Género: Fantasía / Aventura
EEL: TP
Resumen: Año 1423, la dinastía Joseon gobierna Corea. Han levantado los cinco grandes palacios y la familia real reside en el Gyeongbok y se ve amenazada por la maldición de un enemigo contra el que llevan luchando desde el año 1395 cuando se hicieron con el poder. Cuando el monarca caer gravemente enfermo,sólo su hijo menor, Minho, tiene el corazón lo suficientemente puro como para emprender un peligroso camino que le llevará en busca de un brebaje que se esconde en el corazón del bosque de Gotjawal en la isla de Jeju.
Aún sin haber tenido tiempo de asimilar todo lo sucedido, el joven Minho, acabó por cortar todo contacto con sus hermanos mayores a pesar de que ellos insistían en acercarse a él, su mejor arma en aquellos momentos era simplemente guardar silencio y fingir que no existían y que no podía verles ni escucharles, mucho menos a Soo Ho, que era el culpable de que todo hubiera desencadenado en aquella catástrofe que a sus 19 años, bien podía ser lo más parecido al fin del mundo. Munjong y el resto pensaban que persiguiéndole por el palacio o increpándole con amenazas lograrían que les dirigiera la palabra, pero si había algo que Minho no soportaba, era la traición de modo que aún cuando se vio arrinconado por sus cuatro hermanos mayores y siendo empujado contra la pared, persistió en su actitud de que no existían.
Su padre le había dicho que la boda se celebraría antes de dos meses para evitar que se conociera de más el estado de la muchacha. De modo que uno de aquellos días, en los que aún podía pensar de sí mismo que era un hombre libre, volvió a salir a pasear con su caballo más allá de los campos de cultivo, era evidente que en casa se sentía terriblemente agobiado,más por su pronto casamiento que por el acoso y derribo que ejercían sus hermanos mayores. Por suerte su madre no lo perdía de vista y tan pronto como alguno de ellos iba a molestarlo, la reina salía de alguna esquina a llamar la atención de sus hijos mayores. Debería avergonzarles aquel comportamiento denigrante e infantil, absolutamente impropio no solo de príncipes sino de hombres adultos, que se suponía que eran.
Una vez más, en la linde del bosque se sintió medianamente a salvo,sobretodo bajo la protectora luz de un sol que parecía brillar ajeno a la tristeza que le embargaba. No había nadie detrás de ninguna esquina ni le esperaban sermones de cómo debía de comportarse en cuanto fuera un hombre casado y de sus deberes para con él bebé que ni siquiera había engendrado... ¿Por qué él? Ni siquiera le gustaban las chicas... O al menos nunca había sentido nada por ninguna que no fuera quizás mera simpatía... ¿Cómo podía estar seguro de ello? Siendo aún pequeño, ni siquiera alcanzaba los 10 años de edad, sus hermanos mayores, en su mayoría adolescentes con las hormonas descontroladas, lo llevaron junto con ellos a espiar a las criadas en el baño de mujeres. Si bien por su corta edad o porque verdaderamente no sentía nada por el sexo opuesto, fue más bien traumático, pues la reina se encontraba en aquellos baños , desnuda como las demás. Aquello se repitió incluso en un par de ocasiones más pero él no quiso volver a participar y veía volver a sus hermanos asegurando estar muy calientes y con ganas de "follarse" a alguna mujer... No le era desconocido que al menos 3 de ellos habían forzado a criadas a practicar sexo con ellos pero... el silencio de las jóvenes era el candado que sellaba el secreto, pues si no hablaban es que no había pasado.
Se frotó la cara con las manos, resoplando mientras intentaba alejar esos pensamientos de su mente. Él no era ni mucho menos parecido o igual que aquellas sabandijas que desgraciadamente llevaban su misma sangre corriendo por sus venas y fue entonces cuando se preocupó de saber si lo que le sucedía era alguna clase de problema pero... ¿Con quién hablarlo? No podía pretender que su padre, el rey, viera con buenos ojos una declaración como la que él podía hacer...¿Cómo decirle? ¿Y a su madre? Ella era más comprensiva y al fin y al cabo sus otros cuatro hijos, eran verdaderos prodigios del sexo o así se definían ellos mismos... Asintió para sí y se puso en pie dispuesto a regresar a casa con premura, para tener tiempo de encontrar a su madre en una de sus horas de lectura, de ese modo nadie podría interrumpirlos y quizás, si era lo suficientemente discreto, sus hermanos no le verían entrar ni le perseguirían al verlo andar con cautela y secretismo hasta las habitaciones de la reina... Al menos tenía la certeza de que Munjong no estaría, pues siempre atendía los asuntos de palacio junto a su padre. Del resto no podía estar seguro, pero no le quedaba más remedio que aventurarse e intentarlo. Subió a lomos de su caballo y lo espoleó para ir al galope de regreso al palacio, tenía demasiadas preguntas que hacerle a su madre, alguien mayor y más sabio como ella podría responder a sus desvelos y a su horrible incomodidad ante la evidencia de que no le gustaban las mujeres o al menos, ninguna le había gustado hasta la fecha.
Conforme retornaba al palacio, fue deteniendo a su caballo al ver cómo el cielo se oscurecía sobre su cabeza. Las nubes se condensaban en un turbulento torbellino gris oscuro y temió que se acercara una tormenta pero... ¿Cómo era posible que en tan poco tiempo, en apenas unos minutos,se hubiera tornado el cielo tan oscuro en su inmensidad? Pues hasta donde alcanzaba la vista todo estaba envuelto en sombras. Su montura comenzó a inquietarse y él desmontó inmediatamente, no quería salir disparado por los aires si el corcel decidía encabritarse. Una vez con los pies en el suelo,comenzó a acariciar el lomo del animal y su cuello para ir logrando poco a poco que se fuera calmando o al menos que se relaja un poco mientras de las riendas, lo llevaba de regreso al palacio, sin dejar de observar el cielo. Los campesinos que cultivaban los campos,parecían tan desconcertados como él pero ninguno se movió para abandonar sus labores, él sin embargo, se apresuró a tirar de su caballo para poder volver a casa. Comenzaba a levantarse el viento y pronto se volvió tan fuerte y violento que pensó que debía acercarse una tormenta, lo cual le hizo volver a montar a lomos de su corcel y espolearlo para ir a galope tendido hasta el palacio, ya no era cuestión de preguntarle nada a su madre, visible era que estaba por comenzar una tormenta.
Cuando al fin llegó a palacio perdió completamente el control del caballo y éste comenzó a encabritarse haciéndolo caer al suelo. Fue tal la fuerza con la que salió despedido por los aires, que Minho acabó en el suelo doliéndose de un brazo, más que seguro de habérselo roto al estrellarse contra las baldosas de piedra del primer patio. Los guardias, acudieron a socorrerlo y otros a sujetar al animal que parecía amenazar con pisotear a todo el que se acercara a él, pero una vez lograron reducirlo,jalaron de sus riendas hasta las cuadras para encerrarlo allí ,mientras el príncipe lo conducían a toda prisa hacia el edificio principal. Minho se sujetaba el brazo dañado sin ser consciente a causa de la adrenalina de que se le había salido el hueso de sitio y que incluso le atravesaba la piel, haciendo una pintura de sangre en su ropa. El joven príncipe se detuvo en seco junto a los guardias al ver que justo sobre el edificio principal se desataba un horrible torbellino de nubes y abrió desmasuradamente podía sentir como el viento pujaba por llevárselo mientras él hacía fuerza por mantenerse anclado al suelo aunque los soldados lo sujetaban.
Era una imagen cuanto menos aterradora y al escuchar los truenos sintió que el corazón se le salía del pecho y quiso correr a socorrer a su familia o si debían morir, al menos morir con ellos, pues prefería aquel aciago destino junto a sus seres queridos pero... Por algún motivo fue incapaz de moverse. Aquel remolino de nubes negras que parecía succionar, se había formado de la nada sobre el palacio y comprobó que no se trataba de algo normal en el mismo momento en el que las nubes se abrieron y escupieron un rayo azul sobre el palacio. El sonido fue ensordecedor, el suelo comenzó a temblar como si se tratara de un terremoto y fue tal el brillo de aquel rayo que el joven tuvo que cerrar los ojos y cubrírselos con su brazo bueno mientras emitía un grito llamando a sus padres. El viento jaló de él para arrastrarlo al que parecía ser su final, pero de la nada, el viento cesó y cuando al fin logró abrir los ojos, se encontró a sí mismo jadeando en pleno patio principal, con los soldados confusos aún sujetándole. Las banderas de los estandartes estaban rotas y todo estaba lleno de escombros y hojas, macetas y ropa que seguramente habían tendido las criadas, algunas de las puertas estaban rotas pero... El palacio lucía en casi perfecto estado. No parecía arder a causa del rayo, ni inestable a causa del terremoto, tampoco se veía por ninguna parte que hubiera volado al deshacerse en pedazos por el torbellino de viento y nubes...
Sacudió la cabeza y echó a correr hacia el interior, seguido por los guardias pero se detuvo de forma súbita al encontrarse cara a cara con la joven a la que su hermano Soo Ho había dejado embarazada, a cuyo padre habían pagado como si ella fuera vulgar mercancía para que cargara con aquel hijo en resignado silencio... ¿Ella? ¿Qué hacía ella allí...? Contrariamente a lo que esperaba, ella le sonrió.
Estaba muy confundido... La vio acercarse y cuando los guardias se dispusieron a impedir que se acercara a él, los lanzó por los aires con una especie de fuerza invisible que hizo que Minho entendiera aún menos. Cuando al fin estuvieron frente a frente, ella le susurró algo en un idioma que fue incapaz de entender pero aún así, sus palabras quedaron grabadas en su mente segundos antes de que perdiera el conocimiento y cayera al suelo presa quizás de un gran sobresalto o de un profundo agotamiento. Pero aún dentro de aquel estado en el que casi parecía flotar en medio de una angustiosa oscuridad, las palabras de aquella muchacha resonaban en un lejano eco, repitiéndose sin que él supiera su significado...
" THETHVAV HÈRESHHÈSIN MEMYUD HÈLAMEDHÈGÍMELIODDALETH"
Una y otra vez aquella frase se repitió hasta que poco a poco una voz dulce y conocida fue entrando en su subconsciente, llamándolo para hacerle salir de aquel estado en el que se encontraba... Podía reconocerla, era la voz dulce y calmada de su madre llamándolo y arrancándolo de aquel mundo de sombras y voces fantasmales. Al abrir los ojos encontró a su madre arrodillada junto a él ¿habría sido todo un sueño y en realidad no había sucedido nada? Ella parecía muy preocupada y cuando su hijo hizo el amago de levantarse fue cuando finalmente Minho fue consciente de que su brazo izquierdo no lo podía mover y lo encontró vendado y sujeto para evitar que se hiciera más daño y dejar que por sí mismo volviera a recomponerse:
- M-madre... ¿qué ha pasado? No... no recuerdo nada...
- Una bruja ... -fue cuanto dijo su progenitora haciendo que él la mirara con gesto grave.
- ¿Cómo que una bruja? -la mira sin poder creer lo que estaba diciendo.
- No sabría explicarlo de otro modo, hijo mío... Esa joven... a la que tu padre y tus hermanos despreciaron, esa muchacha se presentó de pronto en el comedor , furiosa, fuera de sí... Todo comenzó a volar, los objetos se levantaban solos de su sitio y ella estaba cada vez más enfadada, dijo que padeceríamos los tormentos a los que ella había sido sometida -la monarca bajó la cabeza como si lo siguiente que tuviera que contarle a su hijo le produjese una terrible vergüenza y continuó - Tus hermanos, los cuatro, confesaron haberla emborrachado y violado uno detrás de otro...
- . . .
Minho enmudeció ante tan horrorosa confesión. Su madre por poco rompió a llorar, pero como reina que era se contuvo y continuó relatándole que ella había decidido que lo pagarían todos provocando que el rey enfermara. Su padre estaba enfermo, ya lo habían visto todos los doctores, sanadores y curanderos y ninguno había sido capaz de determinar lo que le sucedía ni cómo podían curarlo o salvarlo, pues era evidente que se debilitaba y deterioraba a pasos agigantados hacia el abismo de la muerte.
- Hijo mío... solo tu pareces estar libre de culpa...
- ¿A... a qué te refieres, madre? Soy tan culpable como ellos por llevar su misma sangre corriendo por mis venas...
- Minho, eres el único que puede ayudarnos...
- ¿Por qué yo? ¿Qué tengo de especial? ¿Cómo podría ayudar? Es Munjong quien va a ser rey, debería preocuparos más a quién ponéis en el trono...
- No lo comprendes... Sólo tú puedes hacer algo.
- Sigo sin comprender nada, madre... ¿Qué podría hacer yo? No soy más que un niño.
- ... -la reina tomó aire y acariciando la mejilla de su hijo comenzó con un nuevo relato- Nunca conté esto a nadie más, mi joven hijo, pero es menester que lo sepas... Antes de tu nacimiento, un anciano leyó tu futuro en las estrellas, leyó el futuro del reino. Lo hizo con todos y cada uno de tus hermanos, pues lo había hecho con mi madre y conmigo antes y nunca se había equivocado... Antes de que nacieras, aquel anciano me dijo que en un futuro, el destino del reino y de la familia real estaría en tus manos y únicamente tu podías salvarnos...
- ¿Realmente confías en la palabra de un charlatán, madre?
- Silencio -ordenó con voz autoritaria la reina, pues aún no había acabado- Dijo que cuando éste día llegara, debía llevarte ante él y te diría justamente lo que debes hacer.
- Si ya sabía que iba a suceder algo malo ¿por qué no hizo él nada para evitarlo?
- No repliques más... Ponte en pie, tu padre y tus hermanos descansan y no tenemos tiempo que perder.
Sin haber tenido tiempo ni siquiera de recuperarse de los golpes, de la impresión y del cansancio a causa de la situación vivida, Minho se puso en pie y con ayuda de su progenitora se vistió debidamente con ropas nuevas y limpias y siguió a su madre hasta uno de los patios donde les esperaba un transporte que los llevaría de forma discreta a donde quiera que ella lo llevara. Mientras aquel trasto traqueteaba en los caminos de tierra de las afueras de la ciudad en los que su madre lo dirigía, el joven príncipe pareció consternado sin saber qué creer o qué pensar sobre todo lo que había pasado... Una bruja... ¿si aquella joven era una bruja porqué no se había defendido por sí misma de la agresión de sus hermanos? ¿Y por qué no los había atacado a ellos en lugar de a su padre? Cuando quiso darse cuenta, lo único que alumbraba en la oscuridad era el farolillo del pequeño carruaje. A los lados del sendero había árboles y el príncipe se puso nervioso pues no reconocía aquella frondosa senda y tampoco se había fijado por dónde iban, pues tan ensimismado se encontraba en sus pensamientos que ni siquiera fue consciente del tiempo. Lo único que sabía a ciencia cierta es que su madre conducía al caballo y que era noche entrada, al menos las 2 o 3 de la madrugada. Entonces llegaron a un claro, una especie de lugar extraño y tan irreal e inexplicable como aquel torbellino de nubes. Se trataba de un claro en medio de un bosque en el que se alzaban unas altas columnas de piedra formando un círculo, en ellas había dibujos tallados, inteligibles e inexplicables, formando un círculo exterior al compuesto por las columnas, habían piedras blancas del tamaño de una mano, todas ellas perfectamente redondas y blancas formando un círculo exterior y otro idéntico en el interior de las columnas en cuyo centro brillaba con intensidad un fuego que dejaba ver la espalda de una desgarbada figura envuelta por una túnica de color negruzco, rota y desgastada... ¿Quién era aquel hombre y por qué su madre estaba allí con él en lugar de haberse preocupado por evitar que sus hijos mayores perdieran el rumbo como lo habían perdido? Permaneció en el carruaje y sumido en el silencio mientras su madre bajaba del mismo y llamaba "Maestro" a aquel anciano que pronto se giró para acercarse hasta ellos, pero aún amparado en la oscuridad, lejos de la fogata central y del farolillo del carro, Minho solo pudo adivinar una larga barba blanca. Contuvo la respiración cuando sintió unos ojos vacíos posarse sobre sí y trató de no mirar a aquel anciano al que su madre se dirigía en susurros... Apenas unos segundos después, ella lo llamó y le ordenó que se acercará hasta ellos. No quería hacerlo, estaba paralizado de terror y si se acercaba no estaba seguro de si su corazón lo resistiría. Se movió finalmente y se acercó con paso titubeante hasta ellos pero aún se resistió a alzar la mirada. Mantuvo la vista fija en el suelo mientras los escuchaba hablar:
- Éste es mi hijo,Minho,Maestro, el menor de todos, por favor dígale lo que debe hacer.
- Minho... -dijo una voz difusa y baja que sonaba como un susurro más propio de un mal sueño- Sí, recuerdo bien lo que las estrellas dijeron de ti...
- Por favor, dígale lo que debe hacer -repitió su madre en una súplica.
- Antes de poner en su conocimiento su misión, primero debo saber si es o no un joven de corazón puro, pues si tiene una sola mancha, padecerá ante el peligro... Es un viaje muy largo el que debe emprender y no cualquiera puede hacerlo... Vuestro palacio está enfermo y moribundo y sólo un alma noble y sincera, piadosa y virtuosa puede emprender el arduo camino en busca de la cura que sanará la putrefacción.
- Maestro ... -susurró la reina- Yo respondo por mi hijo, sé que tiene el corazón y el alma limpia.
- Quizás lo tenga o quizás no... Detecto en él que tiene mil preguntas e incertidumbres con respecto a sí mismo... -gira la cabeza para mirar fijamente al chico a pesar de que éste no levanta la vista del suelo- La muerte puede estar esperándote al final de éste sendero si eres un alma impura y te arrastrará al infierno.
- ¿L-la muerte? -tembló el más joven alzando la cabeza para ver a la cara a aquel hombre, cosa que le hizo quedar completamente petrificado.
La visión cercana de un ser decrépito y deforme heló su sangre mientras observaba una boca extraña bordeada de grandes colmillos y unas cuencas vacías de ojos o quizás tan hundidas que lo único que en ellas se apreciaba era el temor de caer en las sombras y ser incapaz de salir. Sentía un profundo miedo hacia aquel hombre, aquel ser o aquel ente que parecía estar usando sus ojos negros para atrabesarle como una flecha la mente... No podía moverse, no podía correr en ninguna dirección, ni tampoco podía hacer otra cosa que no fuera observar a aquel extraño y aterrador anciano con los ojos abiertos y la sensación de que le estaba arrebatando la energía vital, le estaba robando el halo de vida.
- Debes probarme que tu corazón es puro... Y sólo hay un modo de hacerlo...Entrar en tu alma...
✩✥ CONTINUARÁ... ✥✩