Género: Suspense
EEL: +13
Personajes secundarios: Satanás, Lucifer y Astaroth
Resumen: Taemin,el famoso y temido hijo de Lucifer ,cansado de la monotonía del infierno,convence a Onew, el inmaduro padre de Satanás,para escapar a la superficie y ver el mundo de los humanos de cerca.Sin embargo, antes de que logren alcanzar la puerta que les conduce al mundo de los hombres, se presenta ante ellos uno de los reyes infernales,con un trato que no podrán rechazar.
¿Qué sucede cuando accedes al mundo de los hombres como uno más?
Aclaraciones: Sugar[Taemin] _ Íkaro[Onew] _ Keymera[Key] _ Charismatic[Minho] _ Bling-Bling[Jonghyun]
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¿Qué pensarías si te dijera que la historia no es como te la han contado desde que eras pequeño? Seguramente no me creerías si te dijera que todo lo que te han enseñado, no es tan correcto como piensas...
El Infierno no es como te dijeron en la escuela, ni como te lo enseñaron los curas... El Infierno es mucho más que fuego y tortura eterna, el Infierno tiene unas normas que armonizan con las del propio Cielo, porque es su antítesis. No sólo existe el castigo y el dolor; también existe el placer, existe la diversión y existe un mundo que no dista tanto del mundo humano.
El Infierno está dividido en tres niveles y cada uno de ellos está gobernado por un regente Infernal. Juntos componen los Tres Tronos Infernales, la Trinidad Demoníaca, así como están Padre,Hijo y Espíritu Santo, nosotros tenemos a Satanás, Lucifer y Astaroth.
Al contrario de lo que todo el mundo piensa, Satanás y Lucifer no son el mismo demonio, como tampoco lo es Belcebú, que es un demonio de un rango inferior al de los monarcas.
En Rey Infernal Supremo, es Satanás, quien gobierna sobre todos los demonios, pero rige el Primer Infierno, a donde van las almas de aquellos que en vida fueron realmente malvados y que hicieron daño a los demás de forma totalmente deliberada. En éste Primer Infierno, se encuentra el palacio de Satanás. Él, es el demonio más poderoso de todos, es el Dios de los depravados, de aquellos que nacieron en el sino de la oscuridad y que a lo largo de toda su existencia,torcieron sus pasos hacia la senda del mal. Su voz y sus decisiones, tienen más peso que las de los reyes del segundo y el tercer infierno, pero rara vez interfiere en la manera de gobernar de los otros dos tronos.
Cada escalafón del Infierno tiene sus propias leyes y sus propios castigos.
El Primer Infierno, regido por Satanás, es ese mar de fuego,azufre y alquitrán, del que se habla en las escrituras sagradas, el más aterrador de todos. Sus pozas de fuego eterno son el castigo de los malvados.
Fue Satanás, quien susurrando en el oído de Lucifer, lo incitó a revelarse contra Dios y quien a su vez, le ofreció un puesto a su lado cuando fue expulsado del Cielo junto a los ángeles rebeldes.
Sin embargo, él no es el primer demonio del que se tiene conocimiento. Satanás tiene un padre, aunque no es considerado Rey por los demonios, pero sí que es temido y respetado, pues se desconoce el alcance de su poder o de dónde vino siquiera. Su nombre es Íkaro y a pesar de no regir ningún Infierno ni ningún puesto importante en la monarquía demoníaca, es conocido y adorado por todos los demonios.
A diferencia de Satanás, su aspecto no es tan intimidante y se comporta como un adolescente de emociones inestables, mientras juega a todas horas con el hijo de Lucifer.
El propio Íkaro desconoce su procedencia, tanto como Dios desconoce la suya, pues algo incluso mayor a ellos, fue lo que los puso sobre el mundo. Sin embargo, Íkaro no estaba dispuesto a ocuparse de gobernar sobre los condenados y por ello engendró a Satanás.
El Segundo Infierno es el reino de Lucifer, aquel al que todos confunden con Satanás, pero de quien únicamente saben de modo correcto, que desafió a Dios y fue expulsado del Cielo.
Lleno de odio y de rencor, Lucifer se convirtió en uno de los regentes Infernales nada más llegar al lugar en el que Satanás le abrió los brazos y le dio la bienvenida.
Gobernó milenios con puño de hierro el Segundo Infierno, aquel donde iban las almas de los hombres que se habían dejado arrastrar por los vicios y las pulsiones, aquellos que habían liberado a su bestia interior sin importar dañar a otros con tal de satisfacerse ellos mismos. El descontrol de los deseos llevaba a su infierno helado, donde las almas eran castigadas durante la eternidad por un frío imperecedero.
Los Siete Pecados Capitales, pertenecían al segundo escalafón infernal, de modo que Lucifer era el amo de éstos siete demonios, que a su vez rendían pleitesía a los otros dos gobernantes.
Con el paso de los eones, Lucifer dejó poco a poco de tomarse en serio su trabajo y a pesar de ser temido y poderoso, comenzó a comportarse de forma excéntrica y juguetona, huyendo de sus deberes oficiales y de sus responsabilidades como Rey del Segundo Infierno.
A su vez, como Satanás era hijo de Íkaro, Lucifer tuvo también un hijo,engendrado por aquella a la que en la Biblia se referían como La Puta de Babilonia. El resultado de ésta unión, fue Mammón, el Anticristo. Un demonio que infundía tanto terror como su propio padre. Sin embargo, Mammón se cambió el nombre y se hacía llamar Sugar, porque consideraba que el nombre otorgado al nacer, ya no concordaba con los nuevos tiempos.
Sugar era, pues, el Príncipe de las pasiones,futuro regente del Segundo Infierno.
Al contrario del miedo que su nombre pudiera inspirar en los hombres, lo cierto era que se trataba de un muchacho malcriado y mimado, que hacía y deshacía a su antojo,saltándose todas las normas que deseara, al fin y al cabo, al pertenecer a la monarquía infernal, estaba exento de obedecer a menos que se tratara de órdenes dadas por su padre o por cualquiera de los Tres Tronos Demoníacos.
¿La mayor aspiración de Sugar? Asesinar a su padre y obtener todo su poder... O al menos, eso es lo que asegura.
Sugar, era no sólo amigo de Íkaro, sino de tres de los demonios de los Pecados Capitales, Keymera [La Envidia]; Bling Bling [La Avaricia] y Charismatic [La Ira]. Éstos tres demonios, junto a sus cuatro compañeros, eran los encargados de insuflar en las almas de los mortales, los vicios y los defectos que poco a poco los irían arrastrando hacia el mal camino, y eran muy buenos amigos de Sugar e Íkaro.
Keymera, era el demonio de la envidia. Con su aspecto antropoformo entre zorro y humano y el color verde de sus prendas, evidenciaba la clase de rango que poseía. Aunque los Pecados Capitales no pertenecen a la Monarquía ni a la Nobleza Infernal, sí que pertenecen a la Burguesía, e incluso, en la época de las Guerras Celestiales, acudían a la batalla junto a las hordas demoníacas, como porta-estandartes de los Grandes Nobles Demoníacos.
El carácter de Keymera, era por tanto, envidioso y caprichoso y solía ser el causante de muchos problemas y discusiones entre sus compañeros de grupo, ya que siempre malmetía a los unos contra los otros. Keymera es un demonio muy popular entre la juventud infernal debido a su hermoso aspecto.
Junto a él, de forma incondicional e inseparable, se encontraba siempre Bling Bling, el demonio -perro de la Avaricia. Mantenían una especie de relación amorosa que era más bien incentivada y mantenida por la insistencia de Bling Bling, ya que sostenía que amaba a Keymera.
Podía decirse, que en cierto sentido, aquel era un demonio con buen corazón a pesar de encargarse de suscitar a los hombres a desear siempre más de lo que tenían y a obtenerlo por los medios que fueran necesarios.
Bling Bling era de esa clase de demonios llamados Hijos de Astaroth, debido a lo que el Tercer Rey representaba en el Infierno.
Mantiene una competitividad constante contra el demonio de la Ira, con el que a menudo suele pelearse por culpa de Keymera.
Charismatic, el demonio de la Ira, era un hombre peligroso y bastante temido. Se sabía que su rabia descontrolada,era capaz de derrumbar montañas infernales y provocar terremotos a lo largo y ancho de los dominios demoníacos. Sin embargo, aunque era muy capaz de ello, sus enfados solían ser esporádicos gracias a la intervención de Keymera, que parecía ser el único con la capacidad suficiente como para mantenerlo en calma.
Antes de que el Infierno entrara en el estado de calma,debido al poco interés en hacerse con el control del Cielo y las escasas peleas entre ángeles y demonios, antes de ello, Charismatic era un guerrero adorado por todos, pues sus furiosos puños eran el orgullo de los nobles a los que servía como soldado.
Ahora su forma de matar el tiempo, es ocuparse de torturar almas condenadas al castigo eterno.
Finalmente, el soberano del Tercer Infierno, es Astaroth, también llamado El Rey Triste. Dicen que muchos milenios atrás, al inicio de los tiempos, estuvo perdidamente enamorado, pero fue engañado y se convirtió en un monarca triste y silencio.
A los demonios que nacen bajo su estrella se les llama Hijos de Astaroth, porque están destinados a sufrir un horrible desamor, ya que a diferencia del resto de demonios, poseen un sentimiento sincero y puro hacia la persona a la que aman.
El Tercer Infierno y dominio de Astaroth, es un lúgubre bosque, donde aquellos depravados que abusaron de niños y de gente indefensa, son castigados de forma brutal y sin compasión. A pesar de ello, el Tercer Infierno es un lugar oscuro y silencioso donde apenas se oye ninguna clase de ruido. Los demonios que habitan en él, con el paso de los siglos,han prescindido del habla hasta el punto de ser incapaces de pronunciar una palabra. En ese reino, está prohibido bajo pena de muerte, hacer ruido. Las almas, son silenciadas y en ese mismo lugar, el más profundo del abismo, es donde se encuentra el purgatorio, una gran fosa de lava, en la que las almas purifican sus errores para luego retornar La Senda del Peregrino y ser admitidos en el cielo o enviados de vuelta al mundo de los hombres.
"El Infierno está cambiando. Ya no es como te lo describían en los cuentos"
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Aquella mañana, como ya era costumbre en el Infierno durante los últimos milenios, todo lucía quieto y calmado, los gritos de las almas condenadas, eran para el Príncipe Sugar como el cantar de los pájaros para un hombre. Un sonido que escuchas tanto que deja de ser importante y se convierte en parte de tu entorno sin que destaque por encima de nada más.
Sugar observaba desde el balcón de su dormitorio, los dominios de su padre, hasta donde alcanzaba la vista... Todo estaba envuelto en aquella brillante capa de hielo, que daña los ojos de aquellos que son incapaces de concebir un brillo como aquel en las entrañas propias del Infierno.
Suspiraba cansado...Cada día era igual que el anterior y éste a su vez era idéntico al anterior. Eran fotocopias de sucesos y círculos viciosos que nunca parecían romperse.
A su espalda, acostado sobre la alfombra y entre almohadones, se encontraba Íkaro, el padre de Satanás y su mejor amigo por defecto. Prácticamente pasaban juntos todos los días y aunque en un principio su amistad hizo que sus vidas fueran una aventura, hacía mucho tiempo que no tenían nada interesante o novedoso que hacer.Junto a él y a su grupo de amistades, habían recorrido de cabo a rabo todos los infiernos, incluso el Tercer Infierno, donde Astaroth no permitía entrar a nadie que no perteneciera a él. Sugar era muy joven en aquellos tiempos y el Rey se mostró comprensivo con el hecho de que se tratara de un niño queriendo jugar y explorar. El silencio de aquel reino fue roto durante varios días por el Príncipe y sus compañeros de juegos... Pero ya hacía mucho que los juegos de exploradores habían dejado de ser divertidos, ya no tenía sentido salir a cazar tesoros, cuando ya conocías cada recoveco existente.
Se giró sobre sus talones y apoyando los codos sobre la baranda de piedra del balcón, observó la perezosa figura de Íkaro, moverse entre los cómodos almohadones, mientras escapaba de sus labios un notable bostezo. El aburrimiento era palpable.
Continuó con los ojos recorriendo su habitación con la mirada, observando el vino y las viandas colocadas sobre una mesa de piedra en bandejas y copas de oro, los estantes, llenos de aquel extraño animalillo llamado Pikachu, que había descubierto a la llegada de un condenado,cuya obsesión lo llevó a asesinar a varias personas con tal de hacerse con objetos de colección referente a aquel juguete que a él mismo le había encantado... Era diferente a lo que se veía en el Infierno.
— Íkaro ¿qué es lo que haremos hoy? Ciertamente, estoy cansado de éste monótono silencio.
— No lo sé... ¿Qué se supone que quieres hacer? - se incorpora y bosteza de nuevo mientras estira los brazos hacia el techo,haciendo crujir sus extremidades.
— Ni idea... Pero si no hacemos algo nuevo pronto, voy a saltar por la ventana.
— ¿Y eso de qué serviría? Lo único que conseguirás con eso es que tu padre se enfade y te castigue por destrozarle los lirios del jardín.
— Dudo que nos castigue... Ya hace mucho tiempo que lo único que se le da bien es hacer el payaso...
— No quiero tampoco intentarlo y ver qué pasa.
Sugar guardó silencio y volvió a centrarse sólo en observar lo que Íkaro hacía ,viéndole moverse por su habitación,revisando por millonésima vez, su cama llena de peluches de aquel animalillo amarillo y de mofletes rojos. El padre de Satanás, nunca había comprendido su gusto por él y siempre derivaba en alguna pequeña discusión cuando tocaba ese tema en el que Sugar no estaba dispuesto a ceder en lo más mínimo. En esa ocasión, Íkaro se limitó a dejar caer que algo del mundo humano, no podía ser tan importante ni tan fabuloso, como para que un Príncipe Infernal, le dedicara o tuviera tanta estima. Fueron esas palabras las que provocaron que el hijo de Lucifer, se quedara observando a su compañero durante varios minutos, en sospechoso silencio, pues no era común que no se pusiera a replicar como un loco lo que acababa de decir con respecto a su peluche preferido.
El padre de Satanás se percató de dicho silencio y se volteó para observar al menor mordisqueándose nerviosamente sus afiladas garras, mientras mantenía la vista fija en aquella fiebre de felpa amarilla que inundaba su gran cama. Poco a poco se notó que la mirada de Sugar se iluminaba y una sonrisa se dibujaba en su rostro, evidenciando que había tenido una idea sobre las palabras de su compañero.
— ¿Qué es,Sugar?¿Qué se te ha ocurrido? -inquirió Íkaro, que a pesar de ser despistado, no tenía un pelo de tonto.
— Creo que ya sé cómo podemos asesinar a nuestro aburrimiento, Íkaro... -le mira sonriendo ampliamente- ¿Y si vamos al mundo de los humanos?
— ¿Cómo dices?¿Al mundo de los humanos? ¿Estás loco?¿Sabes todo el papeleo que hace falta para poder subir?
— ¿Papeleo? No seas ridículo... Iremos como va la gente importante a todas partes. Somos parte de la monarquía, si les exigimos que abran las puertas, nos dejarán pasar, quieran o no quieran hacerlo. Si aprecian sus vidas, nos dejarán salir.
— Sí pero... La puerta para acceder al mundo de los humanos está en el Primer Infierno... Tendremos que subir y...
— ¿Y qué? ¿No vives acaso en el Primer Infierno? No hay nada de malo en que vayamos. ¡Intentémoslo al menos, Íkaro! Yo creo que sería una gran idea.
— Supongo que por intentarlo... ¿Y qué nos vamos a llevar?
—No hace falta llevarnos nada, como cuando nos íbamos de aventura hace siglos, con las manos vacías y a ver qué es lo que pasa.
Íkaro no dijo precisamente que sí, pero tampoco le dijo que no a su amigo, de modo que ambos demonios se encaminaron a la salida del palacio de Lucifer y en cuanto el enorme portón de plata se abrió, Sugar echó a andar, completamente seguro de que acababa de tener la mejor idea del mundo.
Puesto que el suelo era de hielo e Íkaro no estaba acostumbrado a caminar por él sin resbalar, el padre de Satanás extendió sus alas negras y volando a ras de suelo, siguió al joven príncipe.
Los dominios de Lucifer se extendían mucho más allá de dónde alcanzaba la vista y un alma humana o extranjera, podía pasar cerca de tres años completos para llegar a la puerta que daba acceso al primer nivel, al Infierno de fuego del Dios Satanás; sin embargo, para los demonios, el tiempo de caminata de un lado a otro del infierno, podía medirse como mucho en un día completo, de modo que ellos demorarían cerca de 24 horas humanas para llegar a aquellas escaleras ascendentes. Pero el tiempo demoníaco pasaba de forma muy diferente al de los hombres. Para ninguno de ellos, iba a ser una caminata tan larga, sino más bien un agradable paseo en el que el silencio y la calma imperaba. Como cuando dos niños han acordado guardar un secreto y en el momento en el que los interrogas se evidencia la emoción y la latente notoriedad de que algo están tramando. Sin embargo, y por suerte para ellos dos, nadie los iba a interrogar, ni tampoco nadie iba a molestarlos porque pertenecían a la nobleza y estaban por encima de cualquiera.
Podría decirse que caminar por el Segundo Infierno y pasear por las calles de Moscú en pleno Invierno, debían ser cosas muy parecidas, con la diferencia de que miraras donde miraras, había demonios. Eran ciudades, al fin y al cabo, tanto el cielo como el Infierno funcionaban prácticamente del mismo modo. Había construcciones, había negocios, había puestos de comida callejeros, donde los tenderos vendían almas con sabores exóticos, en forma de dulces o incluso como si fueran simples asados de carne trinchados en un palo. El infierno es como una ciudad, donde hay ricos y hay pobres, donde la vida parece desarrollarse de forma parecida al mundo humano, con la excepción de que la vida de un demonio tiene como objetivo aterrar y torturar a las almas humanas, en mayor o menor medida.
Sugar se detuvo junto a Íkaro en varias ocasiones a ver algunos puestos de comida, donde se ofertaban almas exquisitas, de personas verdaderamente crueles.
Ingerir un alma, era algo tan simple como lo sería para un hombre llevarse un mendrugo de pan a la boca, con la diferencia de que al absorber el alma de alguien, lo hacías desaparecer para toda la eternidad. De no haber excedencias en personas perturbadas y perversas en el mundo actual, estaría prohibido hacerlas desaparecer, pues debía existir un equilibrio entre las reencarnaciones buenas y malas, aunque en realidad las almas de comercio, eran las menos importantes y por ello, solían ser prescindibles.
El segundo Infierno vibraba de energía y bullía de vida, pero no lo suficiente como para que ambos nobles, sintieran ganas de hacer algo en sus ya,más que conocidas calles.
Conforme se acercaban a la zona de las escaleras, podían apreciarse diferentes controles de acceso, custodiados por demonios que revisaban quiénes pasaban de un nivel a otro, pues nadie podía salir o entrar sin un permiso especial del regente de cada Infierno.
Los guardias parecían distraídos y ocupados revisando a diferentes mercaderes, que a pesar de los siglos que llevaran ejerciendo su trabajo, debían seguir sometiéndose a los controles.
Tanto Sugar como Íkaro, accedieron a las escaleras sin que ningún guardia les diera el alto. Ahora les quedaban por subir, 10.000 escalones que poco a poco, se perdían en la negrura de un cielo nuboso con forma de inmensa cúpula. Aún sin hablar entre ellos, escucharon una voz que alegre comenzaba a llamarlos a gritos. Los dos demonios se detuvieron y se giraron, observando al demonio-perro que estaba mostrando en alto su tarjeta de identificación y saltándose la larga fila de espera. Sería imposible confundirle con nadie más, porque el único demonio que vestía con ropas de hilo de oro e iba completamente lleno de oro de pies a cabeza y con aquellas pezuñas animales, no era otro que Bling Bling, el demonio de la avaricia y el cobrador de Impuestos en los tres Infiernos. El más bajo subía los escalones prácticamente de cinco en cinco por las zancadas que daba al andar casi siempre a cuatro patas. Su saca llena de monedas, hacía el tintineante ruido de las monedas de las que iba llena en todo momento.
—Genial... Que mala suerte... -susurró Sugar mientras se cruzaba de brazos al ver llegar hasta sus pies a aquel demonio que, al fin y al cabo, también era uno de sus mejores amigos.
— ¡Íkaro,Sugar, que sorpresa veros aquí! -dijo con una gran sonrisa Bling Bling - ¿Cómo es que vais al Primer Infierno? Pensaba que ahora sólo andabais por aquí.
— Sólo vamos a estirar las piernas - mintió Sugar observándole y antes de que Íkaro usara su gran bocaza para meter la pata.
— ¿Sólo a estirar las piernas? Eso me huele a mentira, Príncipe Sugar -se señala la nariz con una de sus pezuñas- Soy cobrador de impuestos, a mi no se me puede engañar ¡Anda!¡Decidme ya qué hacéis!¡Porfa,que soy el bueno de Bling Bling!Decídmelo ¿sí?
— La verdad es que hemos planeado subir al mundo de los humanos a pasar el rato- sonrió Íkaro observando al demonio de la avaricia ponerse de pie de un brinco- ¿Quieres venir?
— ¿¡De verdad!?¡Me encantaría!¡Hace miles de años que no voy! ¡Oh!¿Puede venir también Keymera? -dijo y como si tal cosa, empezó a bajar corriendo las escaleras de regreso a los controles de seguridad.
— ¡¡IKARO!! -replicó molesto Sugar- ¿Qué haces?Se supone que íbamos a ir sólo nosotros dos ¿qué coño haces invitando a Bling Bling?
— Oh,vamos Sugar... No podemos decirle que no. Es nuestro amigo... Además, ya que vamos, cuantos más seamos, mejor lo pasaremos.¿No has sido siempre de esa opinión? -ladeó la cabeza observándole.
— Pero no ahora... A éste paso, se va a enterar todo el mundo de a dónde estamos yendo y se supone que iba a ser una aventura secreta.
— No creo que...
— ¡Chicos! -gritó la chillona voz de Keymera, mientras los saludaba desde la parte inferior de las escaleras.
—P-e-r-f-e-c-t-o ...- susurró Sugar mientras hacía un gesto a los guardias para que dejaran pasar al demonio de la envidia y al de la avaricia sin necesidad de que pasaran los controles.
— Me ha dicho Bling Bling que se os ha ocurrido algo fabuloso - comentó mientras llegaba donde ellos con expresión curiosa en sus ojos felinos- Sin embargo, no ha querido decirme de qué se trata.
Íkaro sonrió levemente al ver a Bling Bling abrazado de la peluda cola de zorro de Keymera. Era demasiado tierno verlo de esa manera y era sorprendente que un demonio pudiera llegar a ser tan terriblemente cariñoso, pero nunca había que olvidar que la naturaleza de un ser diabólico, por muy adorable que pudiera parecer a simple vista, era, y siempre sería provocar que los humanos hicieran las cosas mal, que hicieran daño y en términos más personales, dañarlos directamente.
Keymera parecía haberse armado de paciencia con el demonio de la avaricia, ya que , aunque en un principio estaban constantemente discutiendo y peleando, ahora era como si ignorara los arrebatos cariñosos y posesivos de aquel pequeño demonio.
Muy a su pesar, Sugar le explicó a Keymera cuál era el motivo de que lo hubieran llamado, aunque se mostró reticente al hecho de dejarle ir, pero, como no, Íkaro dijo que le parecía genial que fueran todos juntos y ya que estaban ellos cuatro allí, lo ideal sería dar con Charismatic e ir los cinco juntos como en los buenos tiempos. De verdad que el padre de Satanás era un verdadero bocazas. No le sorprendía lo más mínimo que el Rey Supremo dijera de él que era un verdadero inmaduro...
Cuando fue consciente de que le debían de estar preguntando algo porque todos le estaban mirando, Sugar carraspeó y se acomodó su abrigo de piel.
Dijo con evidente desgana, que simplemente se pusieran en marcha y que si no daban con Charismatic por el camino, que se irían simplemente los cuatro. No es que pretendiera pasar toda la vida en el mundo de los hombres, era más bien la idea de subir, dar un paseo, asustar a alguien y volver a casa para la hora de cenar.
Podría decirse que tenía una idea muy vaga de lo que pretendía hacer llegando al mundo de los hombres, puesto que nunca había estado allí a pesar de que su padre y las sagradas escrituras aseguraban que era su destino acceder al mundo de los hombres para conducir a la humanidad entera a su perdición... Claro que todo eso, sonaba demasiado a cuento para niños, a esa clase de motivación penosa que le das a tus hijos cuando no se te ocurre nada mejor.
En la Biblia Satánica, estaban reflejadas las profecías referentes al mundo de los demonios y todos los "sirvientes" humanos, que desde un primer momento, estuvieron de su lado cuando el mundo se volvió mundo, cuando Dios lo creó, empezando por la hermosa Lilith, la primera y mayormente desconocida esposa de Adán, que abandonó el Jardín del Edén por propia voluntad para posteriormente unirse a Satanás.
Sugar se dio cuenta de que volvía a estar perdido en sus pensamientos... Todo lo referente a su linaje de sangre azul, a lo sucedido a su padre por saber que podría ser igual a Dios... Dios... Que ser más caprichoso... ¿Pensaba acaso que él era el único? No era el único Dios como tampoco era el primero ni el más fuerte, porque el propio Íkaro estuvo antes que él y que Satanás y aseguró que algo aún más grande e inmenso, lo puso ya en éste lugar oscuro... ¿Por qué se preocupaba por esas cosas? Si había algo que no había cambiado jamás en el Infierno, eran los Tres Tronos, ya que nunca había sino necesario ni pertinente pasarle la corona a nadie más y seguramente, en los millones de años que duraría su existencia, no tendría tiempo de optar al trono a menos que matara a su padre, algo que ya había reiterado demasiadas veces.
Sus compañeros caminaban delante de él ajenos a sus pensamientos, todos parecían entusiasmados con la idea de ir al mundo de los hombres. Ya no era algo normal hacerlo, porque tras el Concordato Blanco y Rojo, se había limitado mucho el acceso de ángeles o demonios al mundo humano para evitar nuevas guerras santas... Aunque siempre estaba aquel resquicio de libertad, que se les daba gracias a aquellos humanos que se dedicaban deliberadamente a coquetear con las fuerzas oscuras. El ser convocado por un humano te daba siempre la fabulosa oportunidad de subir y hacer que la gente lo pasara mal. Incluso, había algunos lugares del mundo, que eran portales entre el mundo "espiritual" y el mundo físico, pero dar con ellos era terriblemente complicado, ya que nadie sabía dónde se encontraban exactamente esa clase de lugares.
— ¿Sugar? -le llamó Íkaro deteniéndose al darse cuenta de que se había quedado rezagado- ¿Va todo bien? No tienes buena cara.
— ¿Cómo?...Ah... No, no es nada, estaba perdido en mis pensamientos, ya sabes...
— Ya estamos cerca del Primer Infierno ¿seguro que no prefieres volver a casa a descansar?
— Lo último que necesito ahora mismo es ir a seguir engordando mi culo sin hacer nada -replica notablemente molesto- De verdad, que eres idiota. Deberías pensar un poco las cosas antes de hablar, Íkaro.
— Vaya... No pensé que te fuera a molestar, sólo intentaba ser comprensivo.
— Deja de ser tan paternalista, me da mucho asco que me trates como si fuera un niño idiota -dijo malhumorado antes de seguir andando tras Bling Bling y Keymera que iban más adelantados.
— ...
Íkaro se posó sobre el suelo y plegó sus alas mientras observaba a aquel ingrato, alejarse como hacía siempre. Sugar era terriblemente desagradable cuando él intentaba cuidarlo... Sabía que era por aquel complejo que le había nacido tras su exaustivo entrenamiento cuando sólo era un bebé. Cualquier miembro de la monarquí infernal, era duramente entrenado en la guerra, sin piedad y sin miramientos, de modo que apenas comenzó a gatear, Sugar fue lanzado a un mundo lleno de dolor y esfuerzo. Nunca lo había terminado de superar y sabía de primera mano que era algo que le seguía doliendo y le hacía pensar a menudo que lo había pasado sin ningún objetivo real. No podía decirle que a él le nacía ayudarle, sonaría terriblemente estúpido y todos se reirían de él diciendo que era como un tonto enamorado... Quizás fuera demasiado evidente que lo era.
Cuando se dio cuenta de que sus amigos le habían dejado atrás, se apresuró a continuar subiendo las escaleras para darle ya alcance en los dominios de su hijo, el Infierno de los Fuegos Eternos...
Ah, el ácido aroma del azufre, el calor asfixiante... Siempre daba gusto regresar a casa y sentir en la piel ese calor que tanto gusta a las criaturas demoníacas.
Una vez en el Primer Infierno, Keymera y Bling Bling fueron los primeros en divisar un grupo de trabajo que parecía venir de la zona de las pozas, sin duda, los demonios encargados de torturar a las almas de los indeseables durante un tiempo. Entre ellos figuraba Charismatic, quien frunció notablemente el entrecejo al verlos allí, más incluso al ver al estúpido y avaricioso perro, agarrado de la cola del chico que desgraciadamente, también le gustaba a él.
A disgusto, se alejó del grupo de demonios con el que iba hacia la segunda fosa, para poder acercarse hasta su grupo de "mejores amigos".
— ¿Cómo estás Charismatic? -le saludó Sugar tras la reverencia hecha por el más alto hacia su persona.
— Mejor que nunca, al fin un poco de trabajo duro para hacer que mis músculos estén activados.
— ¿Y funciona~? -preguntó Keymera observándole de forma juguetona.
— Observa, encanto -dijo Charismatic con toda la intención de pavonearse frente al demonio zorro.
Como demonio de la ira que era, el aspecto feroz de Charismatic, se veía reforzado porque tenía clavos afilados incrustados por todo su cuerpo,la simple visión de sus brazos llenos de ellos, hacían temblar a los hombres y entre demonios, era un atractivo importante.
Se aseguró de marcar debidamente sus músculos y luego retorció uno de esos clavos, para sacarlos de su carne,mostrando lo tenso y duro que se mantenía su músculo.
A Keymera, simplemente se le hizo la boca agua al comprobar lo fuerte y firme que estaba el cuerpo de su compañero. No fue hasta que Bling Bling interrumpió con un carraspeo, que Keymera empezó a relamerse y a dejar hablar a Sugar, quien, por supuesto, también se había quedado mirando a Charismatic totalmente asombrado. Decir que aquel demonio era realmente atractivo, era quedarse muy corto, aunque desgraciadamente, el físico no era tanto como la inteligencia y Charismatic no era estúpido, pero tampoco era un pensador.
— Esto...-susurró Sugar antes de centrarse en lo que estaba diciendo- Vamos a subir al mundo humano ¿quieres venir con nosotros?
— ¿Al mundo humano?¿Lo dices de verdad? - entornó los ojos Charismatic mientras volvía a clavarse lo que se hubo arrancado a posteriori.
— Sí, es en serio... Había pensado que podríamos ir, liarla un poco entre los hombres y regresar antes de que nadie se de cuenta.
— Pero ¿y la seguridad? Ya sabes que subir está...
— Soy el Príncipe ¿no es así? Sólo tengo que amenazarles un poco y de seguro nos dejarán salir sin mayor inconveniente.
— Si es así, me apunto. Hace demasiado tiempo que no voy al mundo de los humanos y me gustaría saber qué tanto podemos hacer. Compañeros que han subido aseguran que nada es como era cuando aún podíamos ir y venir a nuestro antojo.
— Entonces pongámonos en marcha, no quiero que se una nadie más a la expedición-dijo entre dientes Sugar antes de empezar a caminar hacia las escaleras que subían al mundo de los hombres.
Charismatic asintió a las indicaciones del Príncipe y preocupándose más bien por dejar claro quién era el macho dominante, apartó a Bling Bling de Keymera y tras pasar un brazo sobre los hombros del demonio de la envidia, de forma completamente posesiva, sonrió y echó a andar con él tras Sugar.
Bling Bling estaba que echaba humo por la boca sólo de ver lo que aquel idiota hacía cada vez que se cruzaban con él y eso le hizo arrepentirse infinitamente de desear que fuera con ellos como en los viejos tiempos.
Dándole alcance, Íkaro le dijo que no lo pensara demasiado, Keymera, era al fin y al cabo, un demonio demasiado fácil como para tomarlo siquiera en serio como pareja. No iba a quitarla la razón con respecto a que era más fácil que la tabla del uno, pero era el demonio del que se había enamorado... Era demasiado evidente que Bling Bling pertenecía a aquel grupo de demonios llamados Hijos de Astaroth, y parecía que eso no iba a impedir que tratara por todos los medios, que su amor con Keymera funcionara. Era algo digno de aplaudir, al menos para el viejo Íkaro.
La subida al mundo humano constaba de una gran y empinada escalinata de un millón de escalones, sin duda un ascenso duro para aquellas almas que trataran de escapar de regreso al mundo de los hombres. Para un demonio, nuevamente, no era algo que fuera preocupante o que se presentara extenuante, simplemente, era un camino largo que para aquel grupo tan inusual de amigos, se hizo realmente corto, ya que los constantes piques entre Charismatic y Bling Bling, hacían las delicias del respetable al pelearse y medirse por saber quién de los dos era más digno de las atenciones de aquel hermoso demonio que no parecía decantarse nunca por ninguno en concreto... Al menos, se le daba bien calmar a Charismatic con algunos contoneos de sus caderas y su cola, lo suficiente al menos como para que no explotara rabioso y llamara la atención de aquel bullicio que cada vez quedaba más lejos, dejando paso a un silencio que se rompía con el eco de sus risas y sus voces. Ahora estaban demasiado arriba como para ser oídos por nadie.
¿Y no había nadie más en aquellas escaleras? No. Puesto que se trataba de la salida del Infierno y no de la entrada, lo cierto era que se trataba de una zona desértica y solitaria de la que nadie parecía haberse acordado en mucho tiempo.
Hasta allí subían los vapores y el humo de las pozas de alquitrán y del fuego infernal, de modo que una densa capa de polución venenosa, los envolvía desde hacía ya cientos de escalones atrás. La visión allí era borrosa, pero siendo quienes eran, lo complicado habría sido no ver el foco de luz dorada que era el propio Bling Bling, quien por andar en cuatro,tenía mucha mejor visibilidad que todos los demás, que simplemente se limitaban a seguir aquel color brillante mientras alguno que otro se tropezaba y caía de rodillas al piso, provocando que todos los demás se rieran de forma escandalosa.
En realidad había que admitir que era una situación entretenida y que entre ellos, se llevaban lo suficientemente bien como para que el enfado por ser el hazmereír al caerse, no fuera duradero. Incluso Charismatic acabó en el suelo y hubo suerte de que lo tomara con humor y se riera el primero o empezaría a dar golpes como loco para evitar que se rieran de él.
Poco a poco, el humo se fue disipando, dejando ver ante ellos una explanada que conducía a la Gran Puerta de Hierro. La salida al Infierno, custodiada por una enorme gárgola de piedra.
El lugar lucía desolado, muestra de que hacía milenios que nadie iba allí y prueba de que el guardían no tenía la necesidad de moverse un solo ápice de su puesto en lo alto de aquella gran puerta.
Las risas se apagaron y los cinco demonios observaron el camino que les conduciría finalmente al mundo de los humanos, si la gárgola decidía abrirles las puertas. Sugar e Íkaro fueron los primeros en comenzar a caminar hacia aquella gran puerta, seguidos poco después por los demonios de los pecados capitales, quienes observaban en silencio al rededor. Hacía demasiado que no iban a aquel lugar e inconscientemente esperaban alguna clase de emboscada para cortarles el paso. Sin embargo, nada ocurrió, salvo que la gran gárgola de piedra, abrió los ojos y espetó a aquellos osados visitantes.
— ¿Quién se acerca a mi puerta?
— Soy Sugar, hijo de Lucifer y Príncipe del Segundo Infierno.
— Yo soy Íkaro, padre del Rey Supremo,Satanás.
— Mis señores ¿qué les trae a mi puerta?
— Queremos que la abras y nos dejes salir -dijo Sugar mientras levantaba la cabeza, observando la gran figura de piedra, que los observaba con sus ojos rojos desde las alturas.
— Me temo que no puedo concederos vuestra petición. Nadie puede salir sin permiso.
— ¿Acaso no me has escuchado? Soy un Príncipe, no necesito permiso de nadie. Si no abres la puerta haré que te destituyan y que seas severamente castigado por tu desobediencia. —Le pido perdón por mi impertinencia, majestad. Si solicita que le abra las puertas así será.
Pudo o no, ser la amenaza de Sugar lo que provocó que la gran gárgola decidiera abrirles la puerta, pero todo el grupo observó con estupor, como las inmensas y pesadas puertas, comenzaban a abrirse de forma lenta y con un sonido estridente y chirriante que hizo que Bling Bling y Keymera se cubrieran los oídos por tener la audición más sensible que sus compañeros. Conforme se abría la puerta, una luz cegadora entró por las rendijas y todos salvo el demonio de la avaricia se cubrieron los ojos debido a la claridad apabullante a la que ninguno estaba acostumbrado, aunque el demonio-perro, era menos sensible a la luz debido a que estaba acostumbrado al dañino brillo de las monedas de oro en ingentes cantidades.
La puerta quedó parcialmente abierta, lo suficiente como para que pudieran entrar todos ellos y aunque en un primer momento dudaron, mirándose los unos a los otros, fue el Príncipe el que decidido, se animó a dar el primer paso hacia la salida.
No habían llegado allí para darse la vuelta y regresar a casa con el rabo entre las piernas.
Antes siquiera de lograr acceder a la puerta, los cinco se echaron hacia atrás al ver un túmulo de piedra surgir ante ellos. Poco a poco la piedra fue tomando aspecto humano y los cinco guardaron silencio cuando Lucifer, el padre de Sugar, se materializó ante ellos.
El Príncipe abrió desmesuradamente los ojos al ver allí a su progenitor y técnicamente se metió detrás de Íkaro, sin duda lo iba a utilizar de escudo si volaban golpes. Pero para no variar, su padre, al que llevaba mucho tiempo llamando "viejo senil", estaba sonriendo y parecía realmente alegre por encontrarlos allí. Los tres demonios de los pecados capitales se apresuraron a ponerse de rodillas en el suelo y agachar las cabezas ante el soberano del Segundo Infierno, en señal de respeto y sumisión a su presencia.
Íkaro inclinó levemente la cabeza en señal de saludo, al fin y al cabo, su posición de padre de Satanás, no le eximía del cumplimiento del protocolo.
Lucifer se acortó las distancias con el grupo de jóvenes demonios y dijo con voz despreocupada:
—Así que intentando abandonar el redil sin permiso¡Eso no está nada bien!¿A quién se le ocurrió la idea?¿Mmn? -sonrió de nuevo al no obtener respuesta. Era de esperar que nadie delatara a nadie aunque sabía perfectamente que había sido cosa de Sugar- No podéis salir, al menos no como pensaban hacerlo,muchachos.
— No deberías intervenir -dijo finalmente Sugar con notable hastío- Estoy harto de que me sigas a todas partes, tengo derecho de divertirme sin que metas las narices de por medio ¿no te parece?
— Tranquilo, fierecilla -se hace el ofendido y luego se acerca más aún y pega la nariz a la de su hijo- No voy a impedir que salgáis... ¡Es más,vengo con una idea para que lo hagáis!
Los cinco demonios observaron al rey en silencio y Sugar sintió que el vello de la nuca se le erizaba.
Si su padre hablaba de "ideas" no esperaba que saliera nada bueno de la que quiera que fuera la sugerencia que iba a darles.
Tras unos segundos que parecieron eternos, Lucifer retomó la palabra:
— Ya que quieren subir al mundo de los humanos ¿qué tal si se convierten en humanos? Será un juego divertido, viviréis la aventura que tanto estáis deseando vivir y además, podréis salir de ésta cloaca oscura e infecta.
— ¿Cómo dices? -preguntó sorprendido Íkaro - ¿Subir al mundo de los humanos transformados en humanos?
— Perdiste definitivamente la cabeza, viejo senil... ¿Cómo vamos a...?
— No digáis aún que no, el mundo de los hombres es muy emocionante y si habéis llegado aquí arriba con todo vuestro morro, creo que lo ideal es que sigáis adelante ¿no? Mi única condición para dejaros pasar, es que aceptéis subir al mundo con forma de hombres.
— Puede ser divertido-comentó la voz de Keymera haciendo que sus compañeros se giraran a verlo- ¿Qué? No puede ser tan malo. Sólo son hombres. No hay nada que puedan hacernos ¿no es así?
— Sí,sí, escuchad al chico bonito, tiene razón -dijo Lucifer con voz animada- ¿Qué te parece hijo?¿No te gustaría intentarlo?
— Pero... ¿Dónde está la trampa? Siempre hay una trampa cuando se trata de hacer tratos contigo, viejo...
— No hay trampa, os he dicho que subiríais como humanos a vivir una aventura humana... Claro que si os negáis, haré que os metan a todos en las mazmorras durante los próximos mil años. -agregó como si fuera lo más normal del mundo, aunque era evidente hacia dónde quería que derivara la conversación.
— Bueno...yo...-Sugar se giró a ver a sus compañeros- ¿Alguno tiene algo qué decir?
— Hagamoslo -dijo Charismatic cruzándose de brazos- Sería de cobardes darse la vuelta ahora.
— Supongo que tienes razón...- Sugar se giró y observó a su padre con la mano extendida para sellar el trato.
Un trato con un demonio nunca se sellaba por medio de las palabras, la forma más común de cerrar un trato, era darse la mano y eso obligaba a ambas partes a cumplir con lo pactado. En el caso de los humanos, los pactos con los demonios se realizaban por medio de sacrificios de sangre, ya que era imposible que un demonio le diera directamente la mano a un hombre, de modo que durante las invocaciones, los interesados solían ofrecer un animal como sacrificio y cerraban el trato cortándose la palma de su propia mano.
Tras unos momentos más de duda, Sugar alargó la mano y estrechó la de su progenitor, arrepintiéndose de haberlo hecho casi de manera inmediata. Lucifer sonrió como un demente y al poco, de su cuerpo salieron ondas de luz que atraparon a los cinco demonios. Pronto, todos ellos estaban gritando de dolor al sentir que sus cuerpos estaban sufriendo unos dolores indescriptibles. Sus cuernos, colas y alas, se contraían sobre sí mismos, introduciéndose en sus cuerpos hasta desaparecer por completo, haciendo con ello que también desaparecieran sus marcas corporales que indicaban sus rangos demoníacos. Las garras y pezuñas de aspecto animal, se retorcían hasta tomar la forma de burdas manos humanas y poco a poco la debilidad se apoderó de sus cuerpos, postrándolos de rodillas mientras sentían que no les llegaba el aire y que algo en el pecho les dolía. Sus pulmones estaban comenzando a respirar oxígeno, algo que allí en el Infierno no había, de modo que se estaban asfixiando, en el pecho habían comenzado a latir sus corazones, algo de lo que prácticamente cualquier demonio carece, haciendo que el primer latido, fuera el más agónico de todos, podrían haber definido el dolor como estar sufriendo un infarto.
La luz de la gran puerta de hierro, comenzó a tirar de ellos y ninguno fue capaz de resistirse a pesar de que Sugar se sujetó de la misma para evitar se absorbido , viendo la sonrisa de su padre, diciéndole adiós con un una mano cuando finalmente la energía de aquella luz lo engulló sumiéndole en una oscuridad completa.
"Ahora sois hombres,no olvidéis que como tal,podéis morir si no tenéis cuidado...
Onew, Jonghyun, Key, Minho, Taemin...
Onew, Jonghyun, Key, Minho, Taemin...
Abandonáis el infierno para pasar a un mundo finito y pulsional.
Buena suerte chicos.
La vais a necesitar"