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viernes, 13 de enero de 2017

♒ ♦ KITSUNE TWO FACES ♦ ♒ _ CAP 7

Personajes: Jonghyun - Key - Minho - Onew - Taemin
Género: Drama/ Suspense/ Pscológico
EEL: TP


Resumen: "Quizás el problema es que no supimos comprendernos a tiempo". Un joven Kitsune cae rendido ante el amor y con la única intención de conservarlo, será capaz de tejer toda una red de mentiras a su alrededor... ¿Qué podría salir mal cuando los celos nublan el juicio?






















"Y mi piel se pegó a mis huesos y aquellos a los que amé empezaron a odiarme y a volverse mis enemigos.
¡Oh, Señor , perdóname porque he pecado!"


Salvación



Podía ser desconcertante, pero una vez acostumbrado a aquella miserable existencia en la que no era nada ni nadie, el kitsune se limitó a hacer lo que su nuevo amo esperaba de él, complacerlo en todos y cada uno de los sentidos. Dormía en el sótano, en aquella vieja y mugrienta celda con la puerta cerrada con llave, pues el propio Leeteuk, se aseguraba de echarla siempre que lo mandaba a descansar. Había olvidado que a su llegada tenía el móvil encima y su otra mitad, Minho, por mucho que gritara en su cabeza que tenía que encontrar el modo de salir y escapar, no era escuchado. Sin tiempo para nada más que atender las necesidades del señor de la casa.
El tiempo había dejado de ser importante y no llevaba la cuenta del transcurrido en aquella prisión de suelos marmóleos, aunque quizás, calculando a ojo y sin mucha atención, podía llevar cerca de un mes. 


Caminando por la casa con una bandeja de té en las manos, atravesaba el lugar casi de lado a lado desde la cocina hasta el despacho de Leeteuk, donde solía pasar mucho tiempo trabajando y si no trabajando, al menos abusando sexualmente de Key. Era ya la costumbre, aquel falso príncipe de cuento de hadas solo había destruido algo que ya lo estaba y pisoteado sus pedazos como si no se tratara de nada importante.
Una vez llegó al despachó, tocó suavemente a la puerta con la punta del zapato, ya que llevaba las manos ocupadas con la bandeja y al llevar unas esposas, le resultaba imposible separar demasiado las dos muñecas para hacer cualquier cosa. Esperó unos segundos y al escuchar que se le daba permiso, pasó al interior, usando un codo para poder bajar el pomo de la puerta.


- Aquí le tiene su té caliente de melocotón, amo Leeteuk... -dijo con voz aparentemente dulce mientras colocaba cuidadosamente la bandeja sobre la mesilla de centro del despacho.
- Bien, sírvemelo, enseguida me ocuparé de ti -dijo distraído sin apartar la vista de lo que hacía en la pantalla de su ordenador.
- ...Sí,amo...



Mientras estaba distraído colocando y sirviendo el té con sus manos esposadas, fue incapaz de darse cuenta de la mirada que Leeteuk le echaba en aquellos momentos. Por suerte, no ocurrió nada, el señor de la casa, abandonó brevemente la estancia para ir al cuarto de baño y en cuanto el kitsune vio como se cerraba la puerta, algo en su interior reaccionó. Minho se lanzó de cabeza al escritorio y rebuscó apresuradamente el teléfono móvil del mayor hasta dar con él bajo unas carpetas, lo agarró y sin perder de vista la puerta del baño ni la firmeza en las manos, envió un rápido mensaje a Jonghyun, solo su amigo podía rescatarlo de aquel lugar... " Jonghyun, soy Key, por favor, necesito que me ayudes...llama a la policía, un hombre me tiene secuestrado...Se llama Leeteuk y vive en el barrio de Gangnam en el 123" ... Escuchó la cisterna y apresuró al máximo los segundos que tardaría en lavarse las manos para envíar el mensaje y luego borrarlo del teléfono lo más deprisa posible, volviendo a colocar el aparato bajo las carpetas y no tuvo tiempo de apartarse de la mesa cuando Leeteuk abrió y se le quedó mirando con el ceño fruncido.



- ¿Qué haces ahí, escoria?
- S-sus papeles se estaban volando amo... -susurró bajando la cabeza.
- ...


Por suerte para Key, la excusa había sido creíble , pues la ventana estaba abierta de par en par y soplaba una brisa que bien pudo haber levantado algunos papeles, de modo que asintió secamente y diciendo que esperaba que no los hubiera manchado con sus manos apestosas y sucias, fue a tomar asiento junto a la mesa de té, esperando que fuera él quien le diera la taza ya llena.


- Espero que le guste, amo -le ofrece la taza.
- Viniendo de ti, me sorprendería que estuviera bueno, se te da mucho mejor destrozar las cosas, eres un inútil repulsivo.
- Sí, le pido disculpas, amo... -baja la cabeza tras retirar las manos, una vez el mayor ha tomado la taza entre las suyas.
- Tus disculpas no sirven para nada -mira su taza de té y acaba por echárselo en la cara al kitsune- Eres una porquería y todo lo que tocas se convierte en basura. Sírveme inmediatamente otro té.
- Sí, amo Leeteuk... -vuelve a servirle y ambos se quedan mirándose a los ojos durante unos segundos antes de escuchar un golpe que produjo eco en toda la casa.


Ambos permanecieron en silencio mirándose fijamente a los ojos y con la misma cara de sorpresa y desconcierto. Un nuevo golpe, provocó que Leeteuk se pusiera en pie y se acercara corriendo a la ventana para ver de qué se trataba, palideciendo al momento, al percatarse de que se trataba de la policía. ¿Qué hacían allí? Intentó mantener la compostura y miró a Key en silencio... ¿Habría conseguido dar parte de dónde se encontraba? No... Imposible, estaba tan doblegado que difícilmente sería capaz de llevar a cabo algo de semejante magnitud. Se dirigió de forma diligente a la puerta del despacho, pensaba abrir y fingir que nada sucedía, pero escuchó que tiraban la puerta abajo y perdió completamente los nervios. Sujetó a Key por una muñeca y echó a correr por el pasillo buscando la ruta más corta hasta el garaje, pero en plena galería se quedó paralizado viendo a agentes de la ley en medio de una de las salas apuntándole con pistolas y ordenándole que soltara al chico al que llevaba sujeto. Leeteuk no estaba acostumbrado a perder de aquel modo el control y chirriando los dientes trató de correr en otra dirección hasta que se escuchó el primer disparo seguido de un grito de su esclavo y fue entonces cuando perdiendo por completo el control, el mayor de ambos, se sacó del interior de la chaqueta una pistola y se dispuso a tomar al kitsune como rehén con tal de evitar que le llevaran a la cárcel. Sin embargo, en cuanto movió la pistola para disparar, uno de los policías de operaciones especiales se le vino encima por la espalda y trató de desarmarlo mientras él forcejeaba con desesperación, propiciando incluso algún puñetazo o golpe a Key quien calló al suelo mientras varios policías reducían al histérico Leeteuk. De la nada apareció Jonghyun, ataviado con un chaleco antibalas acercándose para socorrer a su amigo y alejarlo de aquel histérico depravado que lo había tenido cautivo casi un mes. 


- ¡¡JAMÁS SERÁS FELIZ, MALDITO BASTARDO!!¿¡ME OYES!?¡Cada persona que te encuentres en tu vida te tratará peor porque te lo mereces!¡Solo sirves para ser la puta de los demás!



Key rompió a llorar en los brazos de su mejor amigo mientras los agentes se llevaban a Leeteuk arrestado en uno de los furgones policiales. El kitsune tuvo que ser atendido de urgencia, pues era evidente no solo su desgaste físico, por lo flaco y descolorido que lucía, sino mentalmente se notaba que estaba destrozado. Jonghyun no se separó de su lado aún cuando estuvieron a punto de impedirle la subida a la ambulancia. Una vez en el hospital, con Key bajo los efectos del sedante, Jonghyun escuchaba en silencio el diagnóstico del doctor. A parte de sufrir anemia y una grave deshidratación, su mejor amigo presentaba secuelas psicológicas preocupantes, como podía ser el síndrome de estocolmo, en donde el cautivo, se sentía amigo y compañero del raptor, también un profundo cuadro depresivo y un claro abuso de drogas... Todo aquello pilló al más bajo completamente desprevenido, podía olerse que su amigo, estaba deprimido por la ruptura con Jinki, pero no a aquellos extremos en los que parecía haber caído, mucho menos en el consumo de drogas... La visión que tenía de Key comenzaba a distorsionarse a un extremo que no le resultaba agradable.
Cuando el doctor lo dejó a solas en la habitación , giró la cabeza para ver a su amigo y tomó asiento cerca de él...Se frotó la cara con ambas manos para evitar llorar y tratando de despejar la mente de los pensamientos catastróficos que se arremolinaban en su cerebro haciéndole sopesar todas las barbaridas y calamidades que su adorado Key había pasado en su ausencia... Era su culpa que estuviera así, de haberse quedado, nada le habría sucedido y lo habría cuidado y resguardado de aquel mundo de mierda en el que se debía haber metido. ¿Cómo logró su adorado Kibummie  llegar a un teléfono para mandarle aquel mensaje? Es como si es un segundo de lucidez, el cielo le hubiera mandando un rayo de luz en el que le indicaba el momento idóneo para pedir ayuda. Él llevaba cerca de 3 semanas en contacto con la policía, su amigo había desaparecido y tuvo que regresar abruptamente del viaje de negocios para comenzar a buscarlo por todas partes y parecía haberse esfumado, de hecho, en los primeros días, la policía ni siquiera le tomó en serio, todo indicaba que su amigo se había ido por su propia cuenta, quizás cansado de la vida que allí tenía y tuvo que contratar los servicios de un detective privado para encontrar pruebas de que algo malo debía de haberle sucedido. Suspiró consternado y volvió a fijar la vista en su mejor amigo. Casi parecía haber desaparecido todo rastro de aquel hermoso hombre al que amaba desde que lo conoció en las oficinas en las que ambos trabajaban; estaba pálido, delgado, con unas profundas ojeras negras adornando sus preciosos ojos felinos... Como si ahora en lugar de comerse el mundo, fuera un animal asustado de éste.

- Dime por qué, Key... ¿por qué has hecho todo ésto? ¿tan necesario era? ... Si me lo hubieras pedido, habría vuelto sin dudarlo para protegerte y cuidarte... ¿Es todo por Jinki? - se le escapó inevitablemente un sollozo- ¿Por quién si no? - sacude la cabeza- A ti no te importa hacerle daño a la gente que te rodea, Kibummie, porque solo te importa ese hombre, cuando te ha demostrado que no eres nadie para él... ¿Por qué te importa tanto? Jinki no merece tu sufrimiento... Y yo... Yo... Yo solo deseaba hacerte feliz, solo deseo que seas feliz a mi lado... Puedo ofrecerte lo que buscas... Puedo amarte con total y completa devoción... Pero no te importa ¿verdad? Te da lo mismo porque no me quieres para nada que no sea mantenerte y cuidarte mientras buscas el modo de regresar a sus apestosos brazos... Ojalá te olvidases de él y me dieras una oportunidad de mostrarte que el sol puede seguir brillando y que no tienes porqué seguir sufriendo más... ¿Me oyes? Yo podría hacerte feliz... Solo tienes que pedírmelo... ¿Cuántos hombres más te ofrecen lo que yo? Te dejaría pisotearme si eso te hace feliz -le toma una mano y se la besa con vehemencia- Key, mi Key... Estoy aquí... Por favor, sólo te pido que me mires... 


El silencio fue la única respuesta que Jonghyun encontró y entristecido siguió besando con cariño aquella pálida y frágil mano que sujetaba entre las propias, en un desesperado intento por comprender lo que podría llegar a pasar por la mente de Key para acabar en aquel extremo en el que casi parecía estar a punto de tirar la toalla y dejarse morir por un hombre que no le valoraba... El peliblanco maldijo a Jinki, todo era su culpa ¡¡OJALÁ JAMÁS SE HUBIERA PRESENTADO EN AQUEL BAR!! Ojalá nunca se hubiera fijado en su amado Kibummie ni logrado que éste se dejara engatusar por sus sucias tretas de idiota enamorado... Él podría haberle ofrecido tanto... Tanto a Key... Y aún quería ofrecérselo, un amor incondicional, deseaba protegerlo y tenerlo para el resto de su vida a su lado pero... Lo primero que salió de los labios de Key al despertar, fue un murmullo nombrando a Jinki y provocando que el corazón de Jonghyun se rompiera en pedazos que desgraciadamente tuvo que recoger al momento en el que su mejor amigo, abrió los ojos y giró la cabeza a verle... Aunque su aspecto era el de un cachorro que estaba a punto de ponerse a llorar, se fingió fuerte y volvió a tomar una de las manos del kitsune, haciendo que éste le dedicara una pequeña sonrisa...
Jonghyun le había salvado, era como la cuerda a la que te sujetas cuando no queda más que una irremediable caída a tus pies... Trató de incorporarse y lo consiguió con ayuda del peliblanco, quien tras acomodar la camilla a las necesidades de su amigo, le dijo que aguardará y salió a paso apurado de la habitación en busca de una enfermera para que revisara al menor y le dijera si se encontraba o no debidamente . 
Key resopló al verse solo pero estaba bien, estaba vivo y a salvo y sintió a su otra mitad, a Minho, saltar de júbilo dentro de su cuerpo al verse libre al fin de una opresión que disfrazada de falso cariño, no había hecho más que dañarlos a los dos. Podía sentir sus ganas de querer bailar y saltar celebrando la nueva libertad y la nueva vida que se abría paso ante ellos. Sin duda lo hubiera hecho, pero le dolía aún todo el cuerpo, lo tenía entre sedado y entumecido y eso le dificultaba el simple hecho incluso de hablar. Mientras esperaba el regreso de Jong, algo más calmado de su inicial euforia, revisó la habitación con los ojos. La clásica habitación de hospital, blanca e impoluta, con unas sillas junto a la cama, unas cortinas verdes espantosas que cubrían la luz del exterior, una mesilla junto a la camilla, el aparato del suero y la mochila de Jong tirada en el suelo cerca de la silla. Sonrió más al pensar que su amigo siempre era muy descuidado con todo, era un verdadero caso... Ya no se sentía tan triste, incluso podría decirse que el kitsune tenía unas inmesas ganas de reírse a carcajadas, como un niño feliz... Desvió la mirada al escuchar que se abría la puerta y en silencio se quedó petrificado al ver quién ingresaba en la habitación. Un cúmulo de emociones estalló en su mente y en su pecho al verlo allí, con un ramo de flores y una sonrisa...Su sonrisa...Su perfecta y hermosa sonrisa...


- Jinki . . .
- Hola, Key ...



♒ ♦ --------- ♦ ♒ 


Jonghyun caminaba de regreso a la habitación con una gran sonrisa, el hecho de que Key le hubiera sonreído de aquel modo al despertar le había hecho tan inmensamente feliz, que la desesperación que sintió al escucharlo nombrar al idiota de su ex-amigo, se esfumó por completo. 
Se detuvo unos segundos a sacar un café de una de las máquinas exprendedoras de la sala de descanso para los que visitaban a los pacientes y al momento de tener la bebida en la mano, fue dando pequeños sorbos mientras andaba, pues estaba bastante caliente. Se sorprendió al ver la puerta casi abierta del todo, quizás ya hubiera llegado el doctor o la enfermera y dijo para sí que eso era verdadera eficacia. Sonriendo se acercó para preguntar a su amigo si quería que le trajera algo de comer pero se quedó estático en la puerta, contemplado una escena que hizo desaparecer todo su buen humor y que provocó un sobresalto tan fuerte en sus emociones que dejó caer el vaso de cartón con café al suelo. El ruido ni siquiera fue escuchado por quienes allí se encontraban... Jinki estaba semi-inclinado sobre la camilla, besando a Key en los labios y peor aún, siendo gratamente correspondido por éste, como si nada hubiera pasado, como si el infierno en el que había vivido los últimos meses, no hubiera existido jamás y sólo ellos dos estuvieran sobre la faz de la tierra, amándose como siempre debieron haberlo hecho, sin separaciones de ninguna clase, ni odios, ni celos, ni desconfianzas...
Aquel beso provocó que Jonghyun rompiera a llorar de modo irremediable en la puerta y que sin esperar nada, marchara de allí para ir a los baños del hospital a encerrarse y llamarse estúpido por haber creído que podría conseguir el amor de Key. Claro que no podía, Jinki estaba y siempre estaría en la cabeza y el corazón de su amigo pero...Restegárselo de aquel modo, se le antojó tan cruel... Apoyándose en la pared, se cubrió la cara con las manos para ahogar el sonido de su llanto. Sus sentimientos heridos eran lo de menos... Si Kibummie era feliz con aquel mal hombre, no le quedaba más remedio que aceptarlo y tratar de mostrarle su apoyo...Él siempre iba a estar a su lado, aunque no fuera importante.



Cuando finalmente el beso se rompió, Jinki lanzó al aire una de sus habituales carcajadas, cosa que hacía siempre que estaba feliz y según él, sucedía algo romántico que no sabía continuar, reía para romper el hielo de la situación. Sentado en el borde de la camilla, acarició los desordenados cabellos de la diva mientras susurraba:


- Estás espantoso...
- ¿Tan mal me veo? - susurró con voz cansada Key, pero sin perder la sonrisa- Te he echado tanto de menos, Jinki...
- Y yo a ti... he intentado contactar contigo tantas veces... pero tu teléfono no daba señal y me hacía exasperarme y volverme loco... Menos mal que ahora te he vuelto a encontrar y no permitiré que nos separemos de nuevo -besa su frente de forma cariñosa.
- ¿Cómo sabías que... estaba aquí, en el hospital? -cierra los ojos ante el beso.
- Has salido por la tele... No puedo creer todo lo que contaron...que ese malnacido te maltrataba y te usaba como esclavo... -aprieta los puños- Dicen que encontraron unas celdas en el sótano donde tenía encerrados a otros chicos...Ha sido tan vomitivo... Te juro que si le pongo las manos encima , lo mato.
- Lo único que ahora me importa es que estás aquí, conmigo... Después de tanto tiempo añorándote y necesitando de tus besos y tus abrazos... Jinki...
- Key, por favor... Cuando te den el alta, vuelve a casa conmigo... Empezaremos desde cero, todo será perfecto en nuestras vidas -sonrió ampliamente- No nos separaremos jamás, ni un solo minutos.
- ¡Oh, Jinki, soy tan feliz! -chilló sin poder evitarlo mientras se lanzaba a sus brazos para besarle.



Algo dentro de Key saltó como una protesta. Minho no quería que estuvieran las 24 horas del día pegados, pues saliendo de allí, él quería volver a ver a Taemin fuera como fuera y ya había hecho alarde de una determinación tan fuerte, que ni siquiera el kitsune podía llegar a controlarla, pero aquel no era el momento para escucharlo, no era el momento de preocuparse por un niño que nunca le había caído bien y que siempre le había dado más dolor de cabeza que otra cosa. Lo único importante eran él y Jinki; ya se preocuparía de satisfacer a Minho y sus estúpidas demandas, una vez hubiera salido del hospital y regresado a una calmada y digna rutina junto a su hombre amado.
Jinki le dijo que iba a ir a casa a coger una muda de ropa para poder pasar la noche allí con él, algo que hizo muchísima ilusión al kitsune, quien aún después de que Jinki saliera por la puerta y se perdiera por el pasillo, le dejó no solo una gran sensación de felicidad y mariposas en el estómago, sino una gran sonrisa en los labios. Tomó las flores que le había llevado entre las manos y se las acercó a la nariz para olerlas, sintiendo como si fueran las rosas más puras y hermosas del mundo, pues venían dadas del amor de su vida. Al volver a escuchar pasos, abrió los ojos y sonrió al ver entrar a Jonghyun, sin percatarse de lo abatido y derrotado que lucía, le dijo feliz:




- ¡Oh, Jonghyun, la vida ha decidido volver a sonreírme!
- ... Me alegro... -dijo de forma escueta mientras se sentaba junto a la camilla resoplando, menos mal que Jinki se había ido.
- Oye, Jonghyun...
- Dime...
- ¿Te importa irte? -le sonríe- Va a venir Jinki a quedarse conmigo y no hace falta que estés tu.
- ¿I-irme? -musitó mirándole.
- Sí, es que quiero que estemos solos nosotros -asiente sin perder la sonrisa.
- Pero...
- Vamos, Jjong, queremos hacer las paces como Dios manda y contigo aquí va a ser imposible, serías un estorbo ¿no crees?
- . . . - Jonghyun no podía creer lo que estaba escuchando y menos aún quería creer que su amigo pensara de aquel modo. Con los ojos lleno de lágrimas, se puso en pie y recogió su bolsa para marcharse de allí como un perro al que acababan de echar a la calle- S-suerte... -susurró abatido.
- Gracias, Jonghyun -dijo feliz Key mientras volvía a centrarse en las flores.



Quizás era o no consciente del daño que le acababa de hacer a su mejor amigo, pero en su cerebro, lo único importante era volver con Jinki, estar siempre juntos y felices y Jonghyun no cabía en aquella ecuación de ninguna de las maneras. Para Key, todo lo hecho por el peliblanco por ayudarle, por hacerle feliz y por cuidarle, eran como el papel mojado, inservible, absurdo y ridículo. ¡Al fin llegaba quien realmente podía hacerle sentir como merecía! ¡JINKI! 



"SIEMPRE Y SOLAMENTE TÚ..."



♒ ♦ CONTINUARÁ ♦ ♒







miércoles, 28 de diciembre de 2016

✩✥ LA SANGRE DE MEDUSA ✥✩ CAP2

Pareja: MinKey [Minho + Key]
Género: Fantasía / Aventura
EEL: TP


Resumen: Año 1423, la dinastía Joseon gobierna Corea. Han levantado los cinco grandes palacios y la familia real reside en el Gyeongbok y se ve amenazada por la maldición de un enemigo contra el que llevan luchando desde el año 1395 cuando se hicieron con el poder. Cuando el monarca caer gravemente enfermo,sólo su hijo menor, Minho, tiene el corazón lo suficientemente puro como para emprender un peligroso camino que le llevará en busca de un brebaje que se esconde en el corazón del bosque de Gotjawal en la isla de Jeju.





























Aún sin haber tenido tiempo de asimilar todo lo sucedido, el joven Minho, acabó por cortar todo contacto con sus hermanos mayores a pesar de que ellos insistían en acercarse a él, su mejor arma en aquellos momentos era simplemente guardar silencio y fingir que no existían y que no podía verles ni escucharles, mucho menos a Soo Ho, que era el culpable de que todo hubiera desencadenado en aquella catástrofe que a sus 19 años, bien podía ser lo más parecido al fin del mundo. Munjong y el resto pensaban que persiguiéndole por el palacio o increpándole con amenazas lograrían que les dirigiera la palabra, pero si había algo que Minho no soportaba, era la traición de modo que aún cuando se vio arrinconado por sus cuatro hermanos mayores y siendo empujado contra la pared, persistió en su actitud de que no existían.
Su padre le había dicho que la boda se celebraría antes de dos meses para evitar que se conociera de más el estado de la muchacha. De modo que uno de aquellos días, en los que aún podía pensar de sí mismo que era un hombre libre, volvió a salir a pasear con su caballo más allá de los campos de cultivo, era evidente que en casa se sentía terriblemente agobiado,más por su pronto casamiento que por el acoso y derribo que ejercían sus hermanos mayores. Por suerte su madre no lo perdía de vista y tan pronto como alguno de ellos iba a molestarlo, la reina salía de alguna esquina a llamar la atención de sus hijos mayores. Debería avergonzarles aquel comportamiento denigrante e infantil, absolutamente impropio  no solo de príncipes sino de hombres adultos, que se suponía que eran.

Una vez más, en la linde del bosque se sintió medianamente a salvo,sobretodo bajo la protectora luz de un sol que parecía brillar ajeno a la tristeza que le embargaba. No había nadie detrás de ninguna esquina ni le esperaban sermones de cómo debía de comportarse en cuanto fuera un hombre casado y de sus deberes para con él bebé que ni siquiera había engendrado... ¿Por qué él? Ni siquiera le gustaban las chicas... O al menos nunca había sentido nada por ninguna que no fuera quizás mera simpatía... ¿Cómo podía estar seguro de ello? Siendo aún pequeño, ni siquiera alcanzaba los 10 años de edad, sus hermanos mayores, en su mayoría adolescentes con las hormonas descontroladas, lo llevaron junto con ellos a espiar a las criadas en el baño de mujeres. Si bien por su corta edad o porque verdaderamente no sentía nada por el sexo opuesto, fue más bien traumático, pues la reina se encontraba en aquellos baños , desnuda como las demás. Aquello se repitió incluso en un par de ocasiones más pero él no quiso volver a participar y veía volver a sus hermanos asegurando estar muy calientes y con ganas de "follarse" a alguna mujer... No le era desconocido que al menos 3 de ellos habían forzado a criadas a practicar sexo con ellos pero... el silencio de las jóvenes era el candado que sellaba el secreto, pues si no hablaban es que no había pasado.
Se frotó la cara con las manos, resoplando mientras intentaba alejar esos pensamientos de su mente. Él no era ni mucho menos parecido o igual que aquellas sabandijas que desgraciadamente llevaban su misma sangre corriendo por sus venas y fue entonces cuando se preocupó de saber si lo que le sucedía era alguna clase de problema pero... ¿Con quién hablarlo? No podía pretender que su padre, el rey, viera con buenos ojos una declaración como la que él podía hacer...¿Cómo decirle? ¿Y a su madre? Ella era más comprensiva y al fin y al cabo sus otros cuatro hijos, eran verdaderos prodigios del sexo o así se definían ellos mismos... Asintió para sí y se puso en pie dispuesto a regresar a casa con premura, para tener tiempo de encontrar a su madre en una de sus horas de lectura, de ese modo nadie podría interrumpirlos y quizás, si era lo suficientemente discreto, sus hermanos no le verían entrar ni le perseguirían al verlo andar con cautela y secretismo hasta las habitaciones de la reina... Al menos tenía la certeza de que Munjong no estaría, pues siempre atendía los asuntos de palacio junto a su padre. Del resto no podía estar seguro, pero no le quedaba más remedio que aventurarse e intentarlo. Subió a lomos de su caballo y lo espoleó para ir al galope de regreso al palacio, tenía demasiadas preguntas que hacerle a su madre, alguien mayor y más sabio como ella podría responder a sus desvelos y a su horrible incomodidad ante la evidencia de que no le gustaban las mujeres o al menos, ninguna le había gustado hasta la fecha.
Conforme retornaba al palacio, fue deteniendo a su caballo al ver cómo el cielo se oscurecía sobre su cabeza. Las nubes se condensaban en un turbulento torbellino gris oscuro y temió que se acercara una tormenta pero... ¿Cómo era posible que en tan poco tiempo, en apenas unos minutos,se hubiera tornado el cielo tan oscuro en su inmensidad? Pues hasta donde alcanzaba la vista todo estaba envuelto en sombras. Su montura comenzó a inquietarse y él desmontó inmediatamente, no quería salir disparado por los aires si el corcel decidía encabritarse. Una vez con los pies en el suelo,comenzó a acariciar el lomo del animal y su cuello para ir logrando poco a poco que se fuera calmando o al menos que se relaja un poco mientras de las riendas, lo llevaba de regreso al palacio, sin dejar de observar el cielo. Los campesinos que cultivaban los campos,parecían tan desconcertados como él pero ninguno se movió para abandonar sus labores, él sin embargo, se apresuró a tirar de su caballo para poder volver a casa. Comenzaba a levantarse el viento y pronto se volvió tan fuerte y violento que pensó que debía acercarse una tormenta, lo cual le hizo volver a montar a lomos de su corcel y espolearlo para ir a galope tendido hasta el palacio, ya no era cuestión de preguntarle nada a su madre, visible era que estaba por comenzar una tormenta.

Cuando al fin llegó a palacio perdió completamente el control del caballo y éste comenzó a encabritarse haciéndolo caer al suelo. Fue tal la fuerza con la que salió despedido por los aires, que Minho acabó en el suelo doliéndose de un brazo, más que seguro de habérselo roto al estrellarse contra las baldosas de piedra del primer patio. Los guardias, acudieron a socorrerlo y otros a sujetar al animal que parecía amenazar con pisotear a todo el que se acercara a él, pero una vez lograron reducirlo,jalaron de sus riendas hasta las cuadras para encerrarlo allí ,mientras el príncipe lo conducían a toda prisa hacia el edificio principal. Minho se sujetaba el brazo dañado sin ser consciente a causa de la adrenalina de que se le había salido el hueso de sitio y que incluso le atravesaba la piel, haciendo una pintura de sangre en su ropa. El joven príncipe se detuvo en seco junto a los guardias al ver que justo sobre el edificio principal se desataba un horrible torbellino de nubes y abrió desmasuradamente podía sentir como el viento pujaba por llevárselo mientras él hacía fuerza por mantenerse anclado al suelo aunque los soldados lo sujetaban.


Era una imagen cuanto menos aterradora y al escuchar los truenos sintió que el corazón se le salía del pecho y quiso correr a socorrer a su familia o si debían morir, al menos morir con ellos, pues prefería aquel aciago destino junto a sus seres queridos pero... Por algún motivo fue incapaz de moverse. Aquel remolino de nubes negras que parecía succionar, se había formado de la nada sobre el palacio y comprobó que no se trataba de algo normal en el mismo momento en el que las nubes se abrieron y escupieron un rayo azul sobre el palacio. El sonido fue ensordecedor, el suelo comenzó a temblar como si se tratara de un terremoto y fue tal el brillo de aquel rayo que el joven tuvo que cerrar los ojos y cubrírselos con su brazo bueno mientras emitía un grito llamando a sus padres. El viento jaló de él para arrastrarlo al que parecía ser su final, pero de la nada, el viento cesó y cuando al fin logró abrir los ojos, se encontró a sí mismo jadeando en pleno patio principal, con los soldados confusos aún sujetándole. Las banderas de los estandartes estaban rotas y todo estaba lleno de escombros y hojas, macetas y ropa que seguramente habían tendido las criadas, algunas de las puertas estaban rotas pero... El palacio lucía en casi perfecto estado. No parecía arder a causa del rayo, ni inestable a causa del terremoto, tampoco se veía por ninguna parte que hubiera volado al deshacerse en pedazos por el torbellino de viento y nubes... 
Sacudió la cabeza y echó a correr hacia el interior, seguido por los guardias pero se detuvo de forma súbita al encontrarse cara a cara con la joven a la que su hermano Soo Ho había dejado embarazada, a cuyo padre habían pagado como si ella fuera vulgar mercancía para que cargara con aquel hijo en resignado silencio... ¿Ella? ¿Qué hacía ella allí...? Contrariamente a lo que esperaba, ella le sonrió.




Estaba muy confundido... La vio acercarse y cuando los guardias se dispusieron a impedir que se acercara a él, los lanzó por los aires con una especie de fuerza invisible que hizo que Minho entendiera aún menos. Cuando al fin estuvieron frente a frente, ella le susurró algo en un idioma que fue incapaz de entender pero aún así, sus palabras quedaron grabadas en su mente segundos antes de que perdiera el conocimiento y cayera al suelo presa quizás de un gran sobresalto o de un profundo agotamiento. Pero aún dentro de aquel estado en el que casi parecía flotar en medio de una angustiosa oscuridad, las palabras de aquella muchacha resonaban en un lejano eco, repitiéndose sin que él supiera su significado... 



" THETHVAV HÈRESHHÈSIN MEMYUD HÈLAMEDHÈGÍMELIODDALETH" 


Una y otra vez aquella frase se repitió hasta que poco a poco una voz dulce y conocida fue entrando en su subconsciente, llamándolo para hacerle salir de aquel estado en el que se encontraba... Podía reconocerla, era la voz dulce y calmada de su madre llamándolo y arrancándolo de aquel mundo de sombras y voces fantasmales. Al abrir los ojos encontró a su madre arrodillada junto a él ¿habría sido todo un sueño y en realidad no había sucedido nada? Ella parecía muy preocupada y cuando su hijo hizo el amago de levantarse fue cuando finalmente Minho fue consciente de que su brazo izquierdo no lo podía mover y lo encontró vendado y sujeto para evitar que se hiciera más daño y dejar que por sí mismo volviera a recomponerse:


- M-madre... ¿qué ha pasado? No... no recuerdo nada...
- Una bruja ... -fue cuanto dijo su progenitora haciendo que él la mirara con gesto grave.
- ¿Cómo que una bruja? -la mira sin poder creer lo que estaba diciendo.
- No sabría explicarlo de otro modo, hijo mío... Esa joven... a la que tu padre y tus hermanos despreciaron, esa muchacha se presentó de pronto en el comedor , furiosa, fuera de sí... Todo comenzó a volar, los objetos se levantaban solos de su sitio y ella estaba cada vez más enfadada, dijo que padeceríamos los tormentos a los que ella había sido sometida -la monarca bajó la cabeza como si lo siguiente que tuviera que contarle a su hijo le produjese una terrible vergüenza y continuó - Tus hermanos, los cuatro, confesaron haberla emborrachado y violado uno detrás de otro...
- . . .


Minho enmudeció ante tan horrorosa confesión. Su madre por poco rompió a llorar, pero como reina que era se contuvo y continuó relatándole que ella había decidido que lo pagarían todos provocando que el rey enfermara. Su padre estaba enfermo, ya lo habían visto todos los doctores, sanadores y curanderos y ninguno había sido capaz de determinar lo que le sucedía ni cómo podían curarlo o salvarlo, pues era evidente que se debilitaba y deterioraba a pasos agigantados hacia el abismo de la muerte.


- Hijo mío... solo tu pareces estar libre de culpa...
- ¿A... a qué te refieres, madre? Soy tan culpable como ellos por llevar su misma sangre corriendo por mis venas...
- Minho, eres el único que puede ayudarnos...
- ¿Por qué yo? ¿Qué tengo de especial? ¿Cómo podría ayudar? Es Munjong quien va a ser rey, debería preocuparos más a quién ponéis en el trono...
- No lo comprendes... Sólo tú puedes hacer algo.
- Sigo sin comprender nada, madre... ¿Qué podría hacer yo? No soy más que un niño.
- ... -la reina tomó aire y acariciando la mejilla de su hijo comenzó con un nuevo relato- Nunca conté esto a nadie más, mi joven hijo, pero es menester que lo sepas... Antes de tu nacimiento, un anciano leyó tu futuro en las estrellas, leyó el futuro del reino. Lo hizo con todos y cada uno de tus hermanos, pues lo había hecho con mi madre y conmigo antes y nunca se había equivocado... Antes de que nacieras, aquel anciano me dijo que en un futuro, el destino del reino y de la familia real estaría en tus manos y únicamente tu podías salvarnos...
- ¿Realmente confías en la palabra de un charlatán, madre?
- Silencio -ordenó con voz autoritaria la reina, pues aún no había acabado- Dijo que cuando éste día llegara, debía llevarte ante él y te diría justamente lo que debes hacer.
- Si ya sabía que iba a suceder algo malo ¿por qué no hizo él nada para evitarlo?
- No repliques más... Ponte en pie, tu padre y tus hermanos descansan y no tenemos tiempo que perder.



Sin haber tenido tiempo ni siquiera de recuperarse de los golpes, de la impresión y del cansancio a causa de la situación vivida, Minho se puso en pie y con ayuda de su progenitora se vistió debidamente con ropas nuevas y limpias y siguió a su madre hasta uno de los patios donde les esperaba un transporte que los llevaría de forma discreta a donde quiera que ella lo llevara. Mientras aquel trasto traqueteaba en los caminos de tierra de las afueras de la ciudad en los que su madre lo dirigía, el joven príncipe pareció consternado sin saber qué creer o qué pensar sobre todo lo que había pasado... Una bruja... ¿si aquella joven era una bruja porqué no se había defendido por sí misma de la agresión de sus hermanos? ¿Y por qué no los había atacado a ellos en lugar de a su padre? Cuando quiso darse cuenta, lo único que alumbraba en la oscuridad era el farolillo del pequeño carruaje. A los lados del sendero había árboles y el príncipe se puso nervioso pues no reconocía aquella frondosa senda y tampoco se había fijado por dónde iban, pues tan ensimismado se encontraba en sus pensamientos que ni siquiera fue consciente del tiempo. Lo único que sabía a ciencia cierta es que su madre conducía al caballo y que era noche entrada, al menos las 2 o 3 de la madrugada. Entonces llegaron a un claro, una especie de lugar extraño y tan irreal e inexplicable como aquel torbellino de nubes. Se trataba de un claro en medio de un bosque en el que se alzaban unas altas columnas de piedra formando un círculo, en ellas había dibujos tallados, inteligibles e inexplicables, formando un círculo exterior al compuesto por las columnas, habían piedras blancas del tamaño de una mano, todas ellas perfectamente redondas y blancas formando un círculo exterior y otro idéntico en el interior de las columnas en cuyo centro brillaba con intensidad un fuego que dejaba ver la espalda de una desgarbada figura envuelta por una túnica de color negruzco, rota y desgastada... ¿Quién era aquel hombre y por qué su madre estaba allí con él en lugar de haberse preocupado por evitar que sus hijos mayores perdieran el rumbo como lo habían perdido? Permaneció en el carruaje y sumido en el silencio mientras su madre bajaba del mismo y llamaba "Maestro" a aquel anciano que pronto se giró para acercarse hasta ellos, pero aún amparado en la oscuridad, lejos de la fogata central y del farolillo del carro, Minho solo pudo adivinar una larga barba blanca. Contuvo la respiración cuando sintió unos ojos vacíos posarse sobre sí y trató de no mirar a aquel anciano al que su madre se dirigía en susurros... Apenas unos segundos después, ella lo llamó y le ordenó que se acercará hasta ellos. No quería hacerlo, estaba paralizado de terror y si se acercaba no estaba seguro de si su corazón lo resistiría. Se movió finalmente y se acercó con paso titubeante hasta ellos pero aún se resistió a alzar la mirada. Mantuvo la vista fija en el suelo mientras los escuchaba hablar:


- Éste es mi hijo,Minho,Maestro, el menor de todos, por favor dígale lo que debe hacer.
- Minho... -dijo una voz difusa y baja que sonaba como un susurro más propio de un mal sueño- Sí, recuerdo bien lo que las estrellas dijeron de ti...
- Por favor, dígale lo que debe hacer -repitió su madre en una súplica.
- Antes de poner en su conocimiento su misión, primero debo saber si es o no un joven de corazón puro, pues si tiene una sola mancha, padecerá ante el peligro... Es un viaje muy largo el que debe emprender y no cualquiera puede hacerlo... Vuestro palacio está enfermo y moribundo y sólo un alma noble y sincera, piadosa y virtuosa puede emprender el arduo camino en busca de la cura que sanará la putrefacción.
- Maestro ... -susurró la reina- Yo respondo por mi hijo, sé que tiene el corazón y el alma limpia.
- Quizás lo tenga o quizás no... Detecto en él que tiene mil preguntas e incertidumbres con respecto a sí mismo... -gira la cabeza para mirar fijamente al chico a pesar de que éste no levanta la vista del suelo- La muerte puede estar esperándote al final de éste sendero si eres un alma impura y te arrastrará al infierno.
- ¿L-la muerte? -tembló el más joven alzando la cabeza para ver a la cara a aquel hombre, cosa que le hizo quedar completamente petrificado. 


La visión cercana de un ser decrépito y deforme heló su sangre mientras observaba una boca extraña bordeada de grandes colmillos y unas cuencas vacías de ojos o quizás tan hundidas que lo único que en ellas se apreciaba era el temor de caer en las sombras y ser incapaz de salir. Sentía un profundo miedo hacia aquel hombre, aquel ser o aquel ente que parecía estar usando sus ojos negros para atrabesarle como una flecha la mente... No podía moverse, no podía correr en ninguna dirección, ni tampoco podía hacer otra cosa que no fuera observar a aquel extraño y aterrador anciano con los ojos abiertos y la sensación de que le estaba arrebatando la energía vital, le estaba robando el halo de vida.


- Debes probarme que tu corazón es puro... Y sólo hay un modo de hacerlo...Entrar en tu alma...



✩✥ CONTINUARÁ... ✥✩

viernes, 16 de diciembre de 2016

♒ ♦ KITSUNE TWO FACES ♦ ♒ _ CAP 6

Personajes: Jonghyun - Key - Minho - Onew - Taemin
Género: Drama/ Suspense/ Pscológico
EEL: TP


Resumen: "Quizás el problema es que no supimos comprendernos a tiempo". Un joven Kitsune cae rendido ante el amor y con la única intención de conservarlo, será capaz de tejer toda una red de mentiras a su alrededor... ¿Qué podría salir mal cuando los celos nublan el juicio?
























"Vivo en la oscuridad perpetua que me hiere y apuñala sin piedad... Cada noche sueño contigo, pero sigo sin poder tenerte cerca... Sálvame de éste oscuro abismo al que me he condenado sin tu amor.
La alegría es la sombra que arroja el dolor y mi único anhelo es volver a verte.
Otro finge que me quiere pero me he acostumbrado tanto a dar cariño a desconocidos que no logro distinguirte entre las sombras de mis ojos, no veo con claridad, no pienso con claridad... No soy nada sin ti. "


Esclavo


Aquel hombre del callejón regresó varias veces en un corto periodo de tiempo. No le pedía nada sexual y era lo extraño, pero pagaba de forma religiosa cada vez que se acercaba a aquella esquina donde se encontraba el Kitsune. Le gustaba su compañía y tras apenas unos días, le hizo una petición que el rubio no supo muy bien cómo encajar. Quería que se fuera con él a vivir a su casa. Era evidente que tenía un alto poder adquisitivo y eso le llamó la atención, pero Key no estaba ni siquiera seguro de querer dejar atrás aquella mierda de vida en la que ahora estaba hundido pero donde al menos, no le faltaban atenciones... Por llamarlo de alguna manera. Tomó la tarjeta con el número de teléfono escrito de Leeteuk, así era como se llamaba aquel hombre tan elegante; y dijo que ya se lo pensaría como si realmente la idea no le gustase o no llamara lo suficiente su atención.

De no haber sido porque aquella noche había quedado con su otra cara de verse con Taemin para una sesión casera de cine, lo más seguro es que hubiera llamado a su nuevo y atractivo cliente para mudarse de la casa de Jonghyun a la de él... Había comprado otro móvil y se había deshecho del anterior número para no tener que lidiar con los constantes mensajes y llamadas de su mejor amigo...De hecho, si se hubiera detenido a leer o escuchar los mensajes, podría quizás haber abierto los ojos y despertado de que realmente, Jong estaba muy preocupado por él, temiendo que le hubiera sucedido algo malo en su ausencia... Key se dijo a sí mismo que si estaba como estaba era por culpa de Jonghyun y no por su propia mala cabeza... Usaba el nuevo teléfono para hablar con Taemin o con gente del trabajo, tenía otro cliente que era al menos de los mejores, solía verlo al menos cuatro días a la semana para un servicio completo que era pagado de forma puntual y nada más acabar. Al menos podía decir que era de los mejores, no solo porque fuera más limpio que el resto,sino porque al menos, no tenía que follar con él en un callejón oscuro, una veces era en su coche y otras en alguna habitación de un motel cercano. ¡Qué bajo había caído y que poco le importaba!


Una vez en casa, cambió de forma a Minho y se dispuso a tomar un buen baño, a arreglarse y perfumarse para la cita de más tarde. Llevaría algo de comer a casa de su novio, que aseguraba que sus padres no iban a estar molestando porque se iban de fin de semana a algún sitio para gente aburrida.
Tras una buena y reparadora ducha de al menos hora y media, Minho abrió su armario y comenzó a buscar ropa mientras aún su cuerpo goteaba ya que ni se había tomado la molestia de secarse con una toalla. Era la clase de hombre que siempre tenía todo bajo control... Irónicamente, Key, la parte dominante en ambos, no estaba ni mucho menos bajo control, pero con aquella cara diferente la vida sonreía, estaba enamorado de Taemin y era feliz con él. Se probó varios modelos de ropa, viendo si conjuntaban más o menos, si le quedaban mejor o peor aunque con aquel cuerpo era divertido e imposible pensar que algo podía quedarle mal, era la imagen del perfecto y hermoso adolescente ideal. 
Se había dejado crecer un poco el pelo, de modo que lucía una media melena que según el maknae era terriblemente sensual, era cierto que así llamaba mucho más la atención, pero además de sexy, el cabello así, le daba un aire más aniñado que difícilmente se podía resistir. Sus ojos siempre brillaban denotando una gran seguridad en sí mismo y tras sus labios se asomaba una picarona sonrisa que podía hacer que cualquier persona se derritiera en su presencia. Era guapo y lo explotaba a su manera en las salidas con el pequeño Taemin... Siempre acababan discutiendo, no realmente discutiendo enfadados sino más bien a broma, ya que el menor le echaba en cara que así todas las mujeres lo miraban y que para colmo, él les sonreía. No era del todo mentira. Sí que les sonreía, pero era porque todas las chicas que lo miraban sonreían a su vez de forma nerviosa y él se limitaba a devolverles la sonrisa.

Una vez debidamente vestido, tomó el móvil y las llaves del coche de Jonghyun para ir  a casa de Taemin sin tener que usar el transporte público. No era la primera vez que tomaba sin permiso el vehículo de su mejor amigo, ya era más bien como otra herramienta con la que moverse por la ciudad, aunque nunca la usaba para sus trabajos nocturnos. No es que fuera un fabuloso cochazo, pero era lo suficientemente elegante como para conseguir que le robaran o dispararan si lo llevaba a aquellos suburbios en los que trabajaba como puto.
Sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos de su mente mientras se decía a sí mismo "Ahora no, Key, ahora es MÍ momento". Dicho eso, sonrió y se colocó las gafas de sol para poner en marcha el coche e ir a casa de Taemin, que seguramente ya lo estaba esperando con palomitas y lo más probable que también con refresco y poco más. Mientras esperaba frente a un semáforo, giró la cabeza fijándose en una floristería y pensó en llevar algún detalle ¿y si pedían pizza para cenar? ¿Le gustarían a Taemin las flores? Se mordió el labio inferior y decidió buscar aparcamiento por la calle trasera a aquella floristería para echarlo a suertes y ver si era una idea digna de un trofeo o digna de un cubo de basura. Compró un pequeño ramillete de claveles amarillos, porque ese era el color preferido de su novio y puesto que había pequeños peluchitos en el local, pidió que amarraran un osito con un corazón al ramo. Conforme con el resultado, dio las gracias a la vendedora y descolgó el teléfono al darse cuenta de que lo estaban llamando:


- ¿Diga?
- Minho ¿vas a venir? -sonó Taemin al otro lado de la línea.
- Sí, claro que voy, disculpa, sé que llego tarde, pero se me fue el tiempo en la ducha.
- ¡Ayh que narcisista que eres! -chilló bromeando- ¡Te espero!
- Estoy allí en quince minutos.


Una vez colgó, regresó a su coche y mientras dejaba las flores en el asiento del copiloto, vio pasar un coche que llamó su atención. Conocía bien aquel modelo plateado... Solo podía ser de Jinki... ¿¡JINKI!? Corrió a la puerta del conductor y casi no la había cerrado aún cuando ya estaba arrancando el coche y saliendo a toda velocidad tras aquel otro vehículo en el que estaba seguro de que iba el hombre de su vida... ¡UN MOMENTO! Pisó el freno con tal brusquedad que dio con la frente en el volante mientras se decía de todo a sí mismo. Vio alejarse el coche y terminó de volver en sí mismo ante el sonido del claxon de los coches que habían tenido que frenar tras él. Cogió aire con fuerza y tras recuperar el control de su mente, puso de nuevo en marcha el coche y comenzó a conducir a casa de Taemin. Cuando llegó, aún estaba aturdido por aquel inevitable arranque de locura que le había hecho lanzarse como loco en una persecución de la que él no tenía la más mínima culpa...Siempre aquel depresivo Key parecía imperar en todo y eso le había puesto de mal humor. Bajó del coche acomodándose el cabello y tomando las flores, intentando forzar una sonrisa que en aquellos momentos no quería salir. Se había irritado mucho. Al tocar a la puerta de Taemin aún estaba con el ceño fruncido, pero al verlo surgir del interior de la casa con su cara de absoluta felicidad no pudo por menos que dibujarse la felicidad en su rostro:


- ¡¡MINHO!! ... -Taemin se frenó en seco- ¿Qué te ha pasado?
- ¿Cómo dices? -lo mira desconcertado.
- Tienes un corte en la frente -dice preocupado y se pone de puntillas para tocárselo con los dedos.
- No te preocupes- se aparta y sonríe- Ha sido una tontería en el coche... Mira, te he traído un regalo -le muestra las flores.
- ¿Para mi? -dijo asombrado y se lanzó a sus brazos para poder besarle y luego tomar las flores sonriendo y mirando después el peluche- Eres demasiado atento ¿ha existido alguna vez mejor novio que tu?
- Que cosas dices, pequeño mío... ¿Listo para la sesión de cine?
- ¡Sin duda! ¡He elegido una película que seguro que te va a gustar!... O no, no lo sé, el caso es que a mi me encantó.
- ¿Qué película es?
- Trata de la segunda guerra mundial, se llama El Pianista.
- La conozco y tienes suerte de que me guste -dijo sonriendo mientras pasaba tras el maknae al interior de la vivienda.



Fue una calmada tarde de besos y arrumacos en el sofá mientras veían una película detrás de otra, resultaba cuanto menos relajante y Minho estaba tan a gusto y se sentía tan bien y tan arropado, que antes de las 10 de la noche, ya se había quedado dormido entre los brazos de Taemin. Sin embargo,cuando más a gusto se encontraba, sonó su teléfono móvil y al moverse para ver de quién se trataba, se tensó al leer el nombre de Leeteuk en la pantalla. Se puso en pie de forma precipitada y salió a la carrera a la cocina asegurando a su novio que se trataba de cosas del trabajo y que seguro era importante que respondiera inmediatamente. El menor no dudó de su palabra, pero se sorprendió al ver que se pusiera tan nervioso, debía de tener mucha responsabilidad si actuaba así, de modo que prefirió no molestarlo y seguir viendo la tele.
Minho cerró con cuidado la puerta de la cocina y descolgó el teléfono mientras cambiaba de forma:


- ¿Qué quieres? Te dije que no me llamaras, estoy muy ocupado -dijo enfadado Key.
- No lo soporto más ¿sabes ya si vas a venir o no conmigo?
- ... ¿Por qué insistes? No soy nada especial como para que...
- Quiero que vengas a vivir conmigo, no digas más que no, por favor, Key, necesito que estés conmigo...
- E-está bien... -dijo finalmente mientras se mordía el labio inferior.
- ¿De verdad?¡Qué feliz me haces! ¿A qué hora paso por ti?
- ... Ya nos veremos mañana ... Tengo que resolver unos asuntos...


Sin esperar respuesta por parte de su interlocutor, Key colgó y volvió a cambiar de forma mientras se apoyaba en la mesa resoplando. De pronto toda la calma que podría haber sentido, se había convertido en una sensación extraña y desagradable en la boca del estómago, como cuando el instinto de supervivencia te avisa de que no es una buena idea y que te estás poniendo innecesariamente en peligro pero... El kitsune estaba dispuesto a no hacer caso a aquella sensación. 
Al salir de la cocina, se quedó mirando a su novio mientras pensaba en cómo podría compensar ahora el hecho de irse con alguien más... Resopló con fuerza y se acercó a sentarse de nuevo con él y abrazarlo para sentir su cuerpo caliente y su olor calmar aquella ansiedad que se había apoderado de su mente... Su novio era muy intuitivo, Tae se percató de que estaba nervioso, lo notaba en su respiración y más aún, notaba como le habían empezado a temblar las manos, pero no quiso preguntar por no ser indiscreto, tal vez su jefe le había dicho que se había equivocado en algo y que estaba en riesgo de ser despedido... ¿No? Podían ser tantas cosas... El menor apoyó la cabeza en el hombro de su novio y trató de calmarlo con caricias, fuera lo que fuera lo que le pasaba, estaba claro que le costaba asimilarlo.



Desgraciadamente, Minho no se sintió mejor y terminó por disculparse con Taemin antes de decirle que tenía que irse a casa. No es que le sentara muy bien al maknae aquella elección, pero tampoco le dijo nada, al fin y al cabo, Minho era la clase de novio que todo el mundo quería y él especialmente estaba encantado de ser su pareja porque era literalmente el chico perfecto. 
Tras un beso de película bajo el umbral de la puerta de su casa, el más joven despidió a su novio con una gran sonrisa sin imaginar siquiera que a partir de aquel momento iban a permanecer separados por algo de tiempo...



De regreso a casa de Jonghyun, Minho volvió a adoptar la forma de Key y resopló sintiéndose mareado y con un ataque de ansiedad... No era fácil y el hecho de haberle dicho que sí a Leeteuk le hacía dudar... ¿Era lo correcto? ¿Y por qué no iba a serlo? Aquel hombre le atendía, le llenaba de regalos y demostraba que le importaba , pues siempre iba a buscarle sin detenerse a mirar a los otros muchos que trabajaban en la calle. Más calmado, Key llegó a la casa de Jonghyun y una vez más,encontró el contestador llenos de mensajes de voz de su mejor amigo,pero los borró todos sin querer escuchar las feas mentiras que tenía que decirle, en aquellos momentos se sentía demasiado feliz con la que quizás podía ser la vez definitiva para ser feliz, que lo demás no tenía cabida ni importancia. Aún vestido con la ropa de su otro yo, abrió el armario y comenzó a elegir algo de ropa para hacer la mudanza, aunque no quería llevarse todo a cuestas, con algunas mudas de ropa sería suficiente y de sobra para comenzar aquella nueva vida.

Todo parecía el cuento ideal donde nada podía salir mal. Leeteuk tenía una casa muy lujosa y desde el segundo en el que llegó, trató por todos los medios de complacerle, le mostró todas las habitaciones y las instalaciones de la casa, pues tenía gimnasio, tenía piscina e incluso una cancha para jugar a varios deportes según colocaras las redes de una u otra forma. Era maravilloso verse envuelto en tanto brillo y tanto lujo y cuando se presentó a la cena con la mejor ropa que había llevado en su pequeña maleta, estaba tan ensimismado y encantado con aquella vida que parecía que podría llegar a hacerle feliz que hubo algo de lo que no fue capaz de darse cuenta. La botella de vino comenzaba a vaciarse porque sólo él estaba bebiendo y más aún, en un momento, creyó ver que en la siguiente botella había una pastilla o algo efervescente disolviéndose en el fondo,pero fue durante un lapso tan pequeño de tiempo, que lo achacó a que quizás estaba comenzando a pasarse de copas y aún con ello no dudó en aceptar que aquel hombre volviera a servirle y esa vez, cuando tomó, calló a los pocos segundos sobre la mesa, presa de una inaguantable somnolencia. No lo supo en ese preciso momento, pero su nuevo "amigo" lo había drogado. Mientras estuvo inconsciente, Leeteuk le quitó el teléfono móvil, las tarjetas, revisando que algunas ni siquiera tenían el nombre que supuestamente aquella puta de esquina le había dicho que tenía pero no, su objetivo no era ni mucho menos robarle dinero, pues era algo que a él especialmente le sobraba, no... Quería otra clase de cosas...
Lo llevó a su sótano, donde tenía todo preparado como una celda y sin duda podría haberlo sido y quizás Key no era el primero en estar alli. Sin nada más que un retrete y un camastro con una manta vieja, aquel lugar resultaba tan inhumano como un vertedero. Acostó a Key en la cama y le encadenó un tobillo con una larga cadena de pesado hierro que impediría que se alejara demasiado de la cama o del retrete. No alcanzaría con ella puesta la puerta.
Poco a poco, Key comenzó a despertar, conforme el efecto de la droga iba desapareciendo, retornaba su conciencia y trataba de abrir perezosamente los ojos y enfocar algo, pero seguía adormilado hasta que sus oídos comenzaron a ser conscientes de un sonido, una voz, alguien le estaba hablando. Giró la cabeza en dirección al foco del sonido y entreabrió los ojos para ver a un sonriente Leeteuk que parecía satisfecho de que despertara... ¿Qué pasaba? ¿Por qué lo miraba así? Se sintió pesado, todo el cuerpo le dolía y notaba las extremidades adormiladas y agarrotadas así como la garganta seca a pesar de ser incapaz de tragar siguiera. Fue entonces cuando notó algo y al intentar moverse sintió que tenía las manos amarradas y movió la cabeza con los ojos abiertos de par en par hasta percatarse de que las tenía sujetas por medio de correas a la cabecera metálica de aquel camastro. Miró al rededor y no pareció reconocer el lugar. No podía hablar, algo en su boca se lo impedía y con el corazón encogido a causa del miedo, intentó escuchar lo que Leeteuk parecía intentar decirle:


- Me alegra ver que no has sufrido una sobredosis, pensé que me había pasado con la droga- lo sujeta por la mandíbula para hacer que le mire a la cara- Ahora escúchame bien, no estás aquí por una casualidad, ni tampoco vas a ser mi príncipe encantado al cual adoraré, no, estás aquí, única y exclusivamente para trabajar para mi. Harás lo que yo te pida, cómo, cuándo y dónde yo te ordene que lo hagas, pero para asegurarme que lo has entendido, tendremos un pequeño periodo de prueba para que te vayas adaptando.



Toda esa información, taladró el cerebro de Key sin que éste pudiera ser capaz de decir o no algo para defenderse o rebatir lo que aquel hombre le estaba diciendo. Iba a dejarlo allí encerrado para asegurarse de que aprendía lo que se suponía que quería enseñarle y era la obediencia absoluta. Y fue justamente lo que hizo. Sin casi movilidad, sin comida y sin ser capaz de quitarse la mordaza que llevaba en la boca, el kitsune pasó cerca de una semana dentro de aquella prisión en el sótano, sintiendo cómo poco a poco desfallecía a causa de la falta de alimento, pero aquel hombre que había parecido en un principio su salvador, se aseguraba de hacerlo despertar con gritos, con golpes, e incluso lanzándole cubos de agua helada encima para que no cayera en estado de sopor. Ni siquiera le daba agua para beber y no podía beber llevando aquella mordaza. Cuando fue evidente que no pensaba resistirse ni montar escándalo, fue cuando Leeteuk se aseguró de que todo lo que deseaba, se le grabara a fuego en la mente a Key. Lo utilizó como criado, tenía que limpiarle la casa, hacer la colada, plancharle la ropa y guardarlas, cocinar y además esperar a las sobras para poder comer él y aunque en ocasiones daba la sensación de que todo iba a cambiar, pues a veces, aquel desgraciado, podía ser infinitamente amoroso y poético, dándole una falsa idea de estar bien, de que era amado y de que estaba viviendo una buena vida, obviando todos los insultos y los objetos que volaban a su alrededor cuando según su amo hacía algo mal y tenía que ser no solo reprendido sino duramente aleccionado por inútil. Pronto se sumaron a aquellas humillaciones, las violaciones, al menos era forzado por el dueño de la casa dos veces al día y daba igual si quería o no, pues simplemente era un criado y fue tal el desgaste mental, que realmente lo pensó, era un criado, era el criado de Leeteuk y su deber indispensable era mantenerlo atendido como el noble señor que era y arrodillarse cada vez que se le ordenara para permitirle que se desquitara con su cuerpo y luego lo lanzara al suelo con asco segundos antes de recibir patadas en los costados e insultos en los que se aseguraba de hacerle saber que no era nadie y que a nadie le importaba.
En aquella situación,sabía que el tiempo pasaba, pero ni siquiera estaba seguro de a qué ritmo o cuánto había pasado desde su llegada, lo único que sabía es que no le importaba a nadie y que el amo Leeteuk era bueno, dulce y misericordioso con él por haberle recogido de la calle y acogido en su casa a cambio del pago de ser su humilde sirviente.


"- Eres una fea, vieja y asquerosa puta ¿te ha quedado claro?
- Sí,amo..."




♒ ♦ CONTINUARÁ...♦ ♒

miércoles, 7 de diciembre de 2016

✩✥ LA SANGRE DE MEDUSA ✥✩ CAP 1º

Pareja: MinKey [Minho + Key]
Género: Fantasía / Aventura
EEL: TP


Resumen: Año 1423, la dinastía Joseon gobierna Corea. Han levantado los cinco grandes palacios y la familia real reside en el Gyeongbok y se ve amenazada por la maldición de un enemigo contra el que llevan luchando desde el año 1395 cuando se hicieron con el poder. Cuando el monarca caer gravemente enfermo,sólo su hijo menor, Minho, tiene el corazón lo suficientemente puro como para emprender un peligroso camino que le llevará en busca de un brebaje que se esconde en el corazón del bosque de Gotjawal en la isla de Jeju.



























 Official trailer : https://youtu.be/wVOKkfGqvVY




Año 1423, la dinastía Joseon gobernaba Corea desde hacía poco tiempo, pero el suficiente como para haber instaurado ya muchas mejoras con respecto a los gobernantes pasados. Habían instaurado al fin una escritura alfabética coreana, el hangul y establecido un nuevo tipo de aristocracia , la yangban. 
El rey en aquellos tiempos y desde 1418 había sido Sejong el Grande, un monarca que ya era conocido por su pueblo por su incansable refuerzo de la cultura coreana. Sejong el Grande, no sólo había dispuesto una escritura alfabética correcta para instruir al pueblo, sino que potenció una filosofía basada en el neoconfusionismo, la música, las leyes, el desarrollo de la agricultura, la medicina y las ciencias, haciendo de su nación un lugar más prospero y fuerte con unos cimientos bien asentados. Un gobernante compasivo que prohibió algunas de las torturas que en aquellos tiempos se propiciaban a los malechores e indeseables,como podía ser la "pena del azote".

Tenía cinco hijos, todos ellos varones, cultivados en la filosofía, las ciencias, las letras y la astrología desde su más tierna infancia. Entre ellos se encontraba el próximo heredero al trono, su primogénito, el Príncipe Munjong de Joseon, que rara vez tenía la suerte de compartir momentos con sus hermanos, pues siempre estaba con su padre aprendiendo cómo debía funcionar el reino y más aún, cómo debía comportarse un monarca.
También estaba el más pequeño de los hermanos, Minho de Joseon, quien no tenía ninguna clase de interés o preocupación en llegar a gobernar algún día. 
Según su madre, era el más virtuoso de sus hijos, claro que... ¿Qué no diría una madre de su propia prole? Sin embargo en el caso del joven Minho, era bien sabido por toda la corte, que realmente era un muchacho amable, compasivo y de buen corazón. Ni siquiera en su infancia llegó a participar en alguna travesura junto a sus hermanos mayores por estar muy ocupado jugando a corretear los pájaros en los jardines del palacio. Había demostrado ser el más brillante en cuanto a intelecto se refería a pesar de que en el manejo de armas, no había logrado brillar tanto como sus otros hermanos, pero no por ello dejó de practicar hasta ser lo suficientemente bueno como para que su padre, el rey, le diera una palmadita de satisfacción en el hombro.
Por suerte vivían un hermoso periodo de paz y abundancia y era motivo de que todos los príncipes, salvando a Munjong pasaran el tiempo con juegos, fiestas o paseos a caballo e incluso llegaron a marcharse una semana completa para visitar la ciudad y los pueblos colindantes.
A Minho le encantaba aquella libertad que se respiraba una vez abandonaban los muros  del palacio Gyeongbok, pero dentro era como vivir en otra realidad, era una calma y un sosiego cuanto menos extraño para alguien como él, no porque siempre tuviera la imperante necesidad de moverse,sino porque además de ser un soñador a casi todas horas, también era un aventurero, aunque rara vez había vivido una aventura propiamente dicha... Lo más parecido había sucedido 15 años atrás, cuando sólo con cuatro años, salió por primera vez de palacio junto a sus padres y su abuelo, quien aún gobernaba y por ir jugando y alejándose del séquito real, acabó perdido y llorando en medio del mercado. Por suerte para él, las buenas gentes supieron reconocer sus vestimentas reales y lo llevaron de regreso al palacio. Fue tal la sorpresa para sus padres de que no lo hubieran secuestrado, que la familia que lo llevó recibió una bolsa llena de monedas de oro en agradecimiento. Quizás aquella experiencia le había hecho más calmado y aún a sus 19 años de vida, le costaba decidir si salía o no solo del palacio para ir a pasear por el pueblo.


Todo era casi perfecto en aquellos años, el reino prosperaba y sus gentes también, no solo los monarcas se enriquecían, ya que por su parte al pueblo se le instruía al menos en la lectura y escritura del nuevo alfabeto.


Aquel día, Minho estaba fuera del palacio, disfrutando de un día soleado en las praderas colindantes a la ciudad por las que en muchas ocasiones se veía correr a los niños cuando habían salido del colegio o de ayudar a sus padres. Resultaba encantador y reconfortante cuando a lo lejos veías las montañas de un tono azulado confundiéndose con el cielo... Para alguien soñador como él, resultaba hermoso de ver. Algunas veces había pensado en qué sucedería o qué le aguardaría si decidiera atravesar los campos de cultivo, las praderas y continuar hacia aquellas montañas... Era difícil saberlo, ya que mentalmente se atrevía a ir a cualquier parte, pero físicamente siempre sentía que había algo que le impedía ir y era el miedo que tenía de perderse como le había sucedido de pequeño. Un trauma que llevaba cargando desde hacía muchos años y al que nunca estaba dispuesto del todo a hacerle frente.
Cuando volvió en sí tras varios minutos de ensoñación, se dibujó una sonrisa en sus labios y decidió que era momento de regresar al palacio, debía de estar cerca la hora de comer y ciertamente, le apetecía una charla distendida con su familia. Reunirse en la mesa era el único momento en el que toda su familia se juntaba. Su padre y su hermano mayor, siempre estaban ausentes tratando temas de política, su madre pasaba mucho tiempo con sus damas de compañía en sus habitaciones y sus otros hermanos dedicaban mucho más a pelearse entre sí y mejorar con las armas. Mientras regresaba al palacio, observó correr a los niños de un lado para otro y echó de menos los tiempos en los que él también podía correr sin que le dijeran que no era decoroso que alguien de la realeza lo hiciera. Todo el mundo conocía a la familia real no solo por el emblema bordado en hilo de oro en sus ropas, sino por los colores que utilizaban en sus vestimentas. De modo que si quisiera pasar desapercibido sin que todas las miradas de los campesinos se clavaran en él, lo ideal sería ponerse ropa más discreta, pues los colores reales eran muy vivos y la gente del pueblo no se los podía permitir. A veces, por no decir siempre, le daba vergüenza que todas las miradas se clavaran en su persona, pero era imposible no fijarse en él; su madre decía que de entre toda la familia real, Minho era el más guapo... Cosas de madres que casi siempre adoran a su hijo más pequeño.
De regreso al palacio se encontró con las puertas abiertas de par en par y se preguntó a qué se debería, pero no había nadie allí, los guardias se encontraban aglomerados en la puerta interior que daba paso a los jardines del palacio, con lo cual se acercó hasta allí y de no haber sido porque el capitán ordenó que se apartaran para dejarlo pasar no habría tenido modo de hacerlo. No preguntó qué causaba tanta expectación pero al entrar se hizo evidente que había una visita, pues allí en el suelo de roca del jardín había un carruaje que evidentemente pertenecía a alguien pudiente, de modo que una visita importante debía estar en el palacio pero... ¿quién?¿Había llegado sin avisar? Al caminar hacía la entrada principal escuchó algo de jaleo en la zona en la que él y sus hermanos solían entrenar con las armas y con curiosidad se acercó a ver de qué se trataba. Al abrir la puerta para pasar al patio de entrenamiento, se dio cuenta de que en apariencia,allí no había nadie y giró la cabeza al escuchar a criados llamando a uno de sus hermanos mayores y se quedó sorprendido, pero una voz le ordenó que cerrara la puerta. Miró perplejo a uno de sus hermanos escondido en las cuadras y acabó entrando y cerrando la puerta tras de sí:



- ¿Te ha visto alguien,Minho? -comentó su hermano.
- No... al menos creo que no... ¿Qué sucede Soo Ho? ¿Por qué estás aquí escondido?¿Y por qué te están buscando todos?
- ... Te lo diré si me prometes no decir que me has encontrado.
- Te comportas como un niño -dijo con una sonrisa burlona Minho - ¿Qué hiciste? ¿Volviste a robarle algo a madre para regalarlo a alguna muchacha?
- Es mucho peor que eso, Minho... He dejado embarazada a la hija de un comerciante.
- ¿¡Que tu qué !?
- ¡SSSHHH! - le silencia - Cállate idiota, harás que nos descubran y como me pillen te juro que se te caerá el pelo.
- P- pero... ¿cómo has podido...? ¿Has perdido la cabeza o qué? Es un problema muy grabe.
- El problema es que esa zorra ha venido con su padre para hacérselo saber a los nuestros y no tengo intención de hacerme responsable de ella.
- ¿Cómo que no? Está esperando un hijo tuyo.
- Puede ser de cualquiera, nada me asegura que sólo se acostara conmigo.
- Yo no creo que venga a decir mentiras... Tienes que hacer algo.
- No voy a hacer nada... ¿Has olvidado que ya estoy prometido con una mujer?
- ¿Y qué haces acostándote con otra? -replicó disgustado el menor.
- Venga ya Minho, ¿acaso tú no lo has hecho nunca? ... Que pregunta más tonta, claro que no, eres el único de la casa que sigue siendo un niño pequeño.
- ¿Qué insinúas? - arruga la nariz- Si te acuestas con una mujer y tiene un hijo tuyo, más te vale hacerte responsable.
- Tu no entiendes nada del mundo adulto, Minho, no voy a ocuparme de ese bebé, fue un polvo de una noche de borrachera y se acabó, además,diré que no es mío y que miente.
- Si miente ¿por qué te estás escondiendo? Quien se esconde es porque algo tiene que ocultar.



Minho había dado en el clavo con aquella pregunta y vio el disgusto en la cara de su hermano mayor, pero Soo Ho no se movió de donde estaba escondido y él por su parte sintió vergüenza de que uno de sus ejemplos a seguir hubiera sido tan irresponsable y tan cobarde. No iba a delatarlo, pero cuando llegó finalmente al edificio principal, se acercó a la sala de audiencias, encontrando al resto de sus hermanos escuchando tras la puerta lo que se hablaba. Todos parecían haber entendido que el rey tomaría medidas con respecto a aquel asunto y la solución fue una bolsa de monedas de oro  para aquel mercader a cambio del silencio de su hija. Cuando los invitados fueron a abandonar la sala, los cuatro príncipes se apresuraron a esconderse en una de las salas contiguas y dejaron una pequeña rendija para espiar por si los invitados decían algo pero salvo que la joven iba llorando, no hubo más palabras.  Al más joven de los príncipes le invadió un sentimiento de tristeza, la muchacha parecía mucho más joven que su hermano, quien ya pasaba de los 25 y ella aparentaba tener como mucho 16 años... Sin duda le supo mal, no creía que hubiera mentido y se quedó parado en la sala pensando mientras sus otros hermanos salían en tropel a ver a su padre y lo que quiera que fuera que había decidido hacer, si pensaba silenciarla con algo más que dinero, lo que estaban sugiriendo era que la matara, al fin y al cabo si se corría la voz, saldría una mancha imborrable en el nombre de los Joseon, pero para alivio de Minho, su padre era un hombre bueno y recto que no creía en aquella clase de confabulaciones. Ordenó buscar a Soo Ho y llevarlo a su presencia. Aunque el comerciante y su hija hubieran jurado guardar silencio, era imposible saber si lo harían o no y si algo habían dado, era multitud de detalles sobre el príncipe, detalles que solo dos personas que habían intimado sabrían. De modo que era más que probable que su hermano fuera responsable de lo que estaba acusado.

Minho no quiso quedarse a escuchar más del tema. El bienestar con el que había regresado a casa se había esfumado pensando que el propio seno de su familia había alguien sin honor como lo era Soo Ho. Pero no era eso lo único que le perturbaba... Cierto que él era mucho menos apegado a la idea de abandonar el palacio, pero entendía porqué ellos tardaban tanto en volver, pensaba que tan solo era porque esperaban para que no los vieran regresar borrachos, ahora había descubierto que se trataba de algo mucho más grabe. Dos de sus hermanos mayores, Munjong y Ban Ryu estaban ya casados y los otros dos, Soo Ho y Do Ji Han, estaban prometidos , pero ninguno de ellos se privaba de aquellas salidas nocturnas y ahora era evidente que no se trataba únicamente de alcohol... ¿Y si sus hermanos habían dado con alguna pobre muchacha y la habían forzado en una calle oscura? Solo pensarlo le hizo sentir vergüenza y culpabilidad y marchó al jardín privado de su madre para sentarse allí en soledad a pensar. Necesitaba asimilar toda aquella información antes de comenzar a tirarse a sí mismo de los pelos por no entender nada hasta ese momento. Sin embargo, no estuvo tan solo como pensó al principio, pues su madre se acercó a él y lo sorprendió en medio de sus cavilaciones:



- ¿En qué piensas, hijo mío, que encuentro tu rostro sombrío?
- Umma... -dijo alzando la vista para poder mirarla sin levantarse de donde estaba sentado- Yo... estoy triste... Por lo que ha pasado con mi hermano y esa niña...
- Minho -suspiró ella antes de sentarse a su lado- Tu eres diferente, la vergüenza ha caído sobre tu hermano, no sobre ti.
- Sobre todos nosotros umma... ¿Por qué han de hacer algo así?Ya tienen mujeres en su vida.
- Los hombres lo hacen, hijo mío, en su mayoría, prefieren cualquier mujer que no sea la que está casada con ellos.
- Pero...



Sintiendo las caricias en su cabello dadas por su progenitora, Minho comprendió algo más, que no era solo cosa de sus hermanos, su madre debía haber vivido algo así en algún momento con su padre... Ni siquiera aquella figura pulcra y ejemplar del rey era tan integra como siempre había creído pero... ¿Por qué él era diferente? ¿Qué le hacía diferente a ellos? Tan solo que aún no le habían asignado una mujer con la que casarse ¿entonces cambiaría y se volvería como sus hermanos? ... Esperaba no tener que pasar por algo así porque iba completamente en contra de sus pensamientos, de hecho ni siquiera había pensado en contraer matrimonio, aún era demasiado joven y no había tenido tiempo de aprender nada del amor ni del mundo en general. Permaneció sentado con su madre hasta que una de las sirvientas de palacio llegó para llamarlos a la presencia del rey. Minho no supo porqué, pero cuando nombró a su padre, se le erizó el cabello de la nuca. De modo que siguiendo a su madre, retornó por los largos pasillos hasta llegar a la sala de audiencias. Sus cuatro hermanos mayores estaban allí y Soo Ho tenía demasiado buena cara como para haber recibido alguna clase de reprimenda o llamada de atención por parte del rey. De modo que se vio allí de pie junto a su madre bajo la atenta y seria mirada de su padre ¿Qué había pasado? ¿Por qué le miraba de aquel modo? ¿Había hecho algo malo? Tragó saliva con dificultad sintiendo que era muy posible que se llevara una buena bronca si su hermano había contado alguna mentira sobre él o sobre lo que habían hablado o peor, si le habría culpado del embarazo de aquella niña, con lo cual empezó a respirar con dificultad temiéndose lo peor:


- Minho -dijo finalmente su padre.
- ¿S-sí...?-tartamudeó evidentemente nervioso.
- Soo Ho me ha dicho lo piadoso que te has mostrado con esa muchacha y en vista de que aún tienes mucha vida que recorrer y que nunca has mostrado aspirar al trono, pues hay cuatro hombres delante de tu ascenso, he decidido permitir que te cases con ella. No es una mujer de bien, pero estoy seguro de que un hombre como tu, no le importará la diferencia de clases sociales.
- ¿P-Permitir que yo me...qué? - Minho dejó de mirar a su padre y miró a su madre en busca de ayuda.
- Mi señor -dijo entonces la soberana- Nuestro hijo aún es muy joven, tiene una larga vida por delante, no está listo para el matrimonio como no lo están aún todos sus hermanos.
- Entiendo vuestra preocupación, pero lo cierto es que Munjong me ha convencido de que un casamiento entre un gobernante con alguien del pueblo hará que los ciudadanos nos miren con buenos ojos.
- ¿Mejores ojos aún? No es menester, pues nuestras gentes os consideran un gobernante bueno, sabio y justo y hacer cargar a Minho con tal responsabilidad sería toda una innecesaria injusticia.
- Lo que es o no justo, lo decido yo. Minho se casará con esa muchacha para que estrechemos lazos con el pueblo.
- P... ¿¡Por qué yo!? -Minho miró a su padre sin comprender nada- Ella espera un hijo de Soo Ho ¿por qué debo cargar yo con el error de mi hermano?
- Porque te lo ordeno yo -dijo con voz autoritaria su padre.



En silencio, el más joven de la dinastía Joseon, giró la cabeza viendo como sus hermanos mayores se reían de él tras cargarle aquel problema que como bien había expresado, no era suyo. Fue en ese momento en el que se planteó si había sido demasiado ingenuo en aquellos años. Decepcionado miró sus sonrisas y sin ser capaz de decir nada más,abandonó la sala a toda prisa sin responder a la llamada de su madre que trató de perseguirlo en vano, ya que cuando Minho echaba a correr era muy difícil darle alcance. Que iluso había sido todo aquel tiempo, siempre había pensado que sus hermanos eran los mejores hombres que podía tener como ejemplo, pero aquel día que había comenzado tan bien, había hecho mella en él , haciéndole ver que sólo era el muñeco al que todos usaban sin importar otra cosa. Cuando les dejaba usar su habitación para que escaparan del palacio por la noche usando las ramas del árbol que quedaban a menos de un salto de la puerta y que pasaban por encima de la muralla, no era el pequeño secreto de los cinco, era la jugada perfecta de los cuatro mayores donde el pequeño no era nadie. Desenganchó la puerta del establo de su caballo y tras montarlo sin ponerle las riendas ni la silla, lo espoleó sujetándolo por las crines y cruzó el patio del palacio como una centella ordenando que se abrieran las puertas de la muralla y los soldados apenas tuvieron tiempo para hacerlo y el príncipe abandonó el palacio galopando y deseando no tener que volver. Sus hermanos habían tratado también de alcanzarlo, pero se habían quedado en las escaleras principales viendo como Minho y su montura se perdían tras la muralla. No importaba, todos habían escurrido el bulto y el chivo expiatorio perfecto era el pequeño de la familia, el hijo perfecto al que sus padres siempre ponían de ejemplo como el modelo a seguir por excelencia. Él no lo sabía , pero todos sus hermanos lo envidiaban y le tenían coraje gracias al buen hacer de sus progenitores, siempre era el único al que calificaban de virtuoso y los cuatro estaban deseosos de hacerle pagar por simplemente, ser él mismo.


- ¿No crees que deberíamos ir por él, Munjong? - lo interrogaron los demás.
- ¿Para qué? Minho regresará antes de que anochezca, ya sabéis que le tiene miedo a la oscuridad y más si pasa la noche fuera de casa.
- Tienes razón, no tardará en volver -rió Soo Ho.
- Ha sido un golpe maestro convencer a padre de que lo haga casarse con esa chica.
- Lo es, simplemente nos libramos de que esa estúpida vaya diciendo por ahí lo que pasó en realidad.
- Callaos, habíamos acordado que no mencionaríamos el tema dentro de los muros del palacio- les reprochó el primogénito.
- Sí, sí, es cierto. Cualquiera podría escucharnos si lo comentamos.
- Ahora es problema de Minho y nosotros no debemos interferir.



Los cuatro hermanos asintieron y regresaron al interior del palacio para al poco dispersarse cada uno por un lado. Cierto era que Minho no tenía verdadera culpa de tener el carácter que tenía ni de ser por defecto el más obediente, pero eso no le importaba a ninguno de ellos porque simplemente, querían que Minho acabara tan amargado como estaban todos ellos con sus respectivos matrimonios, especialmente Munjong, que llevaba casado cerca de cinco años, tenía ya dos hijos y detestaba a su mujer con todas sus fuerzas e incluso había pensado en matarla de alguna manera, pero no había sido lo suficientemente valiente como para hacerlo. Ninguno tenía el valor para hacer las cosas de frente, sino por la espalda y eran todos muy envidiosos y algunos más impulsivos que el resto. El segundo mayor, Ban Ryu, también casado, le había dado una paliza a su mujer por un simple malentendido, pero aquello no había salido de la boca de nadie y tan solo estaban al tanto sus criados y los médicos que tuvieron que atender a su esposa.



Minho se había alejado tanto de la ciudad en aquel ataque de pánico y de rabia que al frenar a su caballo se percató de que estaba mucho más lejos de lo que nunca había estado. La ciudad era apenas una luz lejana que se perdía por entre los árboles que comenzaban a aglomerarse. Estaba en las lindes del bosque y de no haber frenado al caballo, podría haber continuado rumbo a las montañas azules que esa misma mañana contemplaba desde la pradera. Comenzaba a oscurecer y no estaba dispuesto a regresar al palacio tras aquella devastadora noticia y más que seguro de que al regresar, su padre le reprendería por aquel comportamiento tan impropio de él, que siempre había mostrado ser un hijo obediente y sumiso... No había servido de nada ser tan virtuoso, como decía su madre... Pensar que tenía que convivir con aquella chica sin amarla , sin conocerla siquiera, le estaba volviendo loco y más aún tener que hacer pasar por suyo el hijo de Soo Ho... Desmontó del corcel y se sentó en una piedra llevándose las manos a la cabeza intentando asimilar todo lo sucedido y sin comprender por qué le habían traicionado sus propios hermanos cuando él siempre se había desvivido por hacerlos felices... No era justo... No era nada justo y no quería hacer frente a aquel problema... Pero pensándolo fríamente...¿Acaso era mejor destino que aquella chica fuera pagada como simple mercancía a cambio de un silencio que no afectase a la casa real?¿Cuántas más como ella habrían y por ser pobres no se habían atrevido a dar la cara? O quizás no las había y sus hermanos simplemente se dedicaban a pagar a prostitutas para satisfacerse a sí mismos. Fuera como fuese, ahora aquel era su problema y aquella era inamovible decisión de su padre. Tomó aire y se dijo a sí mismo que era el momento de ser valiente y de demostrarle a todo el mundo que era un hombre y que podía hacer frente a aquello y a más. Pasó una mano sobre la grupa de su montura y a pie, llevándolo a su lado, emprendió el camino de regreso al palacio. No iría a la cena y haría lo mismo que sus hermanos mayores, esconderse como las ratas por los rincones hasta su madriguera... ¡NO! Eso no, él no era un cobarde y les demostraría que era mucho más maduro que todos ellos juntos. 
Al regresar al palacio, se presentó en el comedor donde ya toda su familia cenaba y se fijó en los rostros sorprendidos de sus hermanos que verdaderamente esperaban que fuera a esconderse y a evitar el tema todo lo posible, pero allí estaba. Saludó cortesmente a sus padres e ignoró a sus cuatro hermanos, incluso les hizo el desaire de no sentar con ellos, ya que en la mesa, siempre se habían divido, ellos a la derecha de su padre, los cinco y su madre con las dos esposas de sus hijos mayores a la izquierda, de modo que Minho se sentó a la izquierda con las mujeres por no sentarse con aquellos cuatro traidores que le habían apuñalado por la espalda. Su padre no dijo nada al respecto, era evidente que el menor estaba molesto y hasta cierto punto lo comprendía, pero ya hablaría con él en otro momento. 
El silencio en el comedor, resultaba como poco incómodo y tenso, lo único que se escuchaba era el ruido que hacían al comer; y nada más.



✩✥ CONTINUARÁ... ✥✩