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domingo, 21 de agosto de 2016

◄ ▬ TÉ DE DRAGÓN AMARILLO ▬ ► 5º Cap

Personajes: JongHo [Jonghyun + Minho]
Género: Acción
EEL: +16

Resumen: Jonghyun es un acaudalado jefe de la mafia en Corea del Sur y que por circunstancias de la vida, quizás la mera casualidad, le llevó a coincidir en un desfile chino en el que un disfraz de dragón le hizo recordar una promesa que hacía casi 10 años que había olvidado. Ir a china en busca de un muchacho que tiempo atrás clavó en él algo más que sus ojos duros y severos.
Viaja a Pekín decidido a buscar la marca distintiva de aquel chico, un dragón amarillo...¿Qué le espera a un coreano en las duras calles de china donde abundan mafiosos dispuestos a sacarle las tripas por el simple hecho de ser coreano?

































5º CAPÍTULO


JONGHO MODE


De camino a la casa de Minho, ya a Jonghyun se le había olvidado que sus dos guardaespaldas se habían quedado atrás... Claro que a aquellas alturas, donde el reencuentro con el mafioso chino había sido cuanto menos, emotivo, le daba igual no tener seguridad. No pensaba que Minho fuera a hacerle nada malo, estaba tan seguro de ello que se habría dejado conducir a ciegas por él cerca de un precipicio.
Dentro de aquella limusina negra, el mafioso chino trataba de contener al coreano de todas las formas posibles, pero Jong no solo estaba emocionado y feliz, sino caliente. No dejaba de besarle el cuello y más aún de morderlo y marcarlo con chupetones, queriendo recalcar en aquellos momentos que era de su propiedad. El más alto comenzaba a ceder, como no, como la mantequilla ante el fuego , su barrera de hombre serio y decente comenzó a venirse abajo conforme una de las manos de Jonghyun comenzaba a perderse entre sus piernas, sobándole para lograr que se excitara. Minho se sentía delirar, nunca había estado acostumbrado a aquellas atenciones y resultaban abrumadoras. Bajó una mano para sujetar la de su compañero y le hizo apartarla para, bajo la atenta mirada de Jong, meterse sus dedos en la boca y chuparlos, logrando que el más bajo no tardara en ponerse cachondo, más aún si era posible. Era absurdo, hacía apenas unas horas era impensable que pudieran estar tan cerca el uno del otro... Antes de que pudieran volver a besarse, Minho giró la cabeza al escuchar ruido de motos y activó unos monitores que había en el techo del vehículo para revisar las cámaras. ¿Por qué de pronto se había asustado tanto? Jonghyun lo comprendió al ver que palidecía al ver varias motos blancas persiguiendo al coche.


- Mierda...
- ¿Quienes son? -preguntó el coreano.
- Los Tigres Blancos... Un clan mafioso que opera en la zona joven de Beijin... Ya conoces a su líder.
- ¿Lo conozco?
- Sí, se llama Niel, te hiciste amigo suyo el primer día ¿lo recuerdas?



Jonghyun no respondió directamente, más que con un seco movimiento afirmativo de cabeza y luego vio como Minho se bajaba del asiento, lo abría y del interior sacaba una metralleta MP40 y la montaba de forma rápida y eficaz.


- ¿Llevas algún arma encima? - miró a Jonghyun.
- Sólo una bersa thunder 380.
- ¿Tienes todas las balas? - dijo con preocupación.
- Sí y llevo dos recargas más en el bolsillo de la chaqueta.
- Algo es algo... No creo que sea la primera vez que vives algo así, pero escucha con atención, en cuanto comiencen a disparar, elije una de las ventanas para hacerlo tu, el hueco del techo de la limusina no es un buen punto para hacerlo, te hace mucho más vulnerable.
- ¡Oye, que no estás hablando con un niño pequeño! -rió Jonghyun antes de sacar el arma y sonreír - No se hable más, que empiece la fiesta.



Casi podría haberse dicho que aquellas palabras las escucharon los Tigres Blancos, porque al momento, los hombres que iban en moto tras ellos, que eran prácticamente una docena, sacaron unas uzi, armas mucho más ligeras y sencillas de usar si ibas en un vehículo tan difícil de manejar con una sola mano como lo era una moto. Justo cuando comenzaron los disparos, Minho hizo que Jong se echase al suelo de la limusina salvándolo en un principio de que alguna bala perdida lo alcanzara. En la primera pausa entre ráfagas, ambos líderes mafiosos se pusieron en pie y cada uno por una ventana diferente, buscó a sus objetivos y comenzó a disparar. Tanto el coche como las motos iban dando violentos bandazos, derrapes peligrosos por medio del tráfico. Parecía toda una persecución de película, los cristales cayeron en todas direcciones hechos añicos debido a las balas de los Tigres Blancos, el impoluto interior de la limusina pasó a ser la visión propia de un campo de batalla. Por medio de uno de aquellos relojes de última tecnología, Minho le dio la orden al conductor de acelerar todo lo que le fuera posible, ya que una limusina, a pesar de que aquella fuese de las más pequeñas, no dejaba de ser un coche grande con el que resultaba casi imposible colarse en los pequeños espacios que dejaban los otros vehículos.
Los dos líderes mafiosos tomaron sus respectivas posiciones y medios descolgados de las ventanillas comenzaron a disparar a los motoristas. Aquello era todo un sorteo, la gente se bajaba de sus coches asustada y echaba a correr en medio de la escena intentando huir de las balas y aunque a un mafioso debía darle igual, ni a Minho ni a Jonghyun se les conocía por matar civiles, de modo que apuntar con certeza era fundamental y en un coche que iba a casi 120 Km/h era realmente complicado apuntar bien y sujetarse para no caerse. Un motorista tampoco era un blanco fácil, usaban sus vehículos más pequeños y manejables para meterse entre el laberinto de coches y arremeter nuevamente en lluvias de disparos, incluso hubo tres de ellos que se pusieron a la altura de la limusina y le dieron el tiempo justo a Jong y Minho de meterse dentro y echarse al suelo.


- ¡Maldición! - bramó enojado Jonghyun.
- ¿Estás bien? -preguntó Minho mientras tomaba aire para asomarse rápidamente y disparar a bocajarro a uno de los motoristas que circulaba por su lado.
- Me han alcanzado - bufa mirando como su camisa se oscurecía con sangre en la zona del antebrazo izquierdo - ¡Qué cabrones! En Corea nadie hubiera osado dispararme siquiera.



Enfurecido y en uno de sus súbitos ataques de rabia, se incorporó y sacó medio cuerpo por la ventana para empezar de nuevo a disparar, haciendo gala de aquella puntería y temeridad que desde adolescente le había labrado en Busan, una reputación temible, logrando de éste modo que nadie osara desafiarle y quien lo hacía no vivía para contarlo. Pronto los motoristas quedaron reducidos a siete y Minho no pudo evitar mirar descolocado a su compañero. Sabía que Jonghyun era increíble, pero no sabía a qué nivel lo era y sin lugar a dudas estaba más que encantado de que en aquellos momentos ambos jugaran en el mismo bando... El líder de los Dragones Amarillos, sacudió la cabeza para recuperar la sangre fría y centrarse en sus objetivos, aquellos rivales que a pesar de haber sido reducidos, seguían ganándoles en número. Se apresuró a levantar otro asiento y de su interior sacó un rifle Stealth Recon Scout y lo montó en unos segundos, montó la mira telescópica y le pidió a su amigo que le cubriera pues al fin y al cabo, para un arma de aquella envergadura iba a ser necesario un lugar más amplio y no quedaba más remedio que subirse por el hueco del techo, apostarla allí y disparar con la esperanza de que no le volaran la cabeza al hacerlo.
Jonghyun miró encantado la artillería pesada del mafioso chino y lo ayudó a subirla al techo de la limusina y ambos se asomaron al mismo tiempo, el coreano para disparar a los motoristas evitando a toda costa que pudieran empuñar sus armas contra ellos y Minho tan pronto como se hubo situado, utilizó la mira para fijar el objetivo en el que estaba más cerca y a pesar del movimiento de la moto, fue preciso, el primer proyectil hizo saltar al hombre de la moto, caer el suelo y ser arrollado por sus compañeros. Jong lanzó una exclamación de júbilo, adoraba ver aquellas escenas y tras tantísimos años metido en un despacho, recordó porqué aquel trabajo le gustaba, la violencia y el dolor disparaban su adrenalina y en el caso de ver a Minho disparando y matando gente, también le disparaba las hormonas, podría haberle dicho tranquilamente que se lo iba a follar allí de pie mientras se cargaba a la gente, pero se recordó a sí mismo que aquello no era un juego, era algo grave y si no estaba atento al que se iban a cargar era a él y ya estaba demostrado que aquellos mocosos tenían buena puntería incluso yendo en moto.
En aquella posición elevada, aunque vulnerables, ambos fueron capaces de volver a reducir el número de Tigres Blancos que iban tras ellos pero en aquel momento los jóvenes que los perseguían empezaron a apuntar en otra dirección y a disparar a las ruedas de la limusina que una vez explotadas produjeron la pérdida del control del vehículo, que iba dando potentes bandazos de un lado a otro mientras ellos trataban de sujetarse. El rifle con mirilla del mafioso chino acabó, en uno de aquellos derrapes, saliendo disparado hacia el suelo y ninguno de ellos fue capaz de evitarlo.



- ¡Minho! -le avisó Jonghyun- ¡Tenemos que salir del coche!
- ¿Qué? ¡Nos mataran!
- ¡Nos mataremos nosotros si no lo abandonamos antes de que se estrelle!



Justo en el momento en el que Minho iba a replicar, un objeto ovalado se coló por el techo y calló al suelo frente a ambos. La cara se les desencajó a los dos al ver que se trataba de una granada, no había tiempo de nada más. Sin pensarlo, abrieron las puertas y saltaron, el golpe seguramente iba a ser doloroso, pero mucho peor hubiera sido morir. Minho aterrizó sobre otro coche, golpeándose de forma dolorosa el costado derecho y sintiendo como el mismo brazo se llevaba la peor parte del impacto, pudo escuchar el ruido que hizo uno de sus huesos al partirse, pero en aquellos momentos con la adrenalina al máximo, su cuerpo no sintió el dolor o al menos no en toda su magnitud. Jonghyun aterrizó sobre otra persona que había salido de su coche y huía por la calzada, segundos antes de que ambos escuchasen el sonido de la explosión de la limusina. Por unos segundos, era difícil saber si los Tigres Blancos los habían visto saltar o por seguridad habían mantenido las distancias con respecto al coche... Aquello se respondió por sí solo. Las motos frenaron cerca de ellos y los muchachos se bajaron dispuestos a matarlos a los dos. Jonghyun no había soltado su arma y en cuanto vio al joven girarse en su dirección, disparó a matar y lo mismo hizo con los otros tres que aún quedaban con vida. Minho tragó saliva y vio a Jonghyun levantarse para ir donde él a preocuparse de su estado de salud:


- ¿Cómo te encuentras Minho?
- B-Bien... Vamos... No tenemos tiempo, hay que llegar a mi casa...-resopló mientras se sujetaba el brazo roto.
- Iremos en una de las motos que nos han dejado amablemente éstos idiotas. Me indicarás por dónde se va a tu casa y pronto estaremos a salvo.
- ¿Sabes manejar una moto?
- Sé manejar cualquier tipo de vehículo, así que no te preocupes.



El más alto se limitó a asentir con la cabeza, el dolor del brazo roto estaba empezando a mermar su mente fría y eso no era bueno. Se subió a la espalda de Jonghyun en una de las motos y muy a su pesar, se agarró de su cintura con el brazo que aún tenía sano. Tras indicarle que siguiera de frente hasta la primera salida a la izquierda, apoyó la frente en la espalda del mayor, ahora además del brazo roto, tenía las mejillas coloradas como un adolescente que no sabe reaccionar de forma madura ante una situación ¿Por qué? Quizás sólo porque Jonghyun le imponía y eso él no sabía cómo remediarlo, cómo evitar que aquel hombre le hiciera sentir como un muñequito maleable entre sus fuertes manos, emitió un profundo resoplido para alejar de su mente todo lo relacionado con el coreano y centrarse en llegar a su casa, que en sí misma era un cuartel fortificado donde habría todo lo necesario para que los atendiesen a ambos pues era imposible de saber si en el caso de Jong, la bala había perforado y salido o se había quedado dentro. Le dio al peliblanco las indicaciones necesarias para que fuese capaz de llegar hasta su casa sin ningún problema. En moto parecía que el trayecto era mucho más corto pero lo cierto es que estuvieron cerca de treinta minutos subidos en ella hasta llegar a su destino. A Jonghyun no le sorprendió que la casa de Minho fuera de aspecto tradicional tal y como era él, lo cual le acabó arrancando una sonrisa. Poco después ambos estaban siendo atendidos en una sala que podría haber pasado perfectamente por una zona real de hospital ya que tenían el equipamiento completo. Mientras a Minho le escayolaban el brazo, a Jonghyun le sacaban la bala con ayuda de unas pinzas. Él pidió que fuese de forma rudimentaria, detestaba tener que estar después bajo los efectos de algún calmante y luego darse cuenta de que no sabía ni dónde se encontraba, de modo que la extracción fue dolorosa, pero así se convencía a sí mismo de que aún a sus cuarenta años era igual de fuerte y resistente que con veinte.
Miró al líder chino que aún estaba siendo atendido cuando él y ya tenía la herida cosida y vendada con gasas con suero. Cuando éste, aún dolorido, alzó la vista para ver a su compañero, pudo apreciar el rubor que de pronto envolvía la cara del más alto, él le sonrió de la forma más arrebatadora que pudo y no se equivocó al hacerlo. Era evidente que aquel chino se derretía por él y eso aumentaba su ego... Aunque, la realidad era que también a Jonghyun le encantaba Minho y también podía haberse derretido si él hubiera querido.

El resto del día, dentro de lo que cabía, fue muy tranquilo. Minho le enseñó su casa y sus instalaciones, galerías de tiro, gimnasios, piscina, todo con fines más que de ocio, de entrenamiento, La piscina estaba preparada para ser aclimatada de forma extrema, incluso para causar olas a las que sus hombres tuvieran que enfrentarse llevando encima un gran peso como podía ser un arma pesada o un saco lleno de piedras. Así se aseguraba de que estaban preparados para cualquier situación. Eso sorprendió a Jonghyun, ya que él no se ocupaba ni preocupaba del entrenamiento de sus hombres, eso era cosa de los rangos inferiores, como podía ser Key, quien entrenaba en lucha cuerpo a cuerpo ya que a pesar de su complexión delgada y aparentemente frágil, era realmente bueno y temible en todo... 


- Mierda... - susurró entonces el más bajo mientras se paraba en seco en medio de uno de aquellos pasillos de madera.
- ¿Qué sucede, Jonghyun? - Minho se detuvo unos pasos por delante de él y se giró para verle.
- No sé dónde tengo el móvil... Debo hacer una llamada a casa, Key estará histérico si no tiene noticias mías.
- ¿Key? ¿Ese chico con el que te casaste?
- ¿Eh? ¿ Y tú cómo diablos sabes eso?
- Porque cuando te casaste con él, yo todavía estaba en Busan buscando el modo de volver a casa... -suspiró- Esperaba que no siguieraís juntos...
- No estamos juntos, nos divorciamos poco después porque aquello no había modo de mantenerlo - dijo con calma el peliblanco- Pero es el mejor de todos mis hombres y como comprenderás no voy a perder un soldado así por tener un pasado romántico con él.
- Pero dices que se preocupará por ti.
- Soy su jefe.



Ambos se mantuvieron la mirada. Jonghyun sabía que Minho no le creía y en cierto modo no le culpaba porque tenía razón, por Key seguía sintiendo un cariño especial, seguía preocupándose por su seguridad y cuando algo malo le pasaba, le gustaba pasar la noche con él,abrazados bajo las mantas de la cama simplemente escuchándose respirar el uno al otro... Minho debió ver en sus ojos que aquel otro siempre iba a ser importante y especial para Jong, porque giró la cabeza disgustado y aseguró que él nunca había tenido otro amor... ¿Y eso era culpa suya? Sin duda lo era.... El peliblanco había calado tan hondo en su ser que estaba imposibilitado completamente para hacer vida con cualquier otra persona que no fuera él y así de paciente había sido durante todo aquel tiempo.
Sin añadir nada más, Minho entregó un móvil al mayor y lo dejó que fuese a uno de los patios inferiores a hablar. Intentó no seguirlo para no cotillear sobre la conversación, pero no pudo evitarlo, aunque no escuchara lo que Key decía al otro lado de la línea, la forma calmada y engatusadora de Jonghyun  hablando con él, le hizo sentir celos y asco de estar enamorado de alguien que esa misma mañana se había levantado de estar con dos putas... Sí, claro que lo sabía, conocía perfectamente lo fácil que era poner cachondo a aquel hombre y eso le era difícil de asimilar. ¿Cómo podía estar seguro de que le sería fiel si decidían estar juntos...? Oh... "Para el carro, Minho... Él no ha dicho en ningún momento que vayáis a estar juntos" ... El autoboicoteo del más alto le afectó realmente, se apartó de la pared tras la que escuchaba la conversación y comenzó a andar por el pasillo con rumbo a su santuario, aquel sitio en el que solía refugiarse del mundo y que nadie profanaba cuando se encerraba allí. Entró y tras cerrar la puerta y quedar a oscuras, simplemente iluminado con las velas que siempre había allí encendidas y el perfume del incienso, se sintió mucho más calmado. Se sentó de rodillas frente al altar en el que se encontraba su katana y varias oraciones  escritas en chino junto a una estatua de buda y comenzó a cerrar los ojos para mirar hacia adentro por unos momentos y dejar de preocuparse por lo que hubiera fuera y que en aquel momento le estaba haciendo daño.


Cuando Jonghyun hubo terminado de hablar por teléfono con Key y dejándolo preocupado, ya que a fin de cuentas, le había contado lo sucedido, comenzó a caminar por la casa bajo la recelosa mirada de todos los integrantes del Clan que se encontraban allí conviviendo con Minho. Buscaba al líder, pero extrañamente no había forma de encontrarlo, de modo que sin esperar ser invitado, comenzó a abrir todas las puertas que se encontraba, buscándolo. Durante unos segundos se quedó parado, pensando cómo era posible que de pronto no estuviera en ninguna parte pero...Chasqueó la lengua. Siendo Minho, y tras una "discusión", si es que así se podía llamar lo que habían tenido hacía unos minutos, lo más probable es que hubiera buscado un sitio tranquilo en el que estar solo y en silencio, de modo que se alejó de las zonas más concurridas de la casa y al llegar al segundo patio interior se dio cuenta de que al final del corredor había dos puertas. Estaba seguro que una de ellas era la habitación de Minho, alejada como debía ser, de las de todos sus hombres... ¿Y la otra? Se acercó para ver cuál era cuál  con tan buena suerte que lo primero que abrió fue el pequeño santuario. Minho estaba allí,sentado sobre sus talones, con los ojos cerrados y quieto como una estatua. 
No se sintió capaz de abrir la boca para decirle nada, estaba claro que fuera lo que fuese lo que hacía, estaba muy concentrado en ello. Giró la cabeza hacia afuera y desde el umbral del otro lado del corredor, un par de hombres y mujeres le observaban con notable molestia, aunque no sabía por qué. Entró en la habitación y cerró la puerta tras de sí. No tenía ni idea de que era una falta de respeto para todos los Dragones Amarillos que entrase tan frescamente en el santuario del líder cuando éste estaba sumido en sus oraciones o meditando. Jonghyun se limitó a sentarse al lado de Minho a la espera de que abriese los ojos. Transcurridos cinco minutos, estaba tan asquerosamente aburrido de todo que comenzó a moverse con incomodidad, ni aún así Minho salía de su estado de introspección... Pero algo lo hizo salir, de forma súbita de hecho, Jonghyun dio un fortísimo estornudo debido a que aquel olor a incienso, le desagradaba y peor aún, le hacía cosquillas en la nariz, como si fuera un alérgico al polen que una vez comenzó a estornudar, no pudo detenerse.
Minho abrió los ojos de golpe, consternado y disgustado por la interrupción. Giró la cabeza para ver a su lado a Jonghyun que se sujetaba la nariz intentando contener los estornudos. Ambos se sostuvieron la mirada durante unos segundos y el más alto se sintió tentado de decirle que NO entrara jamás en aquella habitación, al fin y al cabo era el único sitio del mundo en el que podía sentirse solo y en paz... Pero no dijo nada. Jong no entendía esa costumbre y seguramente tampoco la respetaría ya que de entrada no lo había hecho y le había interrumpido. Le ofreció algo de papel y luego se puso en pie junto con el coreano para salir de allí. Afuera, aún bajo el pasillo techado que había frente a aquel pequeño patio, los hombres y mujeres observaban con disgusto que su líder salía tras haber sido molestado por aquel coreano irrespetuoso. Nadie dijo nada, pero no hacía falta, Minho también pensaba que había sido una descortesía por parte del mayor, pero no quiso darle mayor importancia. Se acercó a su habitación e invitó a Jonghyun a entrar:


- Pasa, aquí dormirás conmigo.
- Vaya...



Jonghyun se sorprendió. La habitación era algo oscura y muy pequeña para su gusto. Desde fuera, hubiera jurado que era mucho más grande pero no...



La cama era grande y al fondo había un baño con ducha, todo con un estilo chino que no sabría decir si era o no tradicional o una mezcla entre lo tradicional y lo moderno. Era difícil pensar como un hombre con el dinero que debía ganar Minho, se conformase con aquella caja de zapatos que a él, personalmente no le daría ni siquiera para guardar su ropa.


- Al menos tienes una cama - comentó con voz queda el coreano.
- Antes era un futón, pero debido a una lesión en la espalda me resulta mucho más sencillo levantarme de una cama alta.
- Entiendo... ¿No te cansas de vivir como un pordiosero?
- No todo en esta vida es el lujo.



Una vez más se sostuvieron la mirada como si pelearan con los ojos y finalmente Jonghyun se sentó en el borde de la cama y mirando el cabestrillo de Minho, decidió que dejaría el encuentro sexual para otro momento en el que no sólo hubiera más ganas, sino menos cosas que echarse en cara. Todo era muy diferente cuando había que convivir. Ninguno de ellos encajaba bien con el otro y mucho menos con sus ideales. El líder chino se sentó junto a él y ambos permanecieron en un incómodo silencio, uno mirando al suelo y el otro con la vista fija en el emblema dorado que colgaba de la pared. Finalmente Jong hizo lo que mejor se le daba, lo mismo que cuando estuvo casado con Key, ignoró el problema. Se quitó los calcetines y se acostó del lado de la pared y dándole la espalda al más alto en un gesto realmente despectivo hacia el jefe de los Dragones Amarillos. Minho giró la cabeza para mirarlo, aquello le disgustaba, pero estaba agotado de aquel día y no le dio más vueltas, se acostó junto a Jonghyun tras apagar la luz y por primera vez en más de diez años, empezaba a albergar dudas sobre lo feliz que podía llegar a ser con aquel impertinente y descortés coreano... Quizás había estado viviendo engañado todos aquellos años por una estupidez adolescente que confundió con amor y que nunca llegó a inspeccionar con calma para saber si había sido eso o por el contrario, en lugar de amor, había sido simple y vulgar excitación creada por un cúmulo de sensaciones que habían confundido a su cerebro que en aquel momento se encontraba saturado y agotado. Resopló y terminó por cerrar los ojos. Aún había tiempo. Si la convivencia con Jonghyun no era lo que ninguno de los dos esperaba, era tan simple como darse la mano y despedirse, esperando no volver a verse jamás y quizás disculparse por haberse hecho perder el tiempo mutuamente... O tal vez sólo fuera aquel día y descubrieran que realmente los dos querían estar juntos y amarse, aunque fuera un amor poco convencional y lleno de baches... Si algo le había enseñado su padre, es que el camino a la felicidad no era fácil y tampoco bonito. Se giró para quedar mirando la espalda de Jonghyun y decidió que si había una mínima posibilidad de ser feliz con él, por minúscula que fuera, tomaría ese camino para llegar a la felicidad. No le tenía miedo a la lucha y al esfuerzo.
Finalmente, más calmado ante aquellos pensamientos, se abrazó de la espalda del peliblanco,besó su hombro y cerró los ojos dispuesto a dejar a su cuerpo y su mente descansar hasta el día siguiente.


FIN DEL 5º CAPÍTULO



JONGHO MODE

sábado, 6 de agosto de 2016

◄ ▬ TÉ DE DRAGÓN AMARILLO ▬ ► 4º Cap

Personajes: JongHo [Jonghyun + Minho]
Género: Acción
EEL: +16

Resumen: Jonghyun es un acaudalado jefe de la mafia en Corea del Sur y que por circunstancias de la vida, quizás la mera casualidad, le llevó a coincidir en un desfile chino en el que un disfraz de dragón le hizo recordar una promesa que hacía casi 10 años que había olvidado. Ir a china en busca de un muchacho que tiempo atrás clavó en él algo más que sus ojos duros y severos.
Viaja a Pekín decidido a buscar la marca distintiva de aquel chico, un dragón amarillo...¿Qué le espera a un coreano en las duras calles de china donde abundan mafiosos dispuestos a sacarle las tripas por el simple hecho de ser coreano?






CAPÍTULO 4º



JONGHO MODE


Cuando despertó, estaba en una habitación que no era su suit de hotel, pero era elegante. A su lado, había dos chicas desnudas, durmiendo también.
Jonghyun se incorporó hasta sentarse en la cama y se masajeó la cabeza intentando recordar lo que había sucedido...Poco a poco lo iba recordando, una fiesta, putas, drogas... Sí, se habia soltado el pelo como solía hacerlo de adolescente, siempre se volvía loco en las fiestas y había pasado por aquella situación de despertarse rodeado de gente desconocida demasiadas veces en su vida. Se levantó tras quitarse a una de aquellas mocosas de encima y se quitó el cabello de la cara mientras buscaba con los ojos a sus dos seguritas...¿Dónde se habrían metido? Al levantarse de la cama, revisó la estancia en busca de sus hombres y ciertamente le tranquilizó verlos dormir en los sofás de la estancia contigua.
Buscó el baño casi a tientas debido a la resaca y una vez lo hubo encontrado, se acercó a lavarse la cara con agua fría para poder despertar del sopor en el que se encontraba aún inmerso. No estaba seguro de cómo había permitido que todo se le fuera de las manos de aquel modo. Como un miserable veinteañero había perdido por completo el control de su propio comportamiento  y no estaba seguro de si se habría ido o no de la lengua sobre lo que hacía allí y sobre quién realmente era. Se miró al espejo mientras las gotas de agua se escurrían hacia su barbilla y emitió un fuerte resoplido. Le pitaban los oídos y la cabeza le daba vueltas, era absurdo pensar que alguien como él, acostumbrado a beber hubiera caído en la resaca como si fuera su primera fiesta... Quizás se debía a su baja forma... Se secó la cara con una de las toallas que estaban allí perfectamente dobladas y al salir comenzó a vestirse despreocupado de quienes eran aquellas dos chicas que dormían sobre la cama. Mientras se colocaba los zapatos se percató de que no tenía ni idea del paradero de su móvil y pronto se puso de los nervios empezando a rebuscar por todos lados, incluso sacudió a aquellas dos putas que aún seguían durmiendo la mona, en busca de su preciado aparato. Salió a la pequeña sala de estar y despertando a uno de sus hombres le dio la orden de que le llamara al teléfono, pero no fue necesario, el joven guardaespaldas sacó de uno de los bolsillos interiores de su chaqueta el aparato provocando un suspiro de alivio en su jefe. "Bien hecho" , dijo sonriendo Jonghyun antes de tomar el móvil y revisar las notificaciones que pudiera tener sin recordar que él mismo para mayor seguridad, en un momento de lucidez había entregado su preciado teléfono a sus guardianes ya que ellos no tenían permitido beber bajo ningún concepto.
Para su sorpresa, le esperaban ni más ni menos que casi treinta llamadas perdidas de Key . Se puso de los nervios¿algo habría salido mal? ¿Habían atacado a los suyos?
Se puso cerca de la ventana y llamó inmediatamente a su ex-marido:



- ¡Jonghyun, maldito hijo de puta hasta que al fin contestas!
- ¿Qué ha pasado? Acabo de ver todas las llamadas que me has hecho¿Sucede algo grave?
- Lo que sucede es que quedaste en llamarme todos los días y llevas casi tres sin ponerte en contacto conmigo, casi me da un infarto, pensé que te había pasado algo grave ¡Intenté localizarte sin éxito! He mandado a casi cuarenta hombres a buscarte a China.
- ¿Qué? ¿Cómo? - se masajeó la cabeza y guardó silencio unos segundos para poder coger aire - Bien, serénate, Diva, no he sido consciente del tiempo, lo lamento mucho.
- ¿¡ Cómo que lo lamentas !? - alza el tono de voz- ¡Estaba muy preocupado!
- Sí,sí, ya me lo has dicho -dice entre dientes- Ahora calla la boca y escucha, vas a ponerte en contacto con nuestros hombres y los vas a mandar regresar inmediatamente.
- ¡NO! ¡Dios sabe dónde has estado o qué te han hecho!
- No me ha pasado nada, Key, he ido de putas y de fiesta y se me ha ido de las manos.
- ¿¡ DE PUTAS Y FIESTA!? ¡ MALDITO CABRÓN!



Jonghyun se alejó el aparato de la oreja dejando que Key se desahogara a gusto en improperios hacia su persona mientras replicaba que había estado muy preocupado. En cierto sentido tenía motivos para estarlo ya que había sido todo una profunda irrresponsabilidad por parte del líder mafioso irse de fiesta de aquella manera.
Cuando dejó de oír gritos, se llevó de nuevo el móvil a la oreja y se sorprendió de escuchar a Key llorando:


- ¿Por qué lloras? Ya sabes que estoy bien.
- A-ahora lo sé... Pero llevaba dos días sin dormir y muerto de miedo -solloza- Temía que te hubiera matado alguien, Jonghyun, eres un idiota...
- Vamos, Diva, tienes razón, pero no quiero que sigas llorando, no es propio de ti.



Un profundo suspiro por parte de Key le hizo recordar a aquellos tiempos en los que estuvieron casados... Realmente él nunca se implicó en la relación y habían sido demasiadas las veces que había vuelto a casa borracho y acompañado de alguna puta, dejando a su marido no solo en ridículo sino además dolido. El divorcio había sido la retirada más digna que Kibum había podido escoger en aquella situación e irónicamente, fue poco después cuando Jonghyun se asentó mental mente y las borracheras y las visitas a los prostíbulos cesaron poco a poco. No era un tema que Key sacara nunca para reprocharle, pero aún le importaba lo que él hiciera o dejara de hacer.
Unos minutos más tarde cuando cesaron los sollozos, el menor dijo que solo le importaba su seguridad, resultaba conmovedor, pero a pesar de aquel desliz, Jong no quería darle falsas esperanzas. Con el tono de voz más severo que pudo le dio la orden de retirar a aquellos cuarenta hombres de China y hacerlos regresar de inmediatamente a Busan. Sorprendentemente, Key se mostró sumiso y accedió a hacerlo mientras le repetía por millonésima vez que le hiciera el favor de tener cuidado. Tras algunas promesas que no estaba seguro de llegar a cumplir nunca, Jonghyun colgó y decidió darse una ducha rápida para salir de allí lo antes posible y volver a centrarse en la búsqueda de Minho, aunque no sabía si en aquel tiempo de borrachera y locura se habría topado o no con él... Esperaba casi al cien por cien no haberlo hecho porque habría sido un reencuentro terrible.
Ya duchado, vestido y perfumado como correspondía a un hombre de su clase, dejó algunos billetes sobre la cama en la que las chicas seguían durmiendo y se apresuró a salir de allí con sus hombres y buscar la ubicación exacta en la que se encontraban. Por suerte, no estaba a más de quinientos metros del hotel en el que estaba hospedado y se dirigió hacia allí para poder cambiarse aquella ropa que lucía tan sucia y peor aún, apestaba a todo lo que había tenido cerca y a sí mismo.


Una vez cambiado, con algo más informal, salió de nuevo a la calle para ver si podía o no averiguar algo sobre Minho y su ubicación. Cualquier sitio que dijese algo sobre unos dragones le hacía pensar en si era o no un lugar bajo el mando de aquel mafioso chino al que hacía tanto que no veía. Con aquel aspecto, daba mucho más la impresión de ser un jovenzuelo y de nuevo sus pasos le llevaron hacia aquel colorido y ruidoso lugar en el que se movía la juventud junto con las drogas y la prostitución.



Era el momento. Comenzó a preguntar a la gente, no a cualquiera, sino a quién su ojo de mafioso le indicaba que podía estar más o menos metido en el negocio, pero tampoco podía preguntar a cualquiera por muy mafioso que le pareciera ¿por qué? Simplemente porque donde opera una mafia, siempre lo hacen muchas otras, era más que probable que allí también hubiera enemigos de Minho y por tanto preguntarle a la persona equivocada significaba tener un grave problema porque podrían enterarse de a quién buscaba. En un par de ocasiones se detuvo en seco en medio de la calle pensando cómo era Minho y cómo eran sus hombres. Cuando lo conoció, a parte de estar casi en la ruina, se mostraba altivo y disciplinado y sus hombres igual, la pregunta que debía hacerse era... ¿habría mantenido aquel modus operandi a su vuelta a China? ... Sin duda ... Un tipo como él era casi seguro que no cambiaría sus hábitos de ninguna manera, casi le dio la impresión de ser un samurai cuando se conocieron por lo disciplinado que era y sin duda, él querría transmitir esos valores. 
Finalmente se acercó a un hombre que para su gusto llevaba demasiado rato en una esquina viendo pasar a la gente y le preguntó en inglés si conocía a un hombre llamado Minho, Choi Minho, pero aquel hombre no parecía entender inglés, de modo que con la ayuda de su aplicación móvil, tradujo sobre la marcha del inglés al chino la pregunta en cuestión. El hombre sin alterarse en apariencia respondió que eso era un nombre coreano y no chino y que era imposible conocer a alguien así allí.
No fue la respuesta que el peliblanco habría esperado, pero por ser el primer intento se contentó con ello antes de seguir andando flanqueado por sus dos guardaespaldas. Sin saber que no muy lejos de él, caminaban dos muchachas que trabajaban para el hombre al que buscaba y que llevaban casi dos días esperando frente al hotel en el que se había metido de juerga a la espera de que saliese. Llevaban audífonos y cámaras ocultas mientras iban tras aquel hombre.



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Minho lo controlaba todo desde su cuartel principal, en la última planta de aquel edificio tan lujoso y que muy a lo contrario que pensaba Jonghyun, estaba bastante alejado del núcleo juvenil de la ciudad.
Siempre había más de un agente siguiendo al mafioso coreano y eso le permitía estar informado de absolutamente todo lo que éste hiciese. Y en aquel momento ordenó que al hombre que había preguntado lo matarán ¿por qué? Muy simple, aquel hombre formaba parte de los Tigres Blancos de Niel, quién tenía muchas más fuerza de presencia en el sector juvenil que el resto de clanes de la ciudad. Como Jonghyun no los conocía, era imposible que hubiera identificado a aquel hombre que poco después de que el coreano siguiera de largo, sacó su teléfono para informar a su jefe sobre lo sucedido. Por suerte para el peliblanco, las agentes de Minho se ocuparon de silenciarlo a tiempo de que dijese nada incriminatorio. Aunque pasaba ahora bastante tiempo ante la pantalla del ordenador observando a Jonghyun caminar de forma casi errática sin saber qué método emplear para localizarle, no se sentía aliviado por ello. En realidad deseaba salir a la calle a su encuentro y simplemente decirle que estaba ahí, que llevaba muchos años esperándole y que al fin estaba a su lado... En su cabeza sonaba tan cursi que sintió vergüenza de sí mismo y de sus sentimientos pero... AL fin y al cabo eran sentimientos nobles y sinceros, tenían que serlo si tras todos aquellos años había sido incapaz de olvidarse de Jong...
Sacudió la cabeza para espantar todas aquellas ideas de su mente y con calma se acarició la barbilla pensando en si podría o no soportar estar tan cerca y no poder presentarse abiertamente, pero es que a diferencia de la aparente paz que gobernaba las calles, lo cierto era que había una guerra encarnizada entre los cuatro grandes clanes de la mafia china de la ciudad y del país en sí mismo. 


Sabía de sobra que el hecho de haber matado a uno de los hombres de Niel sin aparente motivo, aunque nadie hubiera visto que fueron integrantes de su clan, haría que aquel barrio de Beijin en el que Jonghyun se empeñaba en buscarle fuera como un hervidero de orcos, peligroso e impredecible. De hecho, por medio de las cámaras ocultas, pudo ver como el cadáver encontrado, había hecho que la calle principal se llenara de Tigres Blancos que buscaban al responsable para hacerlo pagar. Sus cámaras grabaron a Niel y por la cara que llevaba supo que lo mejor, sería sacar de allí a aquellas dos chicas que ahora estaban encargadas de la vigilancia del coreano. Conectó los audífonos y dijo con voz autoritaria que era momento de que se retirasen:



- Por favor, dirijánse inmediatamente a la salida más próxima de Beijin, un coche las estará esperando en la vía principal para traerlas. Procuren no levantar sospechas y ser rápidas. Mucho me temo que alguna de las cámaras de la calle hayan podido filmarlas y Niel comience a buscarlas.



Suspiró cuando las cámaras que llevaban encima fueron apagadas y luego se recostó en su asiento pensativo. Esperaba que de ser que Niel tuviera algún vídeo de sus chicas asesinando a aquel hombre, no reparara en que segundos antes había pasado por allí Jonghyun y peor aún, que era el joven con el que hacía tres días había iniciado una curiosa amistad llevándolo a bares de drogas y prostitutas. Se sentía nervioso por el coreano, de algún modo tenía que sacarlo del barrio de Beijin, tendría que lanzarle alguna miga de pan para que pudiera seguirla y alejarse de aquel sitio que en esos momentos era cuanto menos peligroso.
De lo que no tenía ni idea es que cuando dio la orden a sus agentes de retirarse de allí, Jong ya se había percatado de que aquellas chicas estaban en la entrada del hotel en el que se había despertado tras su borrachera y disimuladamente, en aquella aparente marcha errática en la que daba vueltas sobre sí mismo buscando a quién preguntar, las había localizado en más de una ocasión, siguiéndole. El alboroto que se había formado por la gente en el aparente encuentro de un cadáver, le había puesto sobre alerta y pronto localizó a las muchachas caminando apuradas lejos de allí de modo que ordenó a sus hombres apresurar el paso para ir tras ellas y tratar de darles alcance. Sin embargo el hecho de no conocer bien las calles y de la multitud que se aglomeraba allí por ser fin de semana, les dificultó la tarea, pero resulta que había alcanzado a verlas marcharse en un coche negro que llevaba el inequívoco logo de Minho, un dragón dorado en lugar de la placa del fabricante del automóvil. Sorprendido se percató de que su amiguito chino,debía saber desde hacía rato que él estaba allí y se preguntó como encontrarlo de modo que detuvo un taxi y le ordenó seguir aquel coche negro con un adorno dorado.

Minho no tenía ni idea que en aquellos momentos en los que él estaba preocupado por la seguridad de las dos muchachas, el amor de su vida iba a escasos metros de ellas justo en dirección a aquel edificio de lujo en el que operaba el Clan de los Dragones Amarillos.
Se puso en pie tras su escritorio, se estiró hasta escuchar crujir sus huesos al recolocarse y tomando su chaqueta se dispuso a dar por concluido su día de trabajo por el momento. Llevaba casi dos días sin dormir y ciertamente necesitaba descansar a pesar de que en aquel momento apenas estaban dando las dos de la tarde. Mientras bajaba en el ascensor custodiado por dos hombres, revisó el reloj con impaciencia. Esperaba que sus chicas estuvieran allí en poco menos de veinte minutos si el tráfico lo permitía y si no, tendría que mandar motoristas a buscarlas ¿por qué? Los Tigres Blancos se movían en moto y eran especialistas en saltarse cualquier indicación de tráfico con tal de dar alcance a su objetivo, en aquel caso sus dos agentes.
Decidió esperarlas en la puerta del edificio, dejando que el sol le acaricia la cara con sus cálidos rayos. Tras revisar varias veces el reloj de su muñeca, estaba a punto de dar la orden de ir a buscar a las muchachas, pero respiró aliviado cuando el inconfundible coche negro que identificaba a los Dragones Amarillos, estacionó frente a donde él se encontraba. Sonrió satisfecho, sus subordinadas parecían estar bien las dos y mandó que se fueran a descansar tras dejar las grabaciones de las cámaras en la planta de informática del edificio. Ni siquiera reparó, al menos no en un primer momento en que un taxi se detuvo a algunos metros de donde él se encontraba y su única preocupación fue mandar a sacar su limusina del garaje para irse a casa.



- ¡MINHO!



El líder chino palideció y giró la cabeza pensando que se trataba de Niel, pero más pálido se puso al ver a Jonghyun descender de un taxi con la cara casi tan desencajada como la tenía él en aquellos momentos. Dejó caer los brazos a los lados del cuerpo sin saber si decirle o no a sus hombres que evitaran que aquel hombre se le acercase... Tantísimos años soñando con su reencuentro y de pronto estaba paralizado sin saber si huír despavorido o correr hasta él y olvidarse de la vergüenza... Jonghyun tomó esa decisión en su lugar y corrió hasta el más alto empujando a sus guardaespaldas sin ninguna clase de cuidado, lo tomó firmemente por las mejillas y antes de poder pensar siquiera que eran el centro de todas las miradas, lo besó. Minho fue maleable como la mantequilla en manos de aquel gilipollas que llevaba diez años sin acordarse de su persona. Los labios de Jong eran tan potentes y seductores como la primera vez que los sintió, su olor no había cambiado, la fuerza y energía que desprendía seguía ejerciendo sobre él una fatal atracción magnética.
Pronto estaba tan embriagado del coreano que el beso fue a más, sus lenguas empezaron a buscarse con avidez la una a la otra mientras se acariciaban con la urgencia y la necesidad más propias de la juventud, sedientos ambos de volver a sentirse cerca, incluso cuando no tenían aire para respirar, se obligaron a no separarse hasta que se echaron el aliento el uno sobre la cara del otro para segundos después volver a besarse. 
Finalmente se sumieron en un abrazo prolongado, necesitando sentirse el uno al otro hasta tener por seguro de que era real que estaban juntos y que aquel beso de película realmente había pasado. Cuando finalmente se separaron, se mantuvieron la mirada durante varios minutos y finalmente la sonrisa de Minho fue secundada por la de Jonghyun:



- Eres un maldito cabrón - dijo Jonghyun finalmente en coreano, ya que sabía que Minho le entendía perfectamente - ¿Cuánto llevas espiándome?
- No te espiaba, te protegía - le corrige con voz calmada y luego ladea la cabeza- Desde que llegaste al aeropuerto he tenido agentes pendientes de tus movimientos.
- Que listo... Tienes suerte de que finalmente me haya dado cuenta.
- ¿Cómo es posible que te dieses cuenta?
- Me percaté de que esas dos chicas me estaban siguiendo y decidí seguirlas. Las habría dejado como casualidad hasta que vi el dragón dorado que llevaban como distintivo en ese coche negro.
- Muy hábil...



Tras una nueva sonrisa y con algo más de confianza ante aquella violenta situación en la que sus hombres veían a su disciplinado jefe romper con sus moldes acostumbrados de conducta y dar rienda suelta a sus sentimientos, cosa que jamás se hubiera imaginado de una persona como Minho, que siempre daba el aspecto de no tener emociones de ninguna clase; se inclinó y volvió a besar a Jonghyun, de un modo algo más tierno que pasional aunque pronto el peliblanco tomó de nuevo el control de aquel contacto y lo volvió salvaje, lo suficiente como para acabar empotrando al mafioso chino contra la pared más cercana mientras sus manos volvían a deleitarse con sus cuerpos, Si Minho no le hubiese detenido, lo más seguro es que allí mismo hubieran acabado desnudos. Tras limpiarse la saliva de los labios y acomodarse la ropa del modo más discreto que pudo, ofreció a su ahora invitado coreano a ir a conocer su casa, quizás podía adivinarse el trasfondo de aquella invitación, era más que evidente la latente excitación en ambos líderes mafiosos. Jonghyun aceptó la invitación y cuando llegó la limusina negra con aquellos detalles con forma de dragón dorado y los dos se vieron a solas en su interior, el peliblanco se acercó al oído del moreno y dijo con una voz tan seductora que a Minho se le cortó la respiración:



- Te voy a follar de tal modo que terminarás pidiéndome clemencia.



FIN DEL 4º CAPÍTULO



JONGHO MODE

lunes, 25 de julio de 2016

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Personajes: JongHo [Jonghyun + Minho]
Género: Acción
EEL: +16

Resumen: Jonghyun es un acaudalado jefe de la mafia en Corea del Sur y que por circunstancias de la vida, quizás la mera casualidad, le llevó a coincidir en un desfile chino en el que un disfraz de dragón le hizo recordar una promesa que hacía casi 10 años que había olvidado. Ir a china en busca de un muchacho que tiempo atrás clavó en él algo más que sus ojos duros y severos.
Viaja a Pekín decidido a buscar la marca distintiva de aquel chico, un dragón amarillo...¿Qué le espera a un coreano en las duras calles de china donde abundan mafiosos dispuestos a sacarle las tripas por el simple hecho de ser coreano?




CAPÍTULO 3º

JONGHO MODE




Una vez su jet privado aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Pekín se planteó si habría sido o no buena idea ir. Se levantó de su asiento de cuero blanco cuando sus empleados abrieron la compuerta y con calma esperó a que colocaran la escala para bajar y luego echó un rápido vistazo al lugar, aunque era de noche y no se apreciaba tampoco en exceso la luz de la pista de aterrizaje, pero una vez entró en el edificio, observó que incluso a aquellas horas de la madrugada, el bullicio de gente era notable. Tampoco es que le sorprendiera, en Busan siempre había mucho movimiento, sobretodo en los meses de verano ya que sus playas eran de las más apreciadas por los coreanos... 
Se notaba que estaba ya en otro país, el olor era tan diferente al de su hogar... Allí apestaba a contaminación y lo cierto es que esperaba no pillar ninguna enfermedad.


- Ya no hay vuelta atrás - se dijo a sí mismo- Tengo que encontrar a Minho, si es que sigue vivo.



Una vez revisó la terminal por encima,se dirigió junto a dos de sus hombres, que eran quienes cargaban el equipaje, hacia la salida del aeropuerto con paso firme mientras uno de ellos hacía una llamada para que un taxi pasara a recogerlos mientras tanto el otro llamaba para alquilar dos habitaciones de hotel, la suit principal para su líder y la habitación contigua o más cercana para ellos dos. Aunque en principio viajaba solo, Jonghyun no se podía permitir el lujo de estarlo por completo. Dos hombres de escolta eran suficiente y teniendo a Key en Busan a la cabeza de las actividades de la mafia, podría decirse que estaba absolutamente todo bajo control.
Antes siquiera de  pisar la calle, Jonghyun se puso una mascarilla, sabía que el aire de las ciudades chinas estaba bastante contaminado y si había algo que quería evitar en aquellos momentos, era intoxicarse. Él no lo sabía pero desde su llegada ya había algunos hombres de Minho siguiéndole y sacando fotos de casi todo lo que hacía como si fuera un famoso del que incluso un estornudo merecía la pena para la portada de alguna revista. El objetivo no era otro que mantenerlo vigilado para poder informar a Minho de cualquier cosa, claro que para ello era necesario que aquel coreano no se diera cuenta de que le estaban siguiendo. Por suerte, Jonghyun iba demasiado preocupado por sus propios pensamientos como para darse cuenta de que le seguían, claro que aquellos espías, eran quizás de los mejores del mundo, no parecía en absoluto que hubiese nadie fuera de sitio ni haciendo nada sospechoso o fuera de lo normal.

Esperó en la zona de los taxis hasta que sus hombres localizaron uno de aquellos autos de lujo que se estacionó delante de ellos como si de antemano supiera a quién tenía que llevar. De lo que no se percató nadie salvo Jong, fue de que para vivir en china, aquellos hombres entendían el coreano y peor aún, lo hablaban con fluidez. Se le hizo extraño, pero quizás solo era una ampliación de conocimientos en la ciudadanía por parte del gobierno. Sin embargo se trataba de otro de los hombres de Minho, un requisito indispensable era el dominio de al menos 4 idiomas para los hombres y mujeres que componían su clan mafioso, entre ellos, el coreano. Para quienes no tenían conocimientos de éste idioma, era el propio Minho el que pagaba de su bolsillo en una academia particular para que aprendiesen a hablar y escribir en coreano con fluidez... Era una forma de asegurarse de que el día que Jong fuese a China, sus hombres estuvieran capacitados para entenderlo...


Sin sospechar nada, Jonghyun subió al coche junto a sus hombres y llamó a Key para informarle de que ya estaba en Pekín y que le llamaría dos veces al día para mantenerse informado sobre cómo iba todo en Busan:


- Me siento como si no confiaras en mi criterio- replicó la Diva.
- Confío en ti, pero lo cierto es que también hecho de menos tu voz chillona.
- ¡Que estúpido! - se quejó con hastío, por suerte a través del teléfono Jong no podía ver su sonrisa- Dices esas cosas solo para molestarme... Espero que sepas lo que haces en China... Te has ido tan de pronto...
- Sé lo que hago y no es asunto de nadie más que mío.
- No es que tengas que decírmelo pero me preocupa mucho que estés allí... Las tensiones raciales son cada vez peores y lo sabes.
- Lo sé perfectamente pero no es algo que me preocupe ahora mismo. ¿Ha habido alguna novedad? - cambió de tema mientras se masajeaba el puente de la nariz tras retirarse las gafas de sol.
- Ninguno, todo va bien, como es de esperar...
- Perfecto, te llamaré dentro de algunas horas para concretar algunos detalles que me gustaría que buscases desde allí.
- ¿De qué se trata? ¿No puedes decírmelo?
- No es el momento Key, ocúpate de lo que debes y basta-cuelga.



Un prolongado suspiro salió de los labios del coreano segundos antes de mirar en silencio por las ventanillas. Él no entendía nada de chino, así que cada calle o cada avenida, miraba el cartel como si no viera nada, ni tampoco se esforzaba en preguntar nombre de nada, no tenía ninguna clase de información sobre el paradero de Minho. Miró al conductor en silencio por medio del retrovisor, el hombre parecía calmado vigilando el tráfico como debía ser, no les daba conversación de ninguna clase y era algo que le gustaba, la gente entrometida era algo que no soportaba y en caso de conductores de taxi no podía ser menos.
Al llegar al hotel tras una agobiante hora dentro de aquel cacharro que allí era supuestamente de lujo, el mafioso descendió doliéndose de todos los huesos del cuerpo, aunque aún no llegaba a los cuarenta, estaba realmente destrozado, el estrés y las locuras de su juventud le acarrearon lesiones que en un principio no parecieron nada importante pero que con el tiempo se habían vuelto algo del día a día que le molestaba. Mientras sus hombres se ocupaban de pagar al taxista, entró en el hotel con curiosidad y se sintió complacido al ver aquel lujoso y moderno espacio, sin duda el lujo al que estaba acostumbrado y que le gustaba. Allí sí que no había ningún hombre con el que comunicarse en coreano, pero por suerte, los encargados de la recepción hablaban el inglés de manera perfecta y Jonghyun también,de modo que fue simple hacerse entender, tenía una reserva desde hacia poco más de una hora y por teléfono le habían dicho que sí que estaba disponible una de las suits del hotel, pero en aquel momento, de pronto, no tenían ya ninguna habitación de lujo de la que pudiera disfrutar aquel hombre. 
El paliblanco no se molestó ni siquiera en sentirse ofendido, mandó a sus hombres cargar con su equipaje y salió del edificio como si en realidad le hubieran hecho un favor porque no estaban a la altura de lo que merecía alguien de su rango. Aquella zona de Pekín estaba llena de hoteles de lujo y ya que el Beijing Grand Hotel no había sido una noticia agradable, pusieron rumbo a uno cualquiera que luciera del mismo tipo. A menos de dos calles de distancia se encontraba el Wangfujing Grand Hotel. La entrada era un amplio vestíbulo con los suelos de un elegante granito blanco que enfatizaba la vista hacia unas escaleras amplias y elegantes que discurrían hacia el piso superior y que estaban no solo situadas en el centro de la sala para captar toda la atención de quien entraba por la puerta,sino que además, formando un semicírculo a sus costados, había mesas y butacas en las que los clientes se sentaban a charlar. Dos muchachas uniformadas le dieron la bienvenida en un inglés pulcro y lo guiaron hacia las escaleras, la recepción se encontraba en aquel primer piso, por llamarlo de alguna manera, en la balconada que estaba justo encima de la escalera y que sobresalía apenas, adornada por una baranda de hierro con motivos florales. 
Casi había sido todo un acierto el que no hubiese habitación disponible en el otro edificio. Puesto que llevaba dinero en metálico, no tuvo problema alguno en pagar la habitación por adelantado con la comida incluida y servida en la suite, no quería tener que codearse con otros chinos o extranjeros que estuvieran por allí.


Una vez instalado en su nueva habitación, Jonghyun llamó a Key para pedirle que averiguara todo lo que le fuera posible sobre el Clan de los Dragones Amarillos. En internet sobre ellos habían más bien poca información, se sabía que era una importante mafia china que se encontraba operativa en Pekín en aquellos momentos y que se dedicaban al contrabando de drogas, sin embargo no se decía nada acerca de su líder o sus miembros ya que al parecer, aquella mafia era muy discreta a la hora de actuar y en el caso de que algo saliera mal, nunca quedaban testigos en la escena.
Con aquella mediocre información Jonghyun no podría hacer demasiado pero al menos tenía por donde empezar a buscar, Minho vendía droga, puede que incluso la exportara en el caso de que aquellas sustancias fueran fabricadas en algún remoto lugar de China, y la mayoría de las drogas se movían en la calle, en los bajos fondos y sobretodo donde había un gran movimiento de juventud, ya que siempre se buscaba enganchar a los adolescentes, eran los blancos perfectos para asegurarse consumidores de por vida. De modo que se enteraría de dónde solía juntarse la gente joven, seguramente sería en varios lugares dispersos por la ciudad ya que a fin de cuentas, en un lugar tan grande como aquel, era imposible que todos fuesen al mismo sitio.
Tampoco se dio mucho más tiempo para pensar, decidió que era momento de ponerse en marcha, una ciudad como aquella lo más probable era que no durmiese nunca. Se dio una ducha rápida y después se puso ropa cómoda para ir ligero por las calles. Key le envió una aplicación al móvil que le serviría para traducir sobre la marcha lo que necesitara, servía tanto como para traducir una conversación oral al momento como para leer carteles por medio de la cámara principal del teléfono. Le sería muy útil ya que ninguno de sus dos guardaespaldas hablaba ni el más básico chino. Con tranquilidad salieron a la calle en dispuestos a descubrir las zonas de reunión de la gente joven. A aquellas horas, aún siendo de noche, la ciudad bullía con mucha vitalidad. Las luces de neón resaltaban entre todas las demás por su potente colorido. En cierto sentido, todas la zonas de salida, ya fuera de jóvenes o mayores solían tener aquel aspecto, luces, música, comida callejera, bebida y como no, drogas.
Aunque caminaba fijándose en todo los jóvenes que pasaban cerca, se preguntaba si acaso Minho seguiría igual, él mismo estaba ya casi en los cuarenta aunque por suerte la genética le había sido propicia pues en absoluto se notaba en él el paso del tiempo, quizás simplemente en que sus ojos ya no tenían aquella vitalidad adolescente, pero podría pasar tranquilamente por un veinteañero en cualquier parte pero, ¿y si el tiempo no había sido tan clemente con el chico al que había ido a buscar? Ni siquiera estaba seguro de haberse enamorado de la persona y no del físico tanto tiempo atrás.
Sin saberlo, se cruzó con al menos tres jóvenes que pertenecían al Clan de Los Dragones Amarillos que vigilaban que no le sucediera nada. Por mucho guardaespaldas que llevara, no estaba preparado para un ataque fortuito.
 Por allí, como era de esperar, también se tropezó con Niel, el cabeza de familia, al menos públicamente de los Tigres Blancos. El joven, un claro amante del mundo de la noche, conocía o al menos le sonaban la mayoría de las caras que se movían por aquellas calles y ciertamente la de Jonghyun no le pasó desapercibida, era alguien nuevo e inmediatamente captó su atención y se preguntó al momento quién eran él y sus dos amigos... ¿Quizás turistas interesados en conocer la ciudad? ¿Hombres buscando los famosos prostibulos de Pekín? ¿Policías de paisano? Era imposible saberlo porque a primera vista sólo eran tras chicos de veinti-tantos buscando algo de diversión en una ciudad que no era la suya. Su curiosidad le llevó a acercarse a saludarlos, aunque para su sorpresa no se trataba de chinos, ya que fueron incapaces de responder a su saludo. Jonghyun frunció el ceño, era imposible fingir de dónde eran pero quizás el hecho de simplemente responder en inglés hiciera que fuera algo más complicado determinar si venían de Japón o Corea, aunque lo más inteligente era dar un nombre falso:



- Hola, encantado, soy Niel -dijo en un impecable inglés mientras algunos adolescentes se acercaban a ver a los coreanos.
- Hola, Niel - se limitó a responder el peliblanco.
- Disculpad que me haya acercado de ésta forma tan poco cortés, pero no he podido evitarlo, me muevo mucho en éstas calles y nunca los había visto.
- Venimos a hacer turismo.
- ¿Sí? ¿De qué clase?
- ...



Jonghyun pensó rápidamente que aquel muchacho o era un mafioso o un chico demasiado curioso por haberse acercado a ellos, lo que estaba claro era que reconocía las caras y eso era un problema, pero quizás podía utilizar aquella baza a su favor y dijo con calma y tratando de sonar lo más amable posible:


- Pekín tiene una noche muy famosa entre la juventud, ya sabes, se habla de emociones fuertes y chicas que saben pasarlo bien.
- ¡Oh, comprendo!



Parecía que aquella respuesta había no solo tranquilizado sino convencido a aquel joven. ¿Qué otra cosa podían estar buscando unos extranjeros. Niel se ofreció a enseñarles el lugar después de que Jonghyun le diera unos nombres falsos en japonés que por suerte, era otro idioma que hablaba con cierta ligereza y esperaba que el joven chino no lo entendiera, lo cual parecía ser así de modo que sonrió satisfecho y dejó que el muchacho y su grupo los guiara a sitios en los que había prostitutas y drogas,claramente no podría preguntar de forma directa sobre la familia mafiosa de Minho pero estaba seguro de que conseguiría de un modo u otro dar con ellos a pesar de no saber que el chico por el que había ido, ya lo tenía localizado y observado.



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De hecho Minho estaba de los nervios en su despacho, no dejaba de moverse de un lado a otro frotándose la cara con las manos. Saber que Jonghyun estaba ahora no solo en territorio enemigo sino que estaba en manos de el estúpido de Niel, aquel niño no paraba de tocarle las narices. Aunque a primera vista no lo pareciera, si descubría que aquel extranjero había ido no solo en busca de Minho, sino que además era un líder de la mafia en Busan, iba a haber muchos problemas. Si había algo que hacía que a Niel se le conociera, era el hecho de apretar primero el gatillo y preguntar después y claramente quería evitar a cualquier precio que aquella desgracia aconteciera sobre Jong. De modo que se debatía entre mandar a más hombres, lo cual podría delatar que el coreano era observado en cualquier momento o dejar que el ingenio propio de su visitante hiciera el resto.
Jong no era un estúpido, si era líder de una mafia era por algo, y Minho tenía que tener claro que trataría siempre de tener el control y no equivocarse jamás. Él debía saberlo, caminaba sobre terreno desconocido y plagado de minas que a la mínima podrían acabar con su vida.
El líder de los Dragones Amarillos se apresuró a salir de su despacho e ir personalmente a la sala de ordenadores. Sus hombres iban no solo con micrófonos, sino con alguna micro-cámara en la vestimenta, uno de ellos la llevaba en las gafas y por suerte había ido de cabeza tras Niel y sus nuevos amiguitos aparentemente japoneses hasta un local de escandalosa música y por supuesto con una venta de drogas igual de escandalosa. Era un local de dominio de los Tigres Blancos, por lo tanto, lo que allí dentro sucedía estaba bajo completo control de Niel y los suyos, si Jonghyun allí comentía un desliz podía ser lo último que hiciera. En aquellos tiempos, un simple camarero podía ser un asesino del clan, incluso un viejo sentado en una esquina podía serlo... En realidad en aquel local, todo el que trabajara e incluso los jóvenes que aparentemente estaban disfrutando de una noche de desmadre, podían y era muy probable que en realidad fueran miembros de la falange joven de Los Tigres Blancos.
Desde las pantallas de los ordenadores de la sala de control, Minho podía observar el ambiente del local y a uno de sus hombres intentando no alejarse demasiado de Jonghyun y Niel, tal y como eran sus órdenes. Pudo ver como Niel intentaba ser un estupendo anfitrión, quizás pensando que si enganchaba a aquellos tres hombres, lograría que vinieran más visitantes de Japón a sus clubes a gastar dinero en sus extravagantes juegos y fetiches sexuales, mundialmente conocidos. A los ojos del líder chino, nada escapaba, estaba seguro de haber localizado al rededor de los coreanos un aproximado de catorce miembros del clan de Niel. Entre ellos sabían como distinguirse para que otros de su mismo grupo no les disparasen en el caso de que se iniciara un tiroteo, en el caso de los Tigres Blancos, era un pañuelo, un simple pañuelo blanco que al contrario que otras prendas blancas, no se volvía fluorescente cuando las luces de la discoteca cambiaban, era el distintivo que los convertía en cazadores invisibles, ya que en caso de que algo sucediera, bastaba con dejar las luces de la discoteca encendidas para ver al objetivo pero no al tirador... Muy mal momento para que Jong llevara una camisa blanca... Pero estaba seguro de que si aún no se había percatado de ello, pronto lo haría, para ser mafioso, es más, para ser líder de la mafia, era necesario tener mis ojos y estar atento a todo, seguro no pasaría por alto algo tan evidente como que mucha gente allí llevaba un pañuelo blanco en alguna parte de su vestimenta... ¿O quizás no?... Aparentemente esa noche Jonghyun quiso hacer un alto más en el camino de su búsqueda y desde que vio acercarse a él a varias putas del local, Minho ordenó que cortaran la conexión de las cámaras. No se sentía capaz de ver algo así, irónicamente le dolía ver a Jong tocar a cualquiera... Sabía que en el fondo el sentimiento no era el mismo, uno estaba enamorado y el otro quizás solo encaprichado, era difícil saberlo... Volvió a encerrarse en su despacho y tuvo que conectar el aire acondicionado a toda potencia para poder relajarse,tan simple como que el frío le hacía centrarse y calmar el ánimo. Tomó asiento frente a su mesa y cerró los ojos dispuesto a entrar en trance para no pensar en que el cabrón del coreano estaría ya follándose a alguna de aquellas mujerzuelas y él no había tenido ni siquiera ocasión de volver a mirarle a la cara después de ser deportado de regreso a China.
Poco a poco Minho fue controlando los latidos de su corazón, que rabioso golpeaba en su pecho instándole a ir a reclamar lo que consideraba suyo, pero no era eso lo que debía hacer, a él no le se conocía por ser impulsivo y aquella mancha no aparecería en su historial a aquellas alturas de su vida. Una vez más, logró controlar al dragón de su temperamento por medio de ejercicios de respiración y poco a poco abandonó la consciencia terrenal para ascender a la paz espiritual que había mucho tiempo que no podía permitirse tener. De joven, cuando su padre aún estaba a la cabeza del clan, podía disfrutar de largas horas de meditación que poco a poco fue abandonando cuando las responsabilidades comenzaron a gobernar su vida. En esos momentos olvidaba quién era él y qué era todo lo demás, pues todo se convertía en nada y dejaba de tener importancia. Fue entonces cuando unos golpes que se repetían en series de tres cada vez con una pequeña pausa entre cada uno le hicieron volver desgraciadamente a aquel mundo que hacía rato, le tenían hastiado, pero que él mismo había elegido como propio...Sí, lo último que su mente pensó antes de volver a estresarse es que quizás podría ser una opción fabulosa, abandonar todo e irse a vivir al campo en alguna casa con terreno y cultivar verduras... Sí, sonaba idílico.
Abrió los ojos lentamente y observó en silencio la puerta de su despacho, donde alguno de sus encargados daba aquella serie de tres golpecitos. Emitió un prolongado suspiro al darse cuenta de que su calma apenas había durado diez minutos y con calma dio paso a aquel hombre suponiendo que le diría algo así como " Se las está follando", pero para su suerte, no se trataba de nada relacionado con Jonghyun ni las putas con las que estaba en aquellos momentos bajo los atentos ojos de Niel, no, se trataba de algo que hacía apenas un par de años había comenzado a hacer. A pesar de ser un traficante y un mafioso, Minho detestaba la trata de blancas, los secuestros...Aquello no era necesario por mucho dinero que pudieras ganar o mucho odio que tuvieras al objetivo secuestrado, esa clase de extorsión era deplorable a sus ojos y merecía un castigo. Los Dragones Amarillos solían interferir en aquellas despreciables actividades y liberaban tanto a las mujeres y niñas que eran usadas como prostitutas contra su voluntad, como rescataban a rehenes y los devolvían con sus familias. Le informaban de que se había producido el secuestro de la hija de un importante empresario de Hong Kong, de sólo 5 años de edad y que por lo visto ya habían enviado un dedo de la pequeña a los padres para demostrar lo en serio que iban. El líder suspiró apesadumbrado, tendría que dedicar días a aquello y dejar a Jonghyun en manos de sus hombres, era cuanto podía hacer. Se puso en pie y decidido puso en marcha un plan para rescatar a aquella pobre niña mientras su amor platónico se dejaba la polla en el coño infestado de alguna puta de los Tigres Blancos.



FIN DEL 3º CAPÍTULO


JONGHO MODE