que una vez comenzó a estornudar, no pudo detenerse.
Minho abrió los ojos de golpe, consternado y disgustado por la interrupción. Giró la cabeza para ver a su lado a Jonghyun que se sujetaba la nariz intentando contener los estornudos. Ambos se sostuvieron la mirada durante unos segundos y el más alto se sintió tentado de decirle que NO entrara jamás en aquella habitación, al fin y al cabo era el único sitio del mundo en el que podía sentirse solo y en paz... Pero no dijo nada. Jong no entendía esa costumbre y seguramente tampoco la respetaría ya que de entrada no lo había hecho y le había interrumpido. Le ofreció algo de papel y luego se puso en pie junto con el coreano para salir de allí. Afuera, aún bajo el pasillo techado que había frente a aquel pequeño patio, los hombres y mujeres observaban con disgusto que su líder salía tras haber sido molestado por aquel coreano irrespetuoso. Nadie dijo nada, pero no hacía falta, Minho también pensaba que había sido una descortesía por parte del mayor, pero no quiso darle mayor importancia. Se acercó a su habitación e invitó a Jonghyun a entrar:
- Pasa, aquí dormirás conmigo.
- Vaya...
Jonghyun se sorprendió. La habitación era algo oscura y muy pequeña para su gusto. Desde fuera, hubiera jurado que era mucho más grande pero no...
La cama era grande y al fondo había un baño con ducha, todo con un estilo chino que no sabría decir si era o no tradicional o una mezcla entre lo tradicional y lo moderno. Era difícil pensar como un hombre con el dinero que debía ganar Minho, se conformase con aquella caja de zapatos que a él, personalmente no le daría ni siquiera para guardar su ropa.
- Al menos tienes una cama - comentó con voz queda el coreano.
- Antes era un futón, pero debido a una lesión en la espalda me resulta mucho más sencillo levantarme de una cama alta.
- Entiendo... ¿No te cansas de vivir como un pordiosero?
- No todo en esta vida es el lujo.
Una vez más se sostuvieron la mirada como si pelearan con los ojos y finalmente Jonghyun se sentó en el borde de la cama y mirando el cabestrillo de Minho, decidió que dejaría el encuentro sexual para otro momento en el que no sólo hubiera más ganas, sino menos cosas que echarse en cara. Todo era muy diferente cuando había que convivir. Ninguno de ellos encajaba bien con el otro y mucho menos con sus ideales. El líder chino se sentó junto a él y ambos permanecieron en un incómodo silencio, uno mirando al suelo y el otro con la vista fija en el emblema dorado que colgaba de la pared. Finalmente Jong hizo lo que mejor se le daba, lo mismo que cuando estuvo casado con Key, ignoró el problema. Se quitó los calcetines y se acostó del lado de la pared y dándole la espalda al más alto en un gesto realmente despectivo hacia el jefe de los Dragones Amarillos. Minho giró la cabeza para mirarlo, aquello le disgustaba, pero estaba agotado de aquel día y no le dio más vueltas, se acostó junto a Jonghyun tras apagar la luz y por primera vez en más de diez años, empezaba a albergar dudas sobre lo feliz que podía llegar a ser con aquel impertinente y descortés coreano... Quizás había estado viviendo engañado todos aquellos años por una estupidez adolescente que confundió con amor y que nunca llegó a inspeccionar con calma para saber si había sido eso o por el contrario, en lugar de amor, había sido simple y vulgar excitación creada por un cúmulo de sensaciones que habían confundido a su cerebro que en aquel momento se encontraba saturado y agotado. Resopló y terminó por cerrar los ojos. Aún había tiempo. Si la convivencia con Jonghyun no era lo que ninguno de los dos esperaba, era tan simple como darse la mano y despedirse, esperando no volver a verse jamás y quizás disculparse por haberse hecho perder el tiempo mutuamente... O tal vez sólo fuera aquel día y descubrieran que realmente los dos querían estar juntos y amarse, aunque fuera un amor poco convencional y lleno de baches... Si algo le había enseñado su padre, es que el camino a la felicidad no era fácil y tampoco bonito. Se giró para quedar mirando la espalda de Jonghyun y decidió que si había una mínima posibilidad de ser feliz con él, por minúscula que fuera, tomaría ese camino para llegar a la felicidad. No le tenía miedo a la lucha y al esfuerzo.
Finalmente, más calmado ante aquellos pensamientos, se abrazó de la espalda del peliblanco,besó su hombro y cerró los ojos dispuesto a dejar a su cuerpo y su mente descansar hasta el día siguiente.