Género: Fantasía / Aventura
EEL: TP
Resumen: Año 1423, la dinastía Joseon gobierna Corea. Han levantado los cinco grandes palacios y la familia real reside en el Gyeongbok y se ve amenazada por la maldición de un enemigo contra el que llevan luchando desde el año 1395 cuando se hicieron con el poder. Cuando el monarca caer gravemente enfermo,sólo su hijo menor, Minho, tiene el corazón lo suficientemente puro como para emprender un peligroso camino que le llevará en busca de un brebaje que se esconde en el corazón del bosque de Gotjawal en la isla de Jeju.
Minho permanecía petrificado y con miedo...No podía ni siquiera parpadear, los ojos de aquel ser al que su madre llamaba con tanto respeto "Maestro", provocaban en él un miedo irracional que hacía que todos sus sentidos se mantuvieran alerta a pesar de que no reaccionara ninguno.
Aquella figura corvada se acercó tanto que en las cuencas vacías de sus ojos, el príncipe se sintió caer sin remedio en un pozo sin fondo. Notó en la cara aquel aliento pesado y pestilente pero gélido como una ventisca invernal. Ni siquiera aquello pudo hacer que reaccionara su cuerpo, no podía apartar la vista de sus ojos negros. Podía sentir como si su presencia, como si aquella cercanía, le arrancara la vida poco a poco, como si la absorbiera en busca de dejarle completamente inerte y muerto en el suelo... ¿Le habría llevado su amada madre a una muerte segura? Él no era lo suficientemente puro de corazón como para pasar ninguna clase de prueba ni mucho menos para que se le evaluara como tal o se le dijera que era el único capaz de salvar el reino...
Aquella mirada, duró mucho menos de lo que pudo parecerle, Minho podría jurar y prometer que había aguantado la mirada de aquel ente por más de dos horas, dejándolo alimentarse de su vida y de su miedo, permitiendo sin oposición que escrutara lo más profundo de su ser, a la espera de caer fulminado como por un rayo al hallarse que no era lo suficientemente bondadoso.
Cuando aquella figura retrocedió unos pasos, Minho calló al suelo en una especie de desmayo consciente, agotado como si hubiera pasado horas y horas entrenando hasta la extenuación. Sin embargo le llegó el sonido de la voz de su madre, interrogando al sabio, al brujo o lo que quiera que fuese aquel anciano, sobre lo que había visto en los ojos de su hijo:
- ¿Y bien, Maestro? ¿Qué habéis visto en su alma? ¿Es o no digno de emprender el camino?
- He... encontrado en él... un alma pura e inmaculada, un corazón cándido y bondadoso...Curioso, sí, muy curioso e inquieto...
- ¿Entonces puede partir en busca del elixir?
- Puede y será mejor que marche cuanto antes, debe regresar antes de la próxima luna llena o no logrará salvar al rey... Largo y tortuoso es el camino que le espera, preparadlo bien pues su mayor miedo es verse solo y nadie puede acompañarlo...
- ¡Oh, Maestro! - dijo con voz llorosa la reina antes de arrodillarse ante el anciano- Muchas gracias... Sabía que mi hijo sería digno de la confianza del reino.
Tras aquellas palabras que Minho llegó a escuchar tan solo como un eco de su imaginación, el muchacho volvió a caer en una especie de pesado sueño donde la frase que le había susurrado la bruja, se repetía una y otra vez entre voces estremecedoras que asustaban a su subconsciente. Poco a poco, el príncipe comenzó a volver en sí y despacio abrió los ojos y parpadeó confundido. La luz era tan tenue y todo estaba tan oscuro y en silencio, que no podía ser más que de noche... Una vez más pensó que todo había sido producto de su imaginación y por ello se llevó una mano a la cabeza, le dolía mucho y sentía que todo le daba vueltas. Mientras trataba de incorporarse en su futón, se dio cuenta de que una de las puertas correderas que daba al jardín desde su habitación, estaba abierta y dejaba entrar la gélida brisa nocturna en sus aposentos. Miró confundido al rededor, no sabía porqué, pero tenía el miedo metido en el cuerpo, estaba seguro de sentir que había un peligro cerca... Se levantó usando una sola mano, pues la otra la mantenía vendada contra el pecho ya que se había dañado en su regreso al palacio. Con paso cuidadoso, se acercó a la puerta para cerrarla, aunque al avanzar miraba a su alrededor por si descubría que alguna de las sombras no debía estar allí; pero no fue el caso... Todo parecía estar en su sitio y lo más importante, parecía encontrarse solo...Ya más aliviado de encontrarse sin nadie allí que pudiera volver a perturbar su calma, al alcanzar la puerta y detenerse a contemplar lo hermoso que se veía el jardín en la oscuridad, se percató de que había una sombra allí de pie, de apariencia antropomorfa y que en un parpadeo echó a correr hacia donde él se encontraba. Asustado, Minho dio tal jalón de la puerta que la cerró con rapidez y no satisfecho con ello se acercó a donde se encontraban sus armas y agarró su espada, al menos lo intentó, pues desenvainar una katana sin las dos manos, no era algo precisamente sencillo... Miró entonces a la puerta, ninguna clase de enemigo se habría detenido ante una puerta de madera y papel, pero parecía que aquel sí lo había hecho. Tragó saliva y aún con la espada en la mano, comenzó a acercarse de nuevo. Estaba siendo con diferencia el día más aterrador y perturbador de su vida. De nuevo se acercó para ver si no se trataba de una fantasía suya y cuando estuvo cerca de la puerta, una mano atravesó el papel tratando de sujetarle. No pudo evitarlo, gritó asustado, soltó la espada y echó a correr fuera de su dormitorio. Aquel día no estaba para hacerse el valiente... Habían sucedido tantas cosas horribles e inexplicables que estaba seguro de que en el palacio había espíritus malignos que querían hacerle daño a él y a toda su familia. Detuvo su alocada carrera en mitad del corredor y levantó la cabeza para mirar a su alrededor...
Nada... No había rastro del propietario de aquella mano que había tratado de darle alcance... Todo Gyeongbok estaba sumido en un lúgubre y escalofriante silencio... Un silencio tan tenso que incluso el aire que respiraba parecía volverse denso y pesado en sus pulmones.
De nuevo miró al rededor... ¿Por qué no había guardias haciendo ronda? ¿Por qué no estaban las velas encendidas para alumbrar los pasillos?
Se apartó el cabello de la cara con la mano sana y luego volvió a mirar a su alrededor... Sentía la incómoda sensación de que alguien le estaba observando y que cada vez se acercaba más... Pegó la espalda a la pared y se mantuvo inmóvil mirando la oscuridad en silencio. Tenía ganas de llamar a su madre a gritos, como habría hecho siendo un niño pequeño ante la idea de que algo esperaba para dañarle... ¿Sería aquel hombre al que su madre llamaba Maestro? ¿Habría cambiado de opinión con respecto a él y ahora iba a llevarse su alma a las sombras porque en realidad era un ser indigno? Notó la garganta seca y mareado tuvo que ir casi a tientas de regreso a su dormitorio, más por la mera inercia de necesitar acostarse que por haber olvidado que pensaba que había alguien. Se acostó en su futón y cerró los ojos sin querer saber nada más, solo deseaba que aquel horrendo dolor de cabeza desapareciera. Sólo eso...
A la mañana siguiente, la luz que entraba en su dormitorio comenzó a molestarle en la cara y poco a poco fue abriendo los ojos, molesto, apartó la cabeza de donde daba la luz y dio la espalda a la puerta que daba a los jardines... Sobresaltado se incorporó y giró la cabeza viendo la puerta que daba al jardín, abierta de par en par.
¿Por qué estaba abierta de nuevo? ¿No la había cerrado durante la noche? Se sentó sobre sus talones, confundido y consternado, observando la puerta abierta, preguntándose si habría o no entrado alguien y si lo sucedido la noche anterior había sido definitivamente un sueño... Todo era demasiado extraño... Aquellas cosas no sucedían nunca y de pronto todo se volvía terrorífico e inexplicable.
Por suerte, salvo algunas hojas secas, no parecía haber nada más dentro de su dormitorio. Movió la cabeza hacia la puerta al escuchar ruido fuera, parecía haber bastante alboroto en el palacio y si no se equivocaba, al menos un grupo reducido de personas caminaba en dirección a su alcoba. Se puso en pie de forma apurada y antes de tener tiempo de impedir la entrada de quien fuera, sus hermanos irrumpieron todos juntos y se le quedaron mirando. No estaba seguro, pero hubiera jurado que algo tramaban...Sí,sus miradas delataba que algo querían de él y no quería saber lo que era, pero se le pusieron en fila delante de él como si fueran un consejo a punto de juzgarle.
- Minho, es el momento de que marches ya a buscar la cura para nuestro padre -dijo con voz solemne Munjong.
- ¿Qué?¿Qué sabéis vosotros? -quiso saber inmediatamente el menor.
- No hay tiempo para esas memeces, tienes que partir cuanto antes.
- Pero... ¿por qué? No entiendo absolutamente nada... ¿Dónde está madre?
- Ahora mismo está indispuesta. ¿Por qué tanta pregunta? Deberías obedecernos y punto- comentó disgustado Ban Ryu.
- ¿Obedeceros? ¿A vosotros? ¿A quienes han traído la desgracia sobre nuestra familia? ¡Vergüenza debería daros el exigirme nada!
- ¿Cómo te atreves? Eres el menos indicado para echarnos las cosas en cara.
- Yo no he hecho nada malo, vosotros sí, a todas horas, tratáis mal a vuestras mujeres y a cualquier mujer con la que os cruzáis ¡Me siento humillado por ser hermano vuestro!
- Te tendríamos que dar una paliza por hablarnos de ese modo - gruñó entre dientes Soo Ho.
- ¡Atrevéos! -los encara- Los cuatro juntos sois muy valientes ¡Cobardes!
Antes de que ninguno de sus hermanos mayores moviera un solo músculo para agarrarlo, la reina hizo acto de presencia, evitando así que Minho saliera aún más perjudicado en una pelea donde estaba no solo en desventaja numérica,sino también física ,ya que uno de sus brazos estaba por decirlo de algún modo, indispuesto para una pelea. Los cuatro príncipes restantes, observaron en silencio como el más pequeño de todos era arropado en un cálido abrazo por la reina antes de que tuviera que seguirla a petición, para hablar en un lugar apartado, donde los perniciosos oídos de sus hermanos mayores, no malograran la conversación que iban a tener.
Una vez a solas, Soo Ho, que era el más retorcido de los cuatro, comenzó a hablar a media voz con sus hermanos:
- ¿Créeis realmente que Minho es el joven del que hablan las leyendas?
- Desde luego que no -replicó Ban Ryu con el ceño fruncido- ¿Le has visto bien? Debe de esconder más de un secreto, el problema es que con nosotros va de santurrón.
- El caso es...- continuó Soo Ho- Que se me ha ocurrido una idea... -todos giraron a verle con atención.
-¿Qué es? -preguntaron los demás.
- Si Minho se larga y aún con él aquí, nada nos impide tomar el trono, el rey está indispuesto, es un viejo que se muere y si encerramos a la reina diciendo que ha perdido la cabeza, podríamos hacernos con el gobierno de la nación sin ninguna clase de dificultad. Los soldados verían normal que los hijos de sus reyes tomen el mando y para cada uno habría un trozo del pastel -sonrió de forma cínica y cruel- ¿Comprendéis a lo que me refiero?
- Sí -sonrió Do Ji Han contagiado de aquel aire enfermo que tenía su hermano.
- Un momento -intervino Munjong, quien se preocupó de que peligrara su lugar en el trono- ¿Cuál es la parte del pastel que le toca a cada uno según tu plan?
- Tu, por supuesto en el trono como nuevo rey, Ban Ryu sería el Maestro en Economía, sabrá manejar tus riquezas y las nuestras, se ocupará de los impuestos del pueblo, Do Ji Han sería el Maestro del Congreso de sabios, hablará siempre a tu favor y con su facilidad de palabra se asegurará que todos coman de tu mano; en cuanto a mi, seré el Maestro Militar, me ocuparé de liquidar a todo aquel que no esté de tu parte y de hacer la guerra si me lo pides. ¿Qué opinas Munjong? ¿No crees que es la utopía perfecta combinando nuestras cualidades? Todos serviremos para dirigir el reino hacia donde queramos.
- ... - la siempre seria y fría cara de Munjong se tornó sonriente, la descabellada idea de Soo Ho era la clase de oportunidad que llevaba esperando desde hacía muchos años.
Esperarían a que Minho se marchara, solo de aquel modo podrían acusar a su madre de haberse vuelto loca y el moribundo de su padre no podría hacer nada al respecto. Cuando Minho volviera, si es que realmente sobrevivía al viaje, lo harían encerrar por alta traición. Ya se les ocurriría de qué acusarle. Una vez los cuatro hermanos estuvieron de acuerdo en lo que iban a hacer, abandonaron la habitación de Minho con parsimoniosa calma y anduvieron por el palacio todos juntos, con sus sonrisas cómplices en la cara que delataba que algo habían pensado todos a la vez.
Mientras tanto en el jardín privado de su madre, el menor de los príncipes escuchaba con resignada atención a su progenitora, quien se esmeraba en explicarle a dónde iba a tener que irse y lo que tenía que buscar... Decía que era peligroso, pero era imposible saber porqué, pues nadie que se hubiera aventurado hacia el bosque de Gotjawal en la isla de Jeju, había logrado volver, no se sabía si morían por algún arte mágico, porque el mar se los tragaba o por qué, simplemente, los que osaban ir a aquella isla, no regresaban nunca. Para mísero consuelo de sus temores, su madre le aseguraba que no iba a ser su caso, pues al fin y al cabo él tenía un corazón bueno y noble. Así mismo, la reina le advirtió que no se fiara de nadie que dijera que conocía rutas o atajos hacia Jeju y que siempre desconfiara de la oscuridad, pues en ella se encerraban cosas que buscarían hacerle daño... Ni disimulando habría logrado esconder cómo temblaba todo su cuerpo a causa del miedo. Sin moverse del sitio, Minho pensó que porqué tenía que ser él... ¿Todo era por la pureza del corazón? ¿Qué clase de profecía era esa? Deberían haber vaticinado la llegada de un héroe fuerte, de esos guerreros seguros de sí mismo que habían visto tanto mundo que nada les asustaba... Pero no... Para su reino la profecía hablaba de un chico de buen corazón...Un miedoso como él... Miró a los ojos a su madre, quien, no pudiendo sostener aquellos ojos tristes, se movió hacia su alcoba asegurando a su hijo que iba a darle cosas que necesitaría para el viaje y que esperaba que pudiera partir aquella misma noche hacia el bosque encantado de Jeju para cumplir con su misión y traer la cura para la enfermedad que aquejaba a su padre. Rindiéndose a que aparentemente el mundo entero estaba en su contra, Mingo no dijo que no. Recibió de manos de su madre un mapa con un camino marcado en tinta roja, supuestamente era la ruta que debía seguir hasta el mar y luego allí embarcar y llegar a la isla de un modo u otro. No había más mapa, ni indicaciones de cómo era la isla o qué había en ella, de modo que tendría que esperar a llegar para saberlo. Así mismo, le fue dada una espada, una que hacía muchos años que no se utilizaba, pues era una reliquia familiar de los ancestros de su madre. Aquella espada le había encantado siendo niño y siempre la había pedido para sí, resultó poco confortable que se la entregaran en un momento así... Dijo la reina que el caballo que llevara tendría mantas, un saco con comida y un cazo para que pudiera hacer fuego y cocinar, del mismo modo que algo de ropa para su viaje y personalmente le entregó una bolsita con monedas de oro. Con aquello tendría más que suficiente para comprar lo que necesitara, incluida una embarcación que lo llevara a la isla. También había mandado la reina que se le diera a su hijo un arco y un puñal, por si la espada no le era de utilidad. Iría vestido con las ropas de guerra propias de su rango, pues debía afrontar una misión peligrosa. El pobre príncipe dijo que sí con la cabeza mientras sus ojos gritaban un rotundo "NO" a abandonar su hogar... ¿Qué más quedaba que le dijera su amada madre? Cuando pensó que nada podía decirle, le ofreció un tónico en un frasco de cristal, el Maestro que le había examinado en el bosque se lo había entregado con el fin de facilitar la recuperación de su brazo herido.
A regañadientes lo tomó y fue aún más consciente de que la magia existía en un mundo que parecía lo más ordinario y vulgar... Su brazo dejó de dolerle y pudo moverlo perfectamente, como si nunca se le hubiera roto, tan perfecto como estaba antes del incidente con la bruja. Entonces su madre lo abrazó, fue esa clase de abrazo que sientes como que nunca vas a volver a ver a tu familia, era una verdadera despedida y Minho sintió que una parte de él moriría aquel día cuando abandonara la seguridad de los muros del palacio.
De regreso a su dormitorio, miró en silencio todos sus muebles, todos sus lujosos y maravillosos trajes, todos los juguetes que aún conservaba de su infancia por pura melancolía... Cuando saliera, parecía que todo indicaba que no iba a lograr volver con vida, pero...Tenía que ser valiente, si no por sí mismo, por lo que buscaba salvar, algo más grande e importante que él mismo, quería salvar a su padre, quería salvar al reino y a sus buenas gentes de las calamidades que parecían avecinarse de modo irrefrenable. Se miró al espejo durante varios minutos, intentando encontrar en su reflejo la fuerza necesaria para hacer frente al mundo lejos de sus padres y de toda la protección que hasta ese momento había tenido. Cogió aire y se sentó sobre sus talones para comenzar a cepillar su cabello y acomodarlo debidamente antes de marchar al anochecer. Con cada pasada que daba a su melena, sentía que el niño que hasta ese momento era, se quedaba allí, delante del espejo haciendo su vida normal y que el hombre, tenía que hacer frente al mundo y hacerse cargo del destino para el que había nacido... Sí, con aquel pensamiento, sintió que le era mucho más sencillo hacerlo.
- Puedo hacerlo... Iré al bosque de la isla de Jeju y traeré la cura para salvar a mi padre y al reino... Puedo hacerlo. Puedo hacerlo. Soy Minho Joseon , Príncipe de Corea, puedo hacerlo... Estoy preparado para ésto. Nada ni nadie puede evitar que cumpla con mi destino... Los dioses me guiarán por la senda correcta porque siempre he sido justo y les he honrado a ellos, a mis padres y a mi pueblo con mi buen hacer... Los dioses me sonreirán... Puedo hacerlo... -mira directamente a los ojos de su reflejo- Ancestros...Guiadme en mi tarea... me siento asustado, perdido... y aún no emprendí el camino... No permitáis que me pierda en las sombras ni que me duerma vencido. Dadme fuerzas y haré que os sintáis orgullosos de mi... Ayudadme.
✩✥ CONTINUARÁ...✥✩